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Familia Sirviendo a la Vida / DESPERTAR... ES ORIGEN, CAUSA Y EFECTO

Germán de la Cruz Carrizales

(Séptima parte)

Los “hombres” programados para “mujer” buscan inconscientemente a “mujeres” programadas para “hombre” y se forma la pareja. Eso vimos la semana pasada y ahora vemos esos matrimonios, donde la que toma las decisiones, la responsable de las cosas del hogar, la que sale al frente en situaciones difíciles, etc., es ella.

En cambio el hombre es el que se encarga de regar las plantas, de lavar la loza, de hacer las tortilla de harina, de cuidar los detalles del hogar, incluso, es el encargado de comprar las provisiones de la semana, etc., etc., y de esa manera se equilibra al equipo en el hogar.

La realidad es que el “hombre” es él, y en un momento dado empiezan a surgir las diferencias, las reacciones del ego, pues en muchos de los casos la señora hace sentir inferior a su marido, no le da su lugar ante los extraños, se queja del poco carácter que tiene, y lo más dramático y traumante es que frente a sus propios hijos, lo denigra, diciéndole: “el bueno para nada de tu padre”, “ese hombre que no se sabe fajar los pantalones”, “¡lástima, tan hombre que parece!”. Y tantas y tantas expresiones que oímos en las conversaciones de grupos.

Así que ante esta situación, pronto surgen las discusiones, los insultos, los desprecios, que hacen que ese matrimonio se convierta en un verdadero infierno y el único camino viable será el de la separación o el divorcio.

Ahora, por medio de las noticias, nos damos cuenta de que cada vez es más común la operación para cambiar de sexo a las personas, pues en un momento dado, hasta esos extremos nos puede llevar la programación. Hay una película llamada El Transexual, en la que se muestra un caso en donde van explicando paso a paso, desde el momento en que el individuo toma la decisión de transformarse de hombre a mujer y el médico y el psicólogo encargados del caso, hacen comprender al espectador todo lo que va sucediendo en la persona, tanto en su físico como en su mente.

Cuando ya se ha llegado a un punto, en lo que todo lo que falta es practicar la vaginoplastia, es decir, cambiar el órgano sexual masculino por el órgano sexual femenino, llega el padre a platicar con el hijo, que ya a esas alturas, tiene toda la forma de mujer, y le hace la pregunta a su padre: ¿Y mi madre qué dice, papá? ¿Por qué no vino? Y el padre le contesta, -está muy molesta por tu decisión, por eso no vino- contesta amoroso el padre. ¿Y tú qué piensas papá?

La realidad, hijo –le asegura el padre- es que yo siempre quise una hija. Posiblemente ahí estaba la respuesta a ese joven, que sin saber por qué, él deseó tanto ser mujer, hasta que la ciencia médica se lo concedió.

Cuando las personas en los cursos me preguntan que si pueden tener una plática privada conmigo, les digo que sólo hay que sacar una cita a través de la dirección electrónica aquí publicada, pues por los múltiples compromisos viajo constantemente y a veces no estoy en la ciudad.

Hemos comentado brevemente las dos programaciones (por llamarles de algún modo) básicas, pero también existen varias más, que trataré que de alguna manera le dejen algún mensaje, para que su vida tenga un nuevo sentido.

“Será como mi... (Tío, hermano, padre, héroe, etc.)”. Cuando por alguna razón en el momento en que estamos en el vientre de nuestra madre, ésta empieza a pensar que ojalá seamos como algún pariente o conocido suyo, a quien quiere o aprecia mucho. Este pensamiento puede ser con toda conciencia o bien, sin que ella se dé cuenta de su sentimiento.

Luego sucede que tenemos un hijo de ocho, diez o quince años, que por alguna causa se muere, accidente, enfermedad o suicidio y se embaraza la mamá y todo lo que ella quiere es que sea hombre para reponer al hijo que se murió.

Si el hijo desaparecido se llamaba “Luis Miguel” al nuevo niño le ponen “Miguel Ángel”, “Miguel Eduardo”, etc., etc., pero no tan sólo le ponen el mismo nombre del difunto, le ponen la vida del difunto: “Si tu hermano Luis Miguel viviera. Por qué no te pareces a tu hermano que se murió, él sí que era muy inteligente, etc.”.

Cada vez ese niño deberá “ser” y “actuar” como el difunto, empezará a vivir la vida del que ni siquiera conoció, pero aun cuando no quiera, tendrá que ser como él. Si aquel individuo era de determinada manera, ahora nos empezará a manejar, sin que nosotros podamos hacer nada. Así que, haga un verdadero análisis de sus acciones, de sus impulsos y vea si no está siendo manejado por esa programación: “deberá ser como…”.

Conocimos el caso de un ingeniero que por una enfermedad mal cuidada falleció a la edad de treinta y tres años y su esposa estaba embarazada, ¿cómo creen que se iría a llamar el hijo que tendría? Exactamente igual que el padre y ¿qué creen que pasó con este hijo a la edad precisamente de treinta y tres años? También murió.

Ahora hay un caso muy patético acerca de las consecuencias que puede tener sobre una persona esta programación. ¿Usted vio en la televisión o en el periódico a ese artista del ambiente nacional, que se llamó Cruz Infante? ¿Lo oyó cantar? ¿A quién se parecía? A Pedro Infante, ¿verdad? Pues usted sabe que era el hijo de Pedro Infante, pero sabía que su madre se dice que era una de las amas de llaves que Pedro tenía.

¿Puede usted imaginar a esa mujer de pueblo, tener para ella sola al ídolo más grande que ha existido en nuestro cine nacional? Y luego se da cuenta que ha quedado embarazada, ¿Cuál cree usted que habrán sido todos sus pensamientos? –Que sea igual que mi Pedro-. ¿Y no salió igualito?

En alguna ocasión lo veía yo en un programa de Hoy Mismo con Guillermo Ochoa cantando, ahí explicó que su verdadero nombre era Pedro Infante, sólo que por razones artísticas él se puso Cruz, pues Pedro Infante se apellidaba, por parte de su Cruz, así que sólo lo invirtió.

Memo Ochoa le decía. “Qué bien imita usted a su padre Crucito”. Pues tenía también un parecido increíble con este ídolo de ídolos (Pedro Infante) las mismas entradas, la misma tesitura de la voz, el mismo grito, el mismo desplante. Y éste le decía, perdóneme don Memo, pero yo no imito a nadie, yo soy yo. ¿Sabe usted cómo muere Cruz Infante? En un accidente automovilístico, a la misma edad en que murió Pedro Infante y en el pináculo de la fama también. Él tenía que vivir la vida de su padre. Continuará...

Esperamos seguir contando con su atención en ésta su columna y agradecemos los comentarios recibidos sobre estos temas tan interesantes y de las muchas personas que han compartido sus casos con nosotros. Los esperamos en nuestra dirección electrónica que ponemos a sus órdenes con Germán de la Cruz Carrizales:

(pmger@hotmail.com)

(pmgerxxi@yahoo.com.mx)

Reiteramos nuestro agradecimiento a quienes hacen posible estas publicaciones y sobre todo a usted amable lector quien hace que este proyecto contribuya a fortalecer nuestras familias y sus valores. La siguiente semana veremos la octava parte de “Origen Causa y Efecto” de la serie y próximo libro “Despertar... es”. Gracias por su atención.

“QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR”.

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