(Octava parte)
Continuación...
Ahora sé qué fue lo que paso con mi hermano –me decía, un estudiante en uno de los cursos- cuando estábamos analizando esta parte correspondiente a las ideas que quedan grabadas en el subconsciente. Él nos compartía lo siguiente: su padre, un hombre de 35 años llegaba a su casa dos o tres veces a la semana muy borracho y de una manera despiadada destruía muebles, cristalería, botellas, vociferaba, blasfemaba armando tremendo escándalo y desde luego, arremetía a golpes contra su indefensa esposa y los hijos que se atrevían a defenderla.
Los dos niños más pequeños, que entonces tenían tres y cinco años respectivamente, ante aquellas escenas dramáticas y ante el temor que también a ellos los golpeara aquel padre despiadado, temblando de miedo se escondían debajo de la cama y se abrazaban uno a otro y pedían a Dios que no los fuera a encontrar su padre.
El niño mayor escuchaba que su hermanito, temblando de miedo, murmuraba entre dientes: “Pero un día voy a crecer” repetía como un disco rayado, “Pero un día voy a crecer y vas a ver...”, “Pero un día voy a crecer y voy a defender a mi madre, y ya no la podrás golpear”.
Esta idea, cargada con aquella tremenda emoción, se grabó profundamente en el subconsciente del niño. Pasaron quince años de aquellas escenas casi constantes y aquel pequeño niño, que ahora tenía 18 años, por alguna razón se desarrolló físicamente de una manera extraordinaria, adquirió un cuerpo y una fuerza física superior a la de su hermano mayor.
Su padre, con el pasar de los años se regeneró, ya no ingería ningún tipo de bebida embriagante y se convirtió en una magnífica persona, aquellas escenas de gritos, ruidos estrepitosos quedaron atrás. Pero un día, en que aquellos hermanos que compartían la misma recámara, dormían a eso de las once de la noche, el papá llegó del trabajo, la casa estaba a obscuras y para no despertar o molestar a su familia no encendió la luz y a tientas se dirigía a su recámara donde dormía ya su esposa y a quien trataba ya con mucho cariño, tal vez tratando de compensar los malos tratos anteriores.
Al pasar cerca de la mesa, tropezó con ella y unos frascos que estaban cerca de la orilla, se vinieron al suelo estrellándose y rompiéndose estrepitosamente. La mayoría de los hijos se despertaron sobresaltados por el ruido ocasionado por los frascos al romperse, se encendieron las luces para ver qué era lo que había sucedido. Sin embargo, este muchacho no se despertó, pero en estado de sonambulismo se levantó y como un robot, tomó al padre del cuello y, lo golpeó sin compasión, abriéndole tremendas heridas en la boca, en las cejas, rompiéndole algunas piezas dentales, le fracturó varias costillas, lo bañó en sangre, con una furia tan tremenda, que ni sus hermanos ni su madre pudieron contenerlo.
Al fin, y después de mucho esfuerzo, lograron contenerlo y separarlo de aquella masa sanguinolenta en que era su padre, y como si en ese instante despertara de un sueño, no podía dar crédito a lo que sus ojos estaban observando: su padre tirado en un baño de sangre.
Lo que realmente sucedió en la mente de aquel joven, que al escuchar el estrépito de los frascos al romperse, su subconsciente se trasladó a la época en que aterrado oía y veía cómo su padre golpeaba a su madre y él sólo repetía: “Pero un día voy a crecer, voy a defender a mi madre y ya no la vas a golpear más!!”. ¡¡Y esta idea tuvo que realizarse!!
Como estos casos, pudiéramos comentar muchísimos más, donde vemos cómo la frase que mencionamos anteriormente es toda una realidad: “Una vez que se acepta una idea en el subconsciente, actuamos en base a dicha idea” por lo que una vez más remarcamos el punto, busque en su mente subconsciente todas aquellas ideas que ha grabado y que ahora lo están llevando a no poder disfrutar la vida.
