“Habría una gran reforma en la política si la sabiduría pudiera difundirse tan fácil y rápidamente como la tontería”.
Winston Churchill
La reforma electoral debió haber quedado concluida este pasado 13 de diciembre con la designación de los nuevos consejeros y el presidente del Instituto Federal Electoral. En lugar de eso, y a petición del PRD, esta última y crucial medida habrá de esperar hasta el mes de febrero.
El nombramiento de los nuevos consejeros del IFE, conforme a lo establecido por la propia enmienda constitucional que impulsaron los legisladores, habría permitido cuando menos cerrar todo este difícil capítulo y empezar a cicatrizar las heridas. La cosa no fue así, sin embargo. De hecho, el IFE tendrá que preparar su presupuesto para 2008 e iniciar sus actividades en el mismo ambiente de incertidumbre en que ha vivido en los últimos meses de 2007.
Lo peor de todo es que no hay ninguna certeza de que el mes y medio de pausa que se están dando los líderes de las tres principales bancadas en la Cámara de Diputados permitirá llegar al final al ansiado consenso en la designación de los nuevos consejeros del IFE. Es muy probable, de hecho, que cuando llegue febrero los miembros de la Junta de Coordinación Política de la Cámara se enfrenten una vez más a los desacuerdos que evitaron el acuerdo en estos últimos días.
Si es así, el PRI y el PAN terminarán eligiendo por sí solos a los consejeros, lo que empezará nuevamente el círculo vicioso que ya vivimos desde 2003, con un PRD que se niega desde un principio a reconocer la legitimidad del IFE y utiliza esta posición como constante arma de chantaje.
Luis Carlos Ugalde asumió la salida digna este 14 de diciembre al renunciar a continuar en la presidencia del IFE. En el anuncio de la decisión citó el mismo y contradictorio artículo cuarto transitorio de la reforma constitucional con la que los legisladores habían ordenado su destitución. Los otros consejeros prefirieron quedarse en el IFE. Se encuentran en la incómoda posición de “portarse bien” para que los políticos no los incluyan en la lista de los que serán despedidos de inmediato.
En la conferencia de prensa en la que los líderes de las bancadas del PRI, el PAN y el PRD en la Cámara de Diputados, el perredista Javier González Garza explicó las razones que llevaron a su partido a solicitar la prórroga a los otros dirigentes con el argumento de que se necesitaba una decisión de consenso con el fin de preservar la “credibilidad” del IFE.
Lo extraordinario del argumento es que la credibilidad del IFE, según las encuestas de opinión que se han realizado sobre el tema, se encuentra en muy buen nivel. En todo caso es la credibilidad del Congreso la que se encuentra por los suelos. Quizá los diputados deberían estar buscando formas de recuperar la credibilidad del Poder Legislativo, la cual se ha deteriorado de manera notable por la reforma electoral y por su último y ridículo de capítulo en la selección de los nuevos consejeros del IFE.
La reforma electoral tiene muchos defectos que he tratado en detalle en otros artículos. Representa, me parece, un paso atrás en el proceso de democratización de nuestro país al que llevaron las reformas electorales de 1977 a 1996. Pero el lamentable proceso de selección de los nuevos consejeros del IFE subraya un aspecto especialmente negativo, el cual está presente desde la reforma de 1996.
Efectivamente, al dar a los partidos políticos representados en la Cámara de Diputados la facultad de escoger a los consejeros del IFE que habrán de regularlos se crea una situación perversa en la que los políticos buscan elegir no a los mejores o a los más preparados sino a aquellos que piensan que podrán manipular.
La experiencia nos demuestra que debemos buscar otro proceso completamente distinto para seleccionar a los consejeros del IFE. Éstos pueden ser designados por la Suprema Corte de Justicia, como sucede en otros lugares del mundo, o surgir del servicio de carrera del IFE. Incluso un sistema de insaculación, esto es, de elección al azar, de una lista definida por especialistas o por los ministros de la Corte, sería mejor que este craso sistema en que los partidos buscan a consejeros que representen sus intereses.
Lo peor de todo es que los ciudadanos nos damos cuenta de que los partidos políticos tuvieron la oportunidad de hacer una verdadera reforma electoral, que fuera al fondo de los temas importantes, que estableciera la reelección de legisladores, que disminuyera los diputados de representación proporcional, que eliminara los senadores de minoría y de lista, y que definiera un sistema menos perverso de selección de los consejeros del IFE. Nuestros legisladores prefirieron concentrarse sólo en aquellas medidas que aumentaran su poder y disminuyeran su rendición de cuentas. Qué triste.
INFLACIÓN
La economía de Estados Unidos sigue creciendo. En el tercer trimestre tuvo un sorprendente avance de 4.9 por ciento. Las ventas al menudeo están creciendo también a pesar de la crisis hipotecaria. La inflación, empero, se ha convertido en una nueva amenaza. Sólo en noviembre los precios al consumidor crecieron 0.8 por ciento, el mayor aumento en dos años. El incremento anual es de 4.3 por ciento. Las alzas en el petróleo y los alimentos empiezan ya a pesar sobre la economía.
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