Eugenia León. (Archivo)
Eugenia León ha andado entre los “ísimos” más “ísimos”. Su carrera la ha llevado por diversos países al tiempo que conoce “gente cultísima, burguesísima, riquísima, pudientísima”. Y, sin embargo, asegura que su plumaje no se ha manchado: “Ya nací en una familia modesta, y ahora me doy cuenta que soy la misma persona de barrio. Es cierto que tengo una casa que me gusta -en exclusiva zona residencial-, pero soy una gente popular, proletaria, por así decirlo”.
Este espíritu “popular y proletario” quizá se originó en los 70, años felices de activismo social.
ENTREVISTA
-A la distancia, ¿qué lucha o utopía de los 70 pecaba de ingenua?
Que iba a llegar el socialismo a México en una fase muy avanzada y que sucedería en los 80 o 90. Pensábamos que venía la revolución.
-¿Es una utopía que tú, en lo personal, ya abandonaste?
Yo siempre lucharé, porque lo imposible es lo único posible en nuestras manos porque tiene que ver con la esperanza. La esperanza es una actitud cotidiana, no es esperar el futuro sino que tus actos presentes labran el porvenir. Lo que no eres hoy, si quieres, puedes serlo mañana.
-Regalarle el tema La Paloma al movimiento de López Obrador, ¿fue parte de tu lucha cotidiana?
La música es de todos; finalmente este regalo fue tomado por la gente, yo no fui a tocarles la puerta, sino que la canción de La Paloma se volvió un himno porque la gente se sintió identificada y porque la letra es muy significativa en un país donde la soberanía siempre está en peligro.
-Si puedieras viajar en el tiempo a los 70, ¿qué le dirías a la Eugenia León de aquellos años?
Lo mismo que a todos los jóvenes: el tiempo todo lo cura y todo lo resuelve ja, ja. A veces somos muy torpes, necios y atrabancados; yo pelearía por quitarnos esa arrogancia de creer que significamos el cambio por el simple hecho de ser jóvenes. El tiempo nos da las respuestas.
-Si bien el socialismo no llegó, ¿entonces cuál fue el aporte de aquella generación?
Como jóvenes fuimos mucho menos conservadores de lo que son hoy. Había una mística del cambio, una vocación que los jóvenes de hoy han perdido. Actualmente, la principal necesidad es tener una profesión que proporcione dinero y poder.
“Yo pertenezco a una generación que pensó en servir, fuimos un movimiento humanista donde las mujeres tuvimos una prepronderación libre de la educación machista. Cuando te hablo de socialismo no me refiero al régimen soviético”.
-¿Pero Cuba sí fue referencia?
Cuba siempre ha sido ejemplo en muchas cosas, pero un tema complejo por el asunto de las minorías. Lo que vemos es un proceso de desencantamiento en toda América Latina.
Eugenia León grabó su primer disco (Así te quiero) en 1983. Ella aparecía en la portada con melena abundante y actitud de “me estoy comiendo al mundo”.
-¿Alguna vez volviste a escuchar Así te Quiero?
Varias veces. Hay cualidades que aún conservo y hay otras cosas donde se nota que soy alguien en busca de identidad, de una voz todavía muy verde.
-¿Y qué piensas cuando ves la foto de portada?
Pienso: ¡qué pachecota!, ja, ja, ja; qué cara tan chistosa
-Sueles decir que tu éxito está en encontrar una voz madura, ¿en qué momento te has sentido cerca de alcanzarlo?
En diversos tiempos de mi vida. Pero lo que ahora siento es que cada vez encuentro serenidad para cantar. Saboreo cada palabra y ya no me importa demostrar potencia o técnica vocal, sino que cada frase está creída. No pretendo el asombro, sino que la gente sepa que le estoy cantando desde el corazón.
-¿Qué música te devuelve a tu natal Tlalnepantla?
Las canciones de Antonio Aguilar. Cuando murió, me di cuenta que su forma de hablar y cantar es mi casa, esas eran mis tardes de infancia, mis tías, mis parientes.
-¿Cada cuándo regresas a Tlalnepantla?
He ido dos veces en 30 años. Ya no son los lugares donde crecí. Creo que es más fuerte lo que queda en tu memoria que la realidad. Lo que recuerdo de mi padre ya no es el viejito al que le cerré los ojos cuando murió, sino lo que tengo en la memoria. Así que ya no soy la que fui, sino el recuerdo que tengo de mi infancia.