Veía una entrevista en la televisión, donde le hacían preguntas a un experto en psicología, acerca del comportamiento y trato a los niños, y este profesional recomendaba que cuando el niño se equivoca en algo o hiciera una travesura que tuviera ciertas consecuencias graves, no se le maltratara ni se le marcara fuertemente aquel hecho.
Pero cuando el niño lograra algún acierto, se le premiara con aplausos, frases positivas, con mucho júbilo, como si fuera la más grande hazaña que se hubiera realizado en la vida. ¿Qué es lo que se logra con esto? Que cuando el niño se equivoca y con toda calma le hacemos comprender cuál es la falta y le indicamos una mejor manera de hacer las cosas, le inculcamos la confianza en sí mismo. Pues cuando tienen aciertos los niños y se los aplaudimos, su mente subconsciente se condiciona para el éxito y él aceptará la idea de que es un triunfador y sin duda, eso será de ahí en adelante.
A uno de los directores técnicos que ha tenido la Selección Mexicana de Futbol, el extranjero Bora Milutinovic, le preguntaron que cuál era su opinión del jugador mexicano, y él contestaba: “Creo que es tan bueno como el mejor, sólo que ellos creen que no son buenos”, mi trabajo va a consistir en hacerlos sentir que vamos a ganar. Y los que lo han precedido han trabajado duro este aspecto, primordialmente humano, la motivación, es el caso de cada uno de ellos y que han desempeñado papeles muy buenos y regulares pero con esa filosofía en la historia de la Selección, usted recordará el papel que han desempeñado: Mario Velarde, Alberto Guerra, César Luis Menotti, Miguel Mejía Barón, Manuel Lapuente, Enrique Meza, Javier Aguirre, Ricardo La Volpe y Hugo Sánchez.
Y creo que tenía mucha razón, y desgraciadamente muchos padres de familia, cuando sus hijos son pequeños, nunca los motivan cuando se hacen bien las cosas, ya que según ellos “se vuelan”, “se chiflan”, pero cuando algo sale mal, los castigan, los hacen sufrir verdaderos suplicios, los trauman, haciéndoles creer que nunca servirán para nada.
Otro de los problemas que a veces se generan dentro de la mente de los niños, por esas ideas negativas que de una u otra forma les imponemos, es el miedo. Miedo a tomar decisiones miedo a disfrutar la vida, miedo a aspirar cosas grandes, miedo al sexo, miedo a las responsabilidades, etc.
Desde luego que a veces esos miedos no son por algo consciente, sino que son sembrados en nuestra mente, posiblemente desde el momento en que fuimos concebidos, motivo por el cual, comenzamos a actuar de una manera anormal, que nos llevará a un sinfín de desgracias y situaciones negativas que en muchos de los casos, si no son imposibles, sí muy difíciles de remediar.
Para encontrar el verdadero problema, se requiere de mucha sinceridad de parte de los padres; que puedan reconocer y aceptar cuál fue la situación que originó el desequilibrio en nuestra vida. Continuará...
En el Centenario de la Fundación de “Torreón”, empezamos a impartir las conferencias Actitud de Clase Mundial e Hijos Huérfanos de Padres Vivos, la intención es que todos los laguneros vivan estas impactantes conferencias, basadas en esta columna de valores, por lo que si su empresa, escuela, universidad o institución lo solicita estaremos con gusto con ustedes y esperamos seguir contando con su atención y comentarios sobre estos temas tan interesantes cuyo objetivo es fortalecer nuestras familias y sus valores. Comparta conmigo sus casos y forme parte activa de este programa. Los esperamos en nuestra dirección electrónica que ponemos a sus órdenes con Germán de la Cruz Carrizales:
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La siguiente semana veremos la novena parte de Origen, Causa y Efecto II de la serie y próximo libro Despertar...es. Gracias por su atención.
“QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR”.