Con elecciones en Michoacán, Puebla, Tamaulipas y Tlaxcala, el próximo domingo llegar a su fin la temporada electoral de este año. En la primera entidad citada serán elegidos simultáneamente el Poder Ejecutivo y el Legislativo y se renovarