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Envejecer en Torreón

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Cristal Barrientos Torres

Despojo, maltrato y abandono son los problemas a los que se enfrentan los adultos mayores en esta ciudad, en donde, pese a que es obligación de los gobiernos dar asistencia social gratuita a grupos vulnerables, no existe un asilo de ancianos público

TORREÓN, COAH.- Con 107 años de vida, a don Salvador sólo le quedan los recuerdos. Para él, el tiempo se detuvo desde el momento en que comenzó a vivir en la Casa de Ancianos Doctor Samuel Silva.

Don Salvador dice que la vida no lo ha tratado muy bien: uno de sus hijos le robó lo poco que tenía y el otro nunca lo visita. “Trabajé hasta los 80 años, y cuando el señor con el que vivía se dio cuenta que me habían quitado todo se murió del coraje; ya tengo cinco años en este asilo”.

Como don Salvador, muchos adultos mayores de Torreón sufren por la omisión de cuidados, maltratos, y despojo de propiedades, incluso son víctimas del cobro indebido de sus pensiones.

Torreón también envejece, y llega a sus primeros 100 años de vida sin contar con un asilo de asistencia pública para darles protección a los adultos mayores que son víctimas del abandono y la omisión de cuidados.

Tanto el Estado como el Municipio recurren a asilos de los Organismos No Gubernamentales (ONG’s) para proporcionar protección a las personas que, por su edad avanzada, ya no pueden valerse por sí mismas.

David Omar Sifuentes Bocardo, segundo visitador de la Comisión de Derechos Humanos en Coahuila, asegura que es obligación de los tres niveles de Gobierno proporcionar asistencia social gratuita a los grupos vulnerables como los adultos mayores.

Sin embargo, tanto la Procuraduría de la Familia del Gobierno del Estado, así como el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) del Ayuntamiento de Torreón, reconocen que no existe ningún proyecto para la construcción de un asilo de ancianos, esto a pesar de que en este municipio hay 50 mil adultos mayores.

Otro problema que enfrentan las personas más grandes de la ciudad, es la falta de cultura de la sociedad para denunciar que son víctimas de maltratos. La Procuraduría sólo recibe una queja al mes, y cuando interviene ya es demasiado tarde en algunos casos.

ATENDER A LOS DESAMPARADOS

En el asilo Samuel Silva donde vive don Salvador, hay 110 adultos mayores. La madre Josefa Alonso Fernández dice que su misión es atender a los más pobres y desamparados de la Comarca Lagunera.

“Nos dedicamos plenamente a todas sus atenciones físicas y espirituales; ellos llegan aquí en un estado muy deprimente, sobre todo quienes no tienen familia”, comenta la religiosa.

En algunos casos, agrega, los adultos mayores sí tienen familiares y están al pendiente de ellos, pero reconoce que hay muchas personas que llevan años sin recibir una sola visita, y esto les provoca una profunda tristeza.

En este momento, el asilo alberga a 110 adultos mayores y más del 50 por ciento usa sillas de rueda, de manera que requieren de mucha atención. Las nueve hermanas cuentan con la ayuda de voluntarios para atenderlos pero aún así siempre hace falta más apoyo.

“Nosotras estamos muy contentas con el personal voluntario; unos ayudan con el bazar para sacar recursos, y también hacen juegos de lotería con los adultos mayores, los tienen muy motivados. Hay una psicóloga que los mantiene activos, todo con el fin de que ellos se sientan útiles y olviden la tristeza, que se sientan en casa y reciban amor”.

La madre Josefa exhorta a todas las personas que tengan a sus padres y abuelos en asilos, a no olvidarlos, “porque nosotros podemos suplir algunas veces el cariño pero no es lo mismo, ellos requieren de sus hijos y nietos”.

Para algunos adultos, señala la religiosa, es muy difícil adaptarse a vivir en un asilo, todo depende del ambiente familiar que hayan vivido. La congregación Hermanitas de los Ancianos Desamparados que atiende la Casa de Ancianos Doctor Samuel Silva es de origen español, y llegó a Torreón hace 52 años.

La madre Josefa dice que la gente las puede apoyar con dinero para mantener la casa, el trabajo, medicina, ropa, alimentos, pañales, entre otras cosas.

12 AÑOS EN EL ASILO

De los 103 años de vida que tiene doña Elvira Puente Ledezma, lleva 12 en el asilo. Desde entonces, este lugar es su casa y aunque no le gusta platicar mucho con sus compañeras, se siente tranquila y agradecida con Dios por todo lo que le ha dado.

