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¿Exhibicionismo?| Diálogo

Yamil Darwich

Le invito a preguntarnos: ¿qué motivó a más de 20 mil habitantes del Distrito Federal a desnudarse y fotografiarse en manifestación nudista y multitudinaria?; ¿Por qué más de cien jovencitas se maquillan como Frida Kahlo y posan desnudas para un fotógrafo? La respuesta, automática, casi sin pensar es: exhibicionismo; luego viene la reflexión, que nos invita a buscar otras razones más profundas.

El fotógrafo Spencer Tunick logró su objetivo: romper el Récord Guinness que señalaba a Barcelona, España, como la ciudad que había reunido al mayor número de desnudistas, siete mil, aproximadamente y anteriormente Santiago de Chile, con cuatro mil, aunque las proporciones poblacionales son diferentes y lo hizo el día de descanso de los “defeños”, que debieron reunirse desde las cuatro de la mañana, ¡en la madrugada del domingo!, para “poder salir en la foto” tan pronto amaneciera.

Luego, el fotógrafo, se trasladó a la casa de Frida Kahlo, donde ya le esperaban más de cien muchachitas maquilladas al estilo de la artista, con cejas unidas y todo, esperando a que les tomaran fotos desnudas y artísticas.

Seguramente la expresión de los miles de mexicanos es un grito de protesta y rechazo a los sistemas de vida y la institucionalidad –sería muy fácil decir “simple pachanga”- y la mayor evidencia es que el evento fue en el Zócalo de la Capital, centro de atención para el mundo, cuando de México se trata.

Recuerde que ahí están representadas tres de las grandes corporaciones del “orden social y político”: El Palacio del Gobierno Federal, el del Distrito Federal y la Catedral Metropolitana.

Todos, desnudos, en posición supina o de pie, se dejaron fotografiar entre risas y comentarios jocosos; de fondo, retaban a la institucionalidad del Gobierno, que no ha cumplido sus propósitos y la del Clero, cuyo líder Norberto Rivera no resistió la tentación de involucrarse haciendo declaraciones inoportunas, ociosas y vanas.

Si la “Plaza Mayor” del país ya había sido violentada en repetidísimas ocasiones, dejando los “protestantes” suciedad y destrucción, ahora fue el medio ideal para lanzar un grito más de inconformidad.

Por favor no se enganche en la simpleza de “es expresión artística”, “el cuerpo humano es bello”, o “expresamos nuestra libertad de exhibir nuestro cuerpo”; no es razón suficiente para entender cómo los capitalinos decidieron renunciar a un “sabadito nocturno de diversión” y madrugar en su único día de descanso, en una comunidad ajetreada durante la semana.

El fotógrafo sí logró su propósito: mayor fama y prestigio, con la publicidad que le permitirá dar la vuelta al mundo; de pasada, romper un récord que en sí mismo le justifica repetir el experimento en otra ciudad y con otros exhibicionistas, continuando con el proceso y su ganancia material.

La pregunta sigue en pie: ¿por qué tantos mexicanos se animaron a desnudarse en público? Por muy “evolucionados” -los metropolitanos- el pudor provocado con la desnudez pública sigue presente, caso de aquellas mujeres protestantes ante los varones ya vestidos entretenidos observándolas, realidad que se dio por horas enteras cuando fueron fotografiadas con potentes telefotos.

¿O alegarán que no tenían conciencia de ello? Curiosamente, algunos observadores hablan de una predominancia de féminas, en relación de 70 por ciento a 30 por ciento. ¿Qué le dice eso? Me parece pudiera ser otra respuesta a la discriminación de género.

Lo invito a tomar en consideración la inconformidad como una de las causas; el deseo de regresar algo de la agresión recibida a través de nuestro sistema político y social incapaz de ofrecernos los medios –a la gran mayoría de los mexicanos- para alcanzar suficiente calidad de vida, incluida la alimentación, salud, vivienda y educación.

Al respecto, le recuerdo la abundante “carne de cañón” explotada por líderes mezquinos, muy útiles para presionar a las instituciones y hasta tratar de desestabilizarlas o los extranjeros, como Tunick, motivadores a la protesta, aunque pacífica.

O quizá estemos hablando de la necesidad de ser, sobresalir, hacer evidente que “¡aquí estamos!”, sentirnos ganadores, importantes, por unos momentos estrellas, aunque el precio sea desnudarse en público.

Sé que tal vez a los simples ciudadanos no nos corresponda explicar la aceptación de los miles para posar desnudos sabiéndose utilizados, para eso estarán los sociólogos, antropólogos y sicólogos, que esperemos pronto den sus puntos de vista.

Lo que sí nos corresponde es mantenernos atentos a las distintas interpretaciones del acto, que sin duda nos deja llenos de preguntas, como las que nos hicimos varias personas de La Laguna, –Óscar Muller y Jesús Villareal, entre otros- quienes extrañados, como yo, también buscan respuestas.

Lo cierto es que continuamos como “seguidores” de todo aquello que nos haga sentir vigentes y vivos, parte de la moda y el consumismo, aunque hayan pasado muchos años del primer acto de propuesta. De paso, gritarle al mundo: aquí estamos y seguimos esperando oportunidades reales. Usted, ¿qué opina?

ydarwich@ual.mx

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