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ENSAYO SOBRE LA CULTURA 163

José Luis Herrera Arce

EL PASADO, ¿YA PASÓ?

Tal vez para no sentirse tan presionados en los exámenes de literatura a un alumno se le antojó decir que eso no era importante porque el pasado ya pasó. Tal vez como cultura general; y cuando dicen cultura general me parece que ni eso entienden de qué se trata.

En el mes de septiembre recobra importancia el pasado porque sin lo que se recuerda en estas fechas sería imposible de que estuviéramos hablando de una patria, porque nuestra patria no sería ésta sino España. Esto es sólo lo superficial. La siguiente pregunta a resolver, ¿por qué América se independiza de España?

La respuesta es la invasión napoleónica a la madre patria y la imposición de José Bonaparte en el trono. Subrayamos otro orgullo latino, la primera derrota a Napoleón se la dieron los españoles al destronar a Pepe Botello. Puntualizó, “Los españoles” el pueblo, porque los reyecitos andábanse peleando por la corona; un triste hijo queriendo la herencia antes de la muerte del triste padre. Fernandito VII se salió con la suya vuelve al trono, no acepta las resoluciones de las cortes de Cádiz y a final de cuentas pierde todo un continente. (Léanse los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós que bien narra esta gesta española).

Siguiente pregunta a resolver; ¿qué andaba haciendo Napoleón por España y todo el Continente Europeo? Napo era el producto de la revolución francesa que se había salido de control; o sea, que fue la dictadura que volvió a su cauce a los ríos franceses. De esta a dictadura a la otra dictadura de Capetos y Borbones había ciertas diferencias producto de la mencionada revolución que se dio en contra del poder absoluto de los reyes; en especial de Luis XVI quien con gran torpeza no supo manejar el polvorín que le explotó en las manos.

No está demás decir que la revolución francesa fue alimentada por el enciclopedismo y todos estos pensadores que de una forma u otra son los antecedentes del liberalismo, de las sociedades democráticas, de las cartas de los derechos humanos, y de las proclamas de las iguales oportunidades para todos.

Ya en América se había probado el deleite de hacer una revolución en contra del poder absoluto de los reyes. Fue Estados Unidos el primer país que se independizó (de Inglaterra) y curiosamente, fue Francia quien le ayudó a independizarse.

Yo no sé si el pasado ya pasó, si Montesquieau, Rousseau, Dantón y Robespierre a las generaciones modernas no les suene para nada. Éstos eran los autores prohibidos en la colonia que de alguna manera también sirvieron de inspiración a nuestras propias independencias.

Hidalgo, Morelos, Matamoros, Aldama, son los hombres que encararon a la historia en su momento y durante once años estuvieron en la lucha porque nuestra patria lograra nuestra independencia. Agustín de Iturbide lo único que hizo fue cosechar lo que otros habían cultivado y a los que primero combatió. (No le vamos a quitar el mérito de ser el primero que nos dio bandera, si no tomamos en cuenta el pendón guadalupano de Hidalgo, la bandera del ejército trigarante).

Insisto, si el pasado ya pasó, es por eso porque estos chicos se levantan a diario para ir a una escuelita a estudiar tranquilamente a sus 16, 17, 18 años, cosa que no sucedía antiguamente, cuando muchos chavos tenían que trabajar y eran explotados desde temprana edad. (Léase la novela de Saúl Rosales, “el relámpago”).

Yo sé que la forma de pensar de “los herederos” es producto de tener una mente muy pequeña, con muy cortos horizontes. La culpa no es de ellos sino de los adultos que hemos convertido la vida humana en un utilitarismo espantoso que ha acabado con lo realmente humano. Si yo no tengo conciencia del pasado, no siento la civilización y cada vez más me convierto en un animal. Sólo percibo el aquí y el ahora. El ande yo caliente y ríase la gente, es una frase del barroco (Quevedo o Góngora la decían), hasta eso. El no tener conciencia de la historia es no tener conciencia de la sociedad, de los otros, de la comunidad en que me desenvuelvo. Es la soledad.

La memoria, la memoria, se quejan de la memoria, pero qué haríamos nosotros si nos quedáramos sin memoria. Perderíamos el sentido de la existencia. Andaríamos dando golpes a ciegas. Nos comeríamos el pastel sin importar quién lo había cocinado o cuánto había costado o quién lo pagó. Sin el pasado ¿Qué soy yo?

Jolhe

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