(Vigésima cuarta parte)
Un señor me comentaba que para él era muy problemático subirse a un lugar elevado, como el techo de una casa, alguna escalera o un avión, pues padecía de “vértigo”.
Y así, infinidad de testimonios de gentes limitadas para disfrutar la vida, por situaciones, que siendo niños nos marcaron fuertemente con el “miedo”.
Esto lo saben los dirigentes del mundo condicionado y ahora lo usan para poder movernos, según sus deseos y conveniencias. Otras veces nos manejan con el “infierno”, el “demonio”, el “pecado”, “que no vamos a tener salvación”, etc., y entonces la gente tiene que cumplir con los ritos o caprichos de los “elegidos” del momento. El gobierno también ha ideado una serie de frases o consignas para hacer que el ciudadano actué o se comporte de acuerdo con lo que se establece y así poderlo controlar, tanto en el aspecto fiscal, moral o legal.
La familia, también establece sus normas a base de miedo para que los miembros del hogar cumplan según lo establece “alguien” y cuidado si alguno de sus componentes de ese núcleo no lleve a cabo dichas normas.
Algunos de mis estudiantes, cuando analizamos esto del miedo, y comprenden a qué se debe, que teniendo las capacidades y aptitudes para iniciar algo por su cuenta, no lo han podido hacer, cambian su actitud, desechan esa limitante y los resultados no se dejan esperar.
Porque: ¿Qué es el miedo? ¡Nada! Sólo una actitud, un concepto, una idea. Si en este momento le pidiera que saliera a la calle con un recipiente en las manos y lo trajera lleno de “miedo” ¿De qué lo llenaría? ¿Verdad que no lo encontraría por ningún lado? De tal manera, que si a usted lo manejara algún miedo, sólo vea cuál fue la razón que le pusieron en su mente, cuántas veces se lo hicieron sentir, pues recuerde que eso está en el pasado, que no debe seguirlo manejando.
“No siempre obtenemos lo que queremos, pero sí, definitivamente lo que esperamos”. Cuántas veces pedimos algo, que no quisiéramos que nos sucediera, pero que en nuestro interior, inconscientemente es lo que sabemos que va a suceder. Por ejemplo: anda el niño para arriba y para abajo en la escalera, no le ha pasado nada en toda la mañana, pero en cuanto lo ve la mamá, luego, luego le grita o piensa para sí misma. ¡Se va a caer! ¿Y qué es lo que pasa? Se cae, y la mamá ¿quiere que se caiga? Pues ¡No! Pero ¿qué es lo que está esperando?
Otra situación: vamos al cine, dejamos el automóvil en alguna calle obscura y solitaria. Cuando lo cerramos con llave, nos viene el pensamiento: a ver si no le roban algo. Y ésa es nuestra preocupación toda la función.
Cuando salimos del cine, llegamos al auto y nos percatamos que efectivamente le falta alguna parte y sólo decimos: ¡Ya lo presentía! ¿Nosotros queríamos que nos robaran algo? –No- ¿Pero qué estábamos esperando?
“Lo que temo eso me llega, lo que me atemoriza eso me atrapa”. Cuando tememos algo, empezamos a generar una energía a nuestro alrededor en torno aquella idea que tanto tememos y como el temor es una de las emociones más fuertes que poseemos en nuestro subconsciente, pronto se convierte en realidad (la ley de atracción que se maneja en el tema de moda “The Secret”).
Tal vez esto sea la causa de esos “inexplicables” accidentes en que el auto es arrollado por el ferrocarril, pues siendo un instante de diferencia entre el paso del automóvil sobre las vías del ferrocarril, ese “instante” se convierte en una “eternidad” y el impacto se realiza con los trágicos resultados que todos conocemos.
El automovilista piensa que alcanza a pasar antes que el tren, pero inconscientemente está pensando “a ver si no alcanzo a pasar”. Y como esto lo piensa con temor, “crea” todas las condiciones para que su subconsciente tenga la razón.
Así que cuidado con esos pensamientos negativos que nos asaltan cuando debemos salir a carretera, pues a veces, sin quererlo, empezamos a “creer” que nos vamos a accidentar, que se nos reventará un neumático, que nos infraccionará un agente de tránsito, que se nos acabará la gasolina, etc., y a no dudarlo, cualquiera de esas cosas nos sucederá.
Lo mejor es visualizar nuestro viaje realizado con toda felicidad, que llegamos a nuestro destino sin ningún contratiempo. Eso créalo, espérelo, convénzase y a no dudarlo, eso ¡sucederá! (Ley de atracción “The Secret”).
Cuando el niño está subiendo y bajando la escalera durante toda la mañana, sin que le pase nada, pero sólo basta con que lo vea la mamá, para que le grite: “te vas a caer” y todavía no lo acaba de decir, cuando el niño, por alguna extraña razón, de pronto pierde el equilibrio y se cae.
Cuando está en el suelo, llorando del dolor, todavía tiene que soportar el pellizco o el coscorrón que con mucho coraje le propina su mamá y al mismo tiempo le dice –Te lo dije, ¡qué te ibas a caer de la escalera!-.
Lo que la mamá no sabe, es que en ese momento, está condicionando la mente del niño, y de ahí en adelante, cada vez que por alguna razón tenga que subir “una escalera”, en un momento dado, la orden le va a llegar y por reflejo condicionado se “tendrá” que “caer”, ya no importa de qué escalera se trate, puede ser de una escalera física o una subjetiva.
Ésa es la razón de muchos de los fracasos económicos y sociales de muchas personas que no pueden subir la “escalera del éxito” en la vida. Empiezan por un pequeño escalón, luego suben al siguiente y cuando están más o menos alto, algo sucede y pronto caen hasta abajo.
Se vuelven a acomodar en la vida, empiezan de nuevo, el asenso ahora sí parece más firme que la primera vez, vuelven a adquirir altura, y de nueva cuenta, algo vuelve a suceder y otra vez “abajo”.
Lo que no comprendemos, es que traemos dentro de nosotros “una escalera” que no debemos ascender. Así que si algo parecido a esto le está sucediendo, haga un análisis de sus frases condicionamientos que le han puesto en su mente y vea que eso es lo que ha sucedido. Continuará...
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“QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR”.