(Doceava parte)
Cuando me llamó la mamá para ver si la podía ayudar, sólo me dijo cuáles eran los síntomas o razones, a las que ella creía, se debía ese estado tan fuerte de depresión de su hija. Cuando llegó a mi oficina la joven y que traté de armar toda la historia, su rompecabezas, alguna pieza no encajaba, algunas cosas ella no recordaba, otras no se explicaba la razón, etc., por lo que le pedí trajera a su madre y ver cuáles eran las razones por las que no encontrábamos la secuencia lógica en la vida de esta joven.
Cuando vino la señora y traté de armar con lógica, ciertas etapas de la vida de la joven, y al no coincidir fechas, palabras, etc., la señora se defendió un poco pero al final, ella comprendió que debía ser sincera conmigo y ayudarme en esa búsqueda, así que al final descargó su conciencia y me dijo: “Le voy a decir un secreto, pero por lo que más quiera, que mi hija no lo llegue a saber, porque no sé lo que pasaría, -¡MI HIJA ES UNA NIÑA ADOPTADA!”-.
Ahí estaba la razón de muchas interrogantes, pero ahora el problema es que la joven no debe saberlo, por lo que aun cuando su situación ha mejorado mucho todavía le siguen sucediendo cosas que ella no se explica la razón.
Es por eso que le insisto, si usted está en ese caso, dígaselo, es preferible pasar un rato desagradable, tal vez de lágrimas, recriminaciones, etc., pero va a poder permitir aclarar en la mente de sus hijos, muchas de las situaciones que él no se explica.
Si usted está en el momento justo de tomar la decisión de adoptar un niño, yo le aconsejaría que lo pensara muy bien, y si usted está decidido, pues trate de averiguar lo más posible sobre sus antecedentes e historial para saber cómo poder ayudarlo llegado el momento, si se llegara a necesitar. Pero si su deseo de tener un hijo es mucho y ya se convirtió en obsesión nada más piense que ese niño va a traer un rechazo muy profundo de parte de su verdadera madre y usted va a ser la víctima de sus venganzas y sus odios. Si usted está dispuesta a pagar ese precio, adelante.
Conocí el caso de una señora que trabajaba en una maquiladora y salía ya tarde, teniendo que caminar un buen tramo por baldíos y obviamente tenía miedo al pasar por ahí. Llego el día en que le salieron al paso tres personas y la atacaron salvajemente en una violación tumultuaria. Desgraciadamente quedó embarazada y ella no le dijo a nadie, pues estaba casada y tenía otros hijos. Pero sólo quería abortar el producto de aquella violación, cargaba cosas pesadas, se dejaba caer por las escaleras y en fin intentó un sinfín de cosas, pero ese hijo se logró. Su mamá le tenía mucho coraje y lo trataba muy mal era marcada la diferencia, y al ver sus hijos cómo trataba al más pequeño, ellos también lo despreciaban. Llegó el día en que ya no soportaba tantos malos tratos y a su corta edad, cinco años ya había tenido varios intentos de suicidio. Se buscó la ayuda pertinente y salió a la luz la verdad y pudo mediante una terapia poder perdonar y encontrar la paz que tanto anhelaba esta familia. Por eso la Biblia dice que “La verdad nos hará libre” y muchas veces queremos olvidar, enterrar aquellos recuerdos que quisiéramos jamás hubieran pasado, pero la verdad siempre sale y no se puede tapar con un dedo.
El caso de un maestro mío con su último hijo, había sido marcado con esta programación “no debe nacer”, y pudo entender por qué le habían sucedido tantas cosas en su vida.
Cuando su esposa tuvo a su última hija, el médico que la atendió, les recomendó encarecidamente que se cuidaran mucho para no volver a encargar familia –me comentaba- pues su esposa tenía problemas de várices en las piernas y el doctor vio que tal vez, otro embarazo seria fatal, pues una de las venas averiadas pasaba cerca de la vagina y era peligroso que en el momento de la expulsión del niño, esa vena se reventara y provocara una hemorragia que sería muy difícil controlar.
Por un tiempo pudieron evitar el embarazo, pero sucedió que un día, tal vez los anticonceptivos fallaron, o algo pasó, lo cierto es que de pronto comprendieron que ya había sucedido lo que tanto les recomendara el médico que evitaran: estaba embarazada.
El médico, un gran amigo de ellos, se preocupó mucho, los regañó, les hizo saber el peligro de muerte que corría su esposa y les propuso abortar el niño. Por un tiempo lo estuvieron pensando, lo discutieron, pero al fin se impuso la formación moral, la religión y sobretodo la fe en Dios y decidieron que ¡sí nacería!
El médico respetó su decisión, pero les recomendó que cuando llegara la hora del parto, lo buscaran donde estuviera, pues debería estar presente y evitar hasta donde fuera posible cualquier situación de peligro.
Cuando llegó el momento, cuando empezaron los dolores propios del parto, un domingo en que se encontraban en un día de campo, con toda la urgencia que el caso requería, se trasladaron a su casa, recogieron la ropa adecuada y se fueron al hospital.
Durante toda la noche su esposa sintió los síntomas y los dolores, pero el niño no se atrevía a nacer. Al día siguiente los regresaron, pues no fue posible que el niño viniera a este mundo, y así pasó toda la semana.
Cuando volvieron los dolores, ahora más intensos, volvieron a ir al hospital, fue a buscar al médico amigo de ellos, que se encontraba en una reunión y como se los había prometido, se fue también al hospital.
El trabajo de parto duró desde las ocho de la noche hasta la una de la madrugada. Parecía muy extraña la situación, pues en los cuatro partos anteriores, casi en cuanto llegaban al hospital, los niños nacían inmediatamente, y ahora comprendía lo que pasaba, el niño no se atrevía nacer, pues a qué venía a este mundo, si sus papás no lo querían.
Sin embargo, nació, pero siempre fue un niño que cada vez se accidentaba, cuando no se caía de la andadera, se tiraba de clavado de la cama, o bien, en la escuela lo descalabraban, le cortaban la cara con diferentes juguetes, etc., etc., pero además era muy agresivo y cada día lo tenían que castigar porque se peleaba con otros niños, inclusive mucho más grandes que él.
Un día los mandó llamar la maestra, porque ya no lo aguantaban, y les puso un ultimátum acerca del comportamiento del niño. Ellos ya no sabían qué hacer, pues castigos, buenas palabras, consejos, promesas, etc., nada, absolutamente nada funcionaba.
Pero un día, al asistir a un curso comprendieron de buenas a primeras cuál era la razón de su comportamiento, pues él no era consciente de su actitud, sino que estaba manejado por el coraje, el odio, el rechazo de parte de sus padres, que lo hacía ser agresivo contra todo y contra todos. Continuará...
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