(Vigésima novena parte)
Hace tiempo empecé a pasar por una situación extraña, inexplicable, algo que no me había sucedido, pues de pronto, los contratos que tenía ya con empresas de diversos tipos para: seminarios, talleres, consultorías, implementación de sistemas de calidad, programas de escuela de padres en colegios, etc., se empezaron a posponer o cancelar, lo que me hacía perder o no recibir esos ingresos.
Un seminario que fue programado en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, para una empresa maquiladora, a quien llamé una semana antes para confirmar hora, número de asistentes, etc., y quedamos muy formalmente de comenzar el siguiente lunes, por lo que sin ningún pendiente me trasladé en mi automóvil a esa ciudad fronteriza, al llegar me reporté con la persona que me había contratado para informarle que ya me encontraba en el hotel y que estaría en la empresa media hora antes de empezar el curso.
No habían pasado treinta minutos de la llamada cuando sonó el teléfono de mi habitación y me sorprendió que el jefe de personal de esa empresa solicitara una entrevista urgente, a lo que accedí y en pocos minutos se encontraba en mi presencia.
La urgencia se debía a que algo había pasado en la planta y el curso no podía llevarse a cabo y esta persona un tanto preocupada por la situación, trataba de darme explicaciones y pedía disculpas por haberme hecho ir hasta allá y que al final fuese un viaje inútil.
Después de una amistosa charla, y de aceptar sus razones para que el curso fuera cancelado y ya en la soledad de la habitación, me puse a meditar cuál era la ?verdadera? razón de esa nueva experiencia, la cancelación de dicho curso.
Me vino a la mente un recuerdo, una situación, que una vez que la hube analizado, concientizado y perdonado, dejó de tener poder sobre mí.
He aquí la historia: Como les he comentado, en mi adolescencia estudié parte de la preparatoria en Mérida, Yucatán, y ahí trabajaba durante los periodos vacacionales de tiempo completo y en periodos de escuela en tiempo parcial en el aeropuerto, en la oficina de despacho de vuelos y bueno, ganaba algún dinero que daba a mi mamá, para el gasto de la casa.
Mi mamá me daba dinero para ir los miércoles al cine por la plaza de Santa Lucía, recuerdo aún, el cine ?Fantasio? de aquella ciudad blanca. Un miércoles por la mañana antes de irme a la preparatoria, le pedí dinero a mi mamá para el cine y ella me dijo: -No te puedo dar, porque no tengo para que vaya tu hermano contigo- (es decir si no podía ir mi hermano, tampoco iba yo...!). ?Pero yo trabajé en la semana y traje dinero y él no? casi le grité a mi madre lleno de coraje y sentimiento. ?Pues ya te dije, si no va tu hermano tampoco vas tú- y ahí se acabó la discusión.
Yo me quedé muy resentido y prometí esa semana tampoco trabajar y vengarme no llevando dinero a casa.
Ahora bien, ¿cómo y por qué se reflejó ese pasaje en mi actual situación?
La cosa sucedió así: El dinero que obtengo por honorarios de los cursos y consultorías empresariales lo manejo en una cuenta a mi nombre que luego utilizo para realizar pagos de colegiaturas y demás compromisos. En una casa comercial tenía mi tarjeta titular y algunas adicionales, pero en una ocasión me llegó mi estado de cuenta y me di cuenta que se había realizado una compra que pasaba mi límite de presupuesto, y que no había realizado ni autorizado yo y que me hizo hacer ajustes de última hora y dejar de pagar algunas cosas (para mi personalidad el no cumplir con eso me causaba mucho estrés) y de pronto sentí un coraje y un disgusto tremendo por esta acción que no me permitía cumplir con lo que yo tenía establecido.
Ese coraje fue el mismo que sentí en aquella ocasión en que no me dieron ?mi dinero? para ir al cine y como en aquella ocasión, mi decisión fue ?no trabajar? para no tener dinero y que no me lo quitaran.
¿Comprende, amigo(a) lector, la situación? Como mente me había condicionado a un pasaje negativo y ahora ésa era la razón por la que inconscientemente yo estaba ordenando que se cancelaran los cursos programados ?PARA NO TENER DINERO?.
Por eso no se pase por alto ningún recuerdo de su niñez, pues tal vez, en uno de ellos está la verdadera razón de todos sus fracasos o limitaciones.
Con esto terminamos este capítulo del mecanismo de la mente y empezaremos uno que indudablemente le será muy revelador sobre cuál fue el origen de lo que somos hoy día.
Tal vez la parte más fuerte de este tema que, sin sentirlo, poco a poco hemos ido avanzando y que titularemos ORIGEN, CAUSA Y EFECTO.
Le agradezco que me haya acompañado hasta aquí a través de estos temas, pero éste en particular que empezaremos la semana que entra se lo recomiendo ampliamente y espero seguir contando con su preferencia, pues estoy convencido de que ?Quien no vive para servir, no sirve para vivir?.
Esperamos seguir contando con su atención en ésta su columna y agradecemos los comentarios recibidos sobre estos temas tan interesantes y de las muchas personas que han compartido sus casos con nosotros. Los esperamos en nuestra dirección electrónica que ponemos a sus órdenes con Germán de la Cruz Carrizales:
(pmger@hotmail.com)
(pmgerxxi@yahoo.com.mx)
Reiteramos nuestro agradecimiento a quienes hacen posible estas publicaciones y sobre todo a usted amable lector quien hace que este proyecto contribuya a fortalecer nuestras familias y sus valores. La siguiente semana veremos el inicio del tema Origen, Causa y Efecto primera de la serie y próximo libro Despertar... es. Gracias por su atención.
?QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR?.