Familiares observan el cuerpo del agente ministerial José Guadalupe, acribillado ayer a balazos por un comando armado. (Fotografía de Ángel Padilla)
EL SIGLO DE TORREÓN
Imposible no escuchar el llanto de su madre desde el exterior de la sala San Manuel, imposible no oír el de sus hermanos ni el de sus amigos frente al féretro cubierto de flores amarillas donde yace su cuerpo, apenas enmendado tras las múltiples ráfagas que terminaron con su vida. Justicia es lo que piden quienes sufren su muerte a manos de sicarios “sin rostro”.
“Que encuentren a los que lo mataron”, es lo único que el dolor le permite pronunciar a doña Francisca Flores Núñez, madre del policía ministerial José Guadalupe “El Reno”, mientras permanece cerca del cuerpo inerte de quien fuera el mayor de sus hijos. Tenía 34 años de edad.
Francisca inclina la cabeza, parece ensimismada en su dolor mientras se lleva las manos al rostro, a los ojos, como si quisiera no ver la realidad... se desespera. El sufrimiento de quienes recuerdan a su hijo, -entre otras cosas, por su gusto por las motocicletas- sofoca el ambiente.
Es un sábado negro para la Policía Ministerial, la movilización de agentes, vehículos oficiales y aún la presencia de altos funcionarios en la funeraria de la avenida Juárez no impacta tanto como los ojos enrojecidos de los familiares de la víctima. Amigos y parientes pasan uno a uno frente al ataúd donde reposa José, cuyo rostro es alumbrado por cuatro lámparas en la amplia sala. Silencio, de pronto sólo se oye silencio.
La noticia tomó por sorpresa a varios de los compañeros que habían celebrado un partido de futbol entre el personal de la Procuraduría de Justicia horas antes de que fuera ejecutado. En el exterior de la funeraria, hasta en el camellón central de la avenida, predominan hombres con gafas oscuras y aspecto rudo que sólo observan, caminan de un lado a otro, comentan.
“Pedimos lo que pide cualquiera que pase por una situación semejante, queremos que se esclarezca el porqué lo mataron... era el mayor, era una buena persona”, dice Juan Luis, hermano de “El Reno”, quien parece debatirse entre dar consuelo a su madre o a su hermana.
Su hermana, la menor, tampoco puede controlarse, pues la muerte repentina y violenta de José ha desconcertado a toda la familia. El arribo de las autoridades tampoco les reconforta. Justicia y que atrapen a quien o quienes lo hicieron es lo que piden cuando arriba la guardia de honor.
