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Ensayo sobre la cultura 168 / LA LIBERTAD

José Luis Herrera Arce

Uno de los temas sobre los cuales nos podemos pasar hablando toda la vida sin ponernos completamente de acuerdo es el de la libertad. Como la palabra amor, parece tener muchas connotaciones y cada quien lo interpreta a como le da la gana. La libertad es uno de los grandes valores que la sociedad moderna defiende a capa y espada; las revoluciones del Siglo XIX se hicieron en nombre de la libertad y la justicia; otra palabrita más de la cual podrían agotarse los diccionarios.

Si los cubanos se opusieron a Batista en nombre de la libertad, en los últimos casi cincuenta años han padecido un gobierno de un solo hombre, o de un grupo de hombres, que han impuesto su ley. Algo similar ha sucedido en Viet Nam Norte donde el poder ha vuelto a las antiguas costumbres de heredarse de padres a hijos cual si fueran monarquías. En estos sistemas la verdad pertenece a la cabeza el pueblo llano debe de aceptar los paradigmas que se les marcan habiendo poca oportunidad de crítica o de oposición; algo similar ocurría en la edad media con la Iglesia Católica, que por los conflictos que causaba el libre pensamiento, o que causó en el Siglo III y IV D.C. lo prohibió y alejó de los feligreses libros que les pudieran cultivar ideas equivocadas.

Pero la moneda tiene otra cara, la libertad sin límites que puede convertirse en libertinaje. Algunos de los males que padecemos en nuestros días provienen de ahí. La gente con exagerada libertad subyuga a la sociedad para imponer sus intereses. Al liberalismo no le importan las consecuencias de sus actos; este dejar pasar, dejar hacer se ha llevado hasta la exageración con los carteles de la droga. Ésa es la punta del iceberg. Sin llegar a esos excesos, otras personas con negocios legales, supeditan sus actos a la ganancia sin ponerse a pensar en los efectos secundarios que le causan a la naturaleza y a la humanidad. Su defensa es la libertad.

Por la libertad, los medios de comunicación y la hoy llamada industria cultural, ha vulgarizado hasta más no poder el espectáculo. Su mercancía la vende y la revende ignorando que la humanidad genera otro tipo de contenidos de los cuales a los medios comerciales no les gusta hablar. En una sociedad que proclama la libertad para elegir, ofrece muy pocas opciones para elegir. Por no ser comerciales, muchas de esas opciones morirán irremediablemente con el tiempo, como ya habrá muerto un alto porcentaje de la música tradicional mexicana que nadie consume porque nadie conoce.

Somos libres para la vulgarización; como muchos otros proclaman su libertad para reproducir productos sin pagar derechos de autor. A nuestros jóvenes les estamos metiendo en la cabeza que son libres a más no poder y les estamos echando a perder la vida.

Los métodos educativos se han desarrollado en estos ambientes de libertad. Traumar a un alumno es el peligro de no educarlo en la libertad. La obligación es lo contrario a la libertad; el padre debe de cumplir con sus obligaciones para mantener a la familia, la madre debe de cumplir con sus obligaciones para mantener a la familia, no veo por qué los hijos no deban cumplir con sus obligaciones para con la familia.

Alguien decía que hay que vivir con libertad con responsabilidad y mencionaba al existencialismo Sartriano como ejemplo. Sartre vivía en una rara comunidad familiar, el clan Sastre, donde Castor (Simón de Beauvoir) era la mujer principal (digámoslo así) y donde todos tenían libertad de meterse con cualquiera. Sartre tenía un pegue y Simón también. Eso sí, no desamparaban a nadie, porque económicamente se hacían cargo de “la familia” ( léase Sartre y Beauvoir de Hazle Rowley).

¿Hasta dónde puede llegar la libertad? Ésa es la gran pregunta. Hasta dónde las empresas privadas de comunicación pueden supeditar la salud cultural de la nación en su propio beneficio. Es lo mismo que preguntar, hasta dónde se puede sacrificar la ecología del mundo para producir contaminantes y con ello ganancias, hasta dónde se puede sacrificar la vida por algunos cuantos intereses económicos. Si hay un ecosistema natural, también existe un ecosistema cultural que nadie toma en cuenta. Las propias escuelas, en aras de la libertad, se han convertido en mercados de profesiones; títulos de los cuales no estoy muy seguro que representen lo que dicen representar. (Sobre las representaciones y los símbolos quedan artículos pendientes).

Esto es libertad primera parte. Cuanto más no se puede decir sobre la libertad.

jolhe@hotmail.com

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