En la imagen, Hou Yifan, que con 13 años es ya Gran Maestra femenina y cuarta mejor jugadora del mundo, practica con su entrenador, Xu Shaoteng. (EFE)
El ajedrez chino, apoyado en buscadores de talentos y escuelas en las que los aprendices pasan gran parte de su infancia, ha fabricado "niños prodigio" dispuestos a poner en duda los reinados de Kramnik, Anand y Topalov en hombres y Judit Polgar en mujeres.
Dos de ellos hablaron, en la escuela donde pasan ocho horas diarias estudiando el ajedrez:
Hou Yifan, que con 13 años es ya Gran Maestra femenina y cuarta mejor jugadora del mundo, y Bu Xiangzhi, de 21 años, que en 1999 (cuando también contaba con 13 años) se convirtió en el más joven Gran Maestro de ajedrez de la historia (aunque años después le batieron otros dos, el noruego Carlsen y el ucraniano Karjakin).
Los dos comenzaron a jugar a los cinco años -no recuerdan si por iniciativa propia o porque alguien les llevó a clase-, comenzaron a disputar torneos locales, y cuando contaban con 9 o 10 años, los llevaron a la escuela de ajedrez de la Selección Nacional, en cuya residencia viven desde entonces, dedicados plenamente al deporte.
"Nunca me canso del ajedrez. Para mí no es una obligación, sino un juego", señala Hou, que ha disputado numerosos torneos internacionales y este año participó en el III Magistral Ruy López de Zafra, España.
Hou se prepara ahora para conseguir el título de Gran Maestro masculino, si lo consigue pronto, podría batir los 15 a los que lo logró Polgar, y pese a la plena dedicación al ajedrez, no se siente presionada. En sus ratos libres, cuenta, lee novelas y ve la televisión, sobre todo la serie de dibujos animados "Conan".
Desde que llegó a la escuela, hace cuatro años, Hou ha dejado la escuela ordinaria -aunque recibe clases particulares-, por lo que sus únicos amigos son los entrenadores y jugadores de la selección, todos mayores que ella. En el caso de Hou, sólo tiene dos semanas de vacaciones al año.
Los niños prodigio del ajedrez chino -como los de otros deportes, siguiendo la dura escuela educativa de los países comunistas- suelen estar separados de sus padres la mayor parte del tiempo.
Hou, sin embargo, ve a su madre todos los días, ya que la selección china autoriza a su progenitora a vivir en la escuela.