Todo cambia, se revisa y define en nuestro mundo bajo ópticas diferentes. El México de nuestra, ay, lejana juventud nada tiene que ver con el de la actualidad: lo novedoso altera nuestros principios éticos y hace que se tambaleen los conceptos históricos que otrora eran considerados irrefutables. Los héroes de la Patria parecen ser cada vez menos héroes, hoy devienen humanos y triviales en exceso. Una emergente Ilustración intenta alcanzar niveles de sabiduría, discernimiento e inferencias no imaginadas. La razón crítica justifica algunas dudas y flameantes incertidumbres; la infalibilidad papal se pone en entredicho y por diferentes razones la conducta de sus delegados.
Sobre los líderes políticos ni hablar: los medios de comunicación y sus reportajes dan por sentado que no existe alguno en quien se pueda confiar. Los dirigentes de las sociedades no gozan un crédito total entre sus gobernados, sea Papa, Rey, Presidente o cualquier otra denominación de la magistratura religiosa o civil que ostente, no existe quien logre mostrar credenciales satisfactorias. Bien podemos aplicar la frase de nuestros padres y abuelos: “Ya no halla uno en qué o en quién creer”.
Ipsos-Bimsa, empresa que realiza trimestralmente una encuesta sobre la aprobación nacional al Presidente de la República, ha reportado recién, según nota de El Universal, que el aval de la sociedad al presidente Felipe Calderón Hinojosa descendió en 7 puntos (de 64 a 57 en 90 días) y se atribuye el descenso a la expedición del decreto legislativo que incrementará el precio de la gasolina, en obvia corresponsabilidad con los legisladores del Congreso de la Unión y Pemex.
La dicha consulta tuvo lugar en el trimestre anterior, pero ahora mismo el presidente de la República va a estar muy ocupado para ponerse a meditar las encuestas pues atiende la emergente y grave situación con que la naturaleza puso a examen a título de suficiencia a Tabasco y a Chiapas, a sus afligidos gobernados, al Jefe del Poder Ejecutivo Federal y a los gobernadores de ambas entidades.
Nadie puede afirmar que Calderón es un político irresponsable. Desde la fecha de su juramento en el cargo ha estado en el gobernalle de la Nación, pendiente del diario devenir y de otras emergencias surgidas en la República; mas ninguna con las proporciones de las que se han presentado en el Sureste. Por su parte, los números de cualquier encuesta son dígitos que hablan, no atienden a lenitivos ni a justificantes, pero opinan si se les interroga e interpreta sus respuestas.
Dura tarea puso el destino en los hombros de Calderón Hinojosa: rebasar el nivel de aprobación antes obtenido representará un esfuerzo extraordinario si la calificación de los ciudadanos toma en cuenta lo que pasa en aguas tabasqueñas (iba a escribir tierras tabasqueñas) pero no va a constituir un imposible.
El millón de personas que sufre en Tabasco y Chiapas por los inéditos fenómenos de la naturaleza podría integrar mañana el tribunal que juzgue al presidente de la República. Hace unas semanas aquello era el Edén de la Nación: ahora sus habitantes se agitan y angustian en el frío y húmedo infierno de las múltiples riadas, esteros y arroyos de la hidrografía montañosa del Sureste. Y muy cerca de ellos, sueltos, pero a la espera, rondan los demonios de la política y de su principal arma: la especulación: “No va a ser fácil para el Gobierno, dirán, cumplir la promesa del presidente Calderón para recuperar las condiciones de coexistencia urbana que tuvieron Villa Hermosa y muchas poblaciones más antes del desastre. Ni aquí ni en Chiapas”.
Y en efecto, por las rudas consecuencias del meteoro, la incomunicación terrestre causada imposibilita una atención rápida y eficaz en el instante: las personas tienen sed, hambre, frío, enfermedad y dolor por la muerte de los suyos; son males que no curan los trapos calientes; pero la gente parece estar en paz, la presencia del Ejército y de la Marina garantizan la tranquilidad; y en paz espera que no tarde en hacerse público el formal planteamiento de soluciones mediatas y de largo plazo. Si ello no sucede en un plazo prudente entonces podrían despertar los bríos tropicales y selváticos en términos de exigencia inaplazable.
El Gobierno deberá plantear con claridad las soluciones funcionales para el mediano plazo y desde luego las permanentes y antes tendrá que devolver a cada familia tabasqueña o chiapaneca el hogar que perdió y los menajes destruidos, la ropa desaparecida en los torrentes, las fuentes de ingresos para cada cabeza de clan, los hospitales derruidos, los edificios de las escuelas que ni siquiera se sabe dónde estaban antes, los templos religiosos donde se refugia la Fe, las áreas comerciales y los recursos económicos para acceder a sus productos, las instalaciones fabriles, las casas de Gobierno, aquello que siempre fue Villa Hermosa y sus aledaños y ahora están en riesgo de ya no ser algo o de ser nada. La tierra del poeta Carlos Pellicer vive el desamparo, se defiende de la naturaleza y espera mucho de su Gobierno nacional. Felipe Calderón Hinojosa sustenta así el examen a título de suficiencia que le ha puesto el destino: Esperamos que sea “aprobado”.