Doña Elvira nunca se casó porque dice que no le convino: “los maridos de mis dos hermanas fueron muy bravos, las golpeaban como animales. Llegaban desabrochándose el cinto, y sin decirles por qué ¡zaz!, les daban bien duro”.

Sus padres murieron hace muchos años. Doña Elvira nació en Velardeña, Durango en 1904, y 41 años más tarde decidió venir a vivir a Gómez Palacio. Dice que tiene muchos sobrinos pero ninguno se ocupa de visitarla en el asilo.

Doña Elvira cree que su larga vida se debe a que jamás la maltrataron, además de que nunca bebió alcohol ni fumó cigarros. “A mí no me gustaba que trataran a mis hermanas como animales porque mi padre (Máximo Puente) nunca fue así. Nunca lo vimos enojado y menos pelear con mi madre (Cornelia Lozano). Él siempre fue muy buen ejemplo para nosotros, en la vida habrá unos padres como los míos”.

Por eso asegura que nunca se arrepintió de no haberse casado. “Una vez le dije a una de mis hermanas que dejara a su esposo, que se fuera conmigo a Ciudad Juárez y que yo la mantenía con mi máquina de coser, pero mi madre me regañó y me dijo que no le anduviera dando esos consejos porque el matrimonio era para toda la vida, pero quién aguanta tanto golpe”.

Como doña Elvira, don Salvador Zedillo también asegura que está muy contento en el asilo de ancianos. Él nació en Estados Unidos un 25 de enero de 1900, pero regresó a México cuando apenas tenía ocho años de edad.

Dice que nunca fue a la escuela pero eso no fue impedimento para que trabajara hasta los 80 años, “a lo mejor hasta tengo más años porque yo me acuerdo que hace mucho me preguntaron cuántos tenía y dije que 107, pero como aquí uno nunca sabe ni en qué día vive, ya ni sé”.

Lo que no olvida don Salvador es que uno de sus hijos le robó sus pocas pertenencias, y que nadie ha ido a visitarlo en los cinco años que tiene viviendo en el asilo de ancianos Padre Samuel Silva.

ABANDONO, PRINCIPAL PROBLEMA

Laura Pacheco Ugues, subdelegada de la Procuraduría de la Familia, dice que los principales problemas que enfrentan los adultos mayores son la omisión de cuidados y el abandono, “lamentablemente propiciados por sus propios hijos”.

Según la funcionaria, las denuncias ciudadanas son pocas, pues las principales llamadas las reciben de los hospitales para decirles que los pacientes tienen que ser dados de alta porque llevan meses internados y no saben a quién entregarlos porque en todo ese tiempo nunca nadie los ha visitado.

“Van y los abandonan en las clínicas, entonces la Procuraduría se da a la tarea de investigar quiénes son sus familiares y cuando los encontramos nos damos cuenta que no los quieren aceptar, por lo tanto se inicia un procedimiento administrativo para hacerles ver que son responsables de cuidarlos”.

En ocasiones, la Procuraduría da parte al Ministerio Público ante la insistente negativa de los familiares de hacerse cargo de ellos. “Nosotros realizamos una labor de convencimiento porque así como los padres tienen la obligación de brindarle una atención integral a sus hijos cuando son menores de edad, éstos también tienen la misma obligación cuando sus padres ya no pueden valerse por sí mismos”.

De lo contrario, asegura, podrían ser sancionados como lo establece el Código Penal del Estado de Coahuila en el Artículo 314, “los familiares pueden ser obligados a darles una pensión alimenticia; las trabajadoras sociales le dan seguimiento a los casos para vigilar que no cometan abusos”.

Laura Pacheco Ugues comenta que la Procuraduría ha atendido casos de adultos mayores que están postrados en la cama, “y sus hijos se hacen cargo de cobrar su pensión para quedarse con el dinero, además los hacen firmar hojas en blanco para despojarlo de sus bienes, lamentablemente son pocas las denuncias que se reciben por este motivo”.

Por eso, la funcionaria exhorta a la gente a denunciar al teléfono 7-16-30-88 cuando sepa de algún adulto mayor que esté abandonado o no reciba los cuidados necesarios de sus hijos, también pueden acudir a la calle Zaragoza número 148 sur.

“Los adultos mayores son los más vulnerables porque requieren de los mismos cuidados que un bebé: hay que darles su medicamento y de comer en la boca, cambiarles el pañal. Tarde o temprano todos vamos a llegar a la etapa de vejez, y sería bueno ocuparnos de nuestros padres y abuelos para que nuestros hijos sigan el ejemplo y hagan lo mismo con nosotros”.

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