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Esta noche es Nochebuena

Juan de la Borbolla R.

Un antiguo villancico canta precisamente esta frase, el día de hoy tan obvia: Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad; frase que en su simpleza y obviedad resume el milagro más portentoso de toda la historia de la humanidad: El misterio de Dios: el creador de todo lo existente, naciendo del seno purísimo y virginal de Santa María, siendo uno más entre todos nosotros y compartiendo nuestra naturaleza humana en todo, menos en el pecado.

La Nochebuena y la Navidad no pueden dejar de ser Cristocéntricas: No se pueden desvincular de Jesucristo; por lo tanto tienen que ser profundamente cristianas o acaban siendo sosas y planas, meramente consumistas por lo que más valdría irlas denominando de otra manera.

O la Navidad tiene su centro en Cristo o es otra nueva justificación del hombre contemporáneo para darle rienda suelta a su afán de consumismo materialista y placer hedonista, tal y como el Papa Benedicto XVI nos expone en ese magistral libro con que nos ha regalado en el presente año: Jesús de Nazaret.

Cuando se pretende desvirtuar el sentido auténtico de esta fiesta, empiezan omitiendo cualquier connotación o derivación que pueda suponer un contenido religioso detrás de la felicitación, el buen deseo o el regalo.

Así se pretende transformar una fiesta de esencial contenido religioso en un festejo de la amistad humana… en el mejor de los casos. Celebración de deseos altruistas, de hipotética paz universal, de solidaridad y amor pleno entre familiares y amigos, pero en medio de un discurso que acaba sonando cuando menos a tópico trillado, que puede hacer de estos días una especie de espejismo idealista pero falto de sustancia.

Y eso en el mejor de los casos: Cuando no se convierte esta temporada festiva en pretexto descarado para dar rienda suelta al desenfreno no sólo de los placeres sensuales, sino también de los caprichos materialistas más sofisticados que con la excusa de que estamos en Navidad y tengo un poco más dinero que de costumbre, me siento en derecho de derrocharlo, sin importar ese supuesto sentido humanista solidario del que hablábamos en el párrafo anterior, ni de que esos gastos suntuarios que se realizan con ocasión de la Navidad antropocéntrica son realmente contrastantes con la situación general de la sociedad en la que convivimos, llena de carencias y pobreza, y contrastante sobre todo con la efeméride misma:

Cristo: Dios hecho hombre, Creador de todo lo existente y por lo tanto el Señor de todo el universo, quiere nacer en la pobreza más absoluta por su amor a las criaturas, para que viéndolo recién nacido, indefenso y pobre en un humilde pesebre rústico, tomemos ejemplo de la verdadera riqueza que Él valora: la de aquel que sabe desprenderse de las cosas, por amor a los demás y sobre todo por amor a Dios.

Querido amigo que se toma la molestia de leerme en estas páginas: Le deseo que pase con los suyos una feliz Navidad.

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