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Ensayo sobre la cultura / EL AZAROSO CASO DE LA PALMERA ROTA

José Luis Herrera Arce

Esta semana la materia de análisis de contenido de tanta escuela de comunicación que existen en la ciudad estarán de pláceme. Una noticia tan simple, como la palmera rota, puede tener diversas interpretaciones según la información que se nos va dando. No es lo mismo concluir con los datos obtenidos el primer día de la noticia, a concluir hoy jueves, con nuevos datos que han venido cambiando la interpretación.

El primer día, yo tontamente sospechaba que algo que debió haber sido efectuado con sigilo, por la torpeza de alguien, torpeza a la que nos vamos acostumbrando en esos alguien, se les fue de las manos y un negocio se derrumbó. Las piezas del rompecabezas, hasta ese entonces, eran que un campo de golf quería esa palmera para llevarla a su territorio; y no solamente se hablaba de esa palmera, sino de otras tres o cuatro.

La imaginación de uno se imaginaba a los actores en un antro, como en las películas, haciendo tratos, el malo con el interés de apropiarse de las palmeras de la ciudad. El maletín de billetes y toda la cosa. Eso de que amorosamente el centro recreativo iba a recibir la palmera para cuidar de ella, en tal contexto no era creíble. A nuestra ciudad le sobra espacio para trasplantar palmeras; hay que recalcar que la palmera es de la ciudad.

Para el segundo día, las malas intenciones se subrayaban cuando se supo el valor de la palmera en el mercado. (Treinta mil bolas no son nada despreciables, sobre todo si tomas en cuenta de que había más palmeras implicadas). A uno tan suspicaz como es se le venía la pregunta del porqué un campo de golf se metía en tales vericuetos para conseguir palmeras, no siendo una mercancía prohibida. A lo mejor, por prestigio, necesitaba en su campo ese tipo de veteranas que no se podían conseguir en otras partes, o le salían más costoso. Pero bueno, la culpabilidad de ellos pronto se deslindó, o medio se hizo porque relucieron nuevos datos en el asunto; la palmera estorbaba el buen funcionamiento de un negocio. La disyuntiva era o la palmera, o el buen funcionamiento de un local.

Ya la interpretación cambió. Aunque era más interesante imaginarse el trato en la penumbra de un bar, el todo se redujo al simple deseo de un inversionista de darle fluidez a su negocio. El caso se redujo a la falta de habilidad de manejar un trasplante de tal naturaleza; hacerlo a la mexicana, sin personal especializado, o no tan especializado como se suponía. (¿Cuesta más?).

Un nuevo dato abre nueva perspectiva; el dueño del negocio es el propio burócrata implicado. A quien estas alturas, (no sé cómo leer informativamente esto) ya se le castigó. Pero es más, él mismo se auto flageló aumentando su castigo (por pensante), la ciudad ganará con tanta nueva palmerita.

Hay que subrayar que no se objeta el trasplante de la palmera. Si ésta hubiera sido bien hecha, todo mundo estaría de acuerdo de que poner la palmera en otro lugar no tiene nada de malo. Cualquiera lo haría.

Lo que claro es que la información es capaz de hacernos cambiar la apreciación de los hechos; sobre todo si la misma información se maneja melodramáticamente. Se dice ecología y todo mundo aúlla por la ecología; muchas veces podemos sacar a las cosas de su verdadera dimensión.

Las cosas cuando son claras no tienen mayor problema.

Son actos turbios los que implican diversidad de interpretaciones según la información con la que vamos contando.

Actos turbios como que nuestros diputados se aumenten el sueldo. ¿Cómo leer eso? ¿Podemos acaso acariciar la idea de que habrá un aumento general a los sueldos de los trabajadores mexicanos, en la misma proporción que nuestros políticos se los auto aumentan? El dicho dice, o todos coludos o todos rabones sobre todo si se trata de una sociedad democrática.

Pero también se puede leer como que nuestro congreso está compuesto de manirrotos. Se queman por tan poco. Además aclaran que son políticos por intereses económicos y no por el deseo de servir al pueblo; por el contrario, demuestras que se sirven del pueblo. A estas alturas ya no se cree que representen a nadie, ni a usted ni a mí.

Serán los causantes de la espiral inflacionaria. Tú te aumentas, auméntame a mí, para que mi patrón aumente los precios, para que salga más caro el mandado, para que tú te aumentes, para que me aumentes a mí, para que mi patrón...

Otra manera de leer las noticias es darnos cuenta de que éste es el tipo de políticos con los que contamos. Somos culpables de ello. Nos dejamos.

jolhe@hotmail.com

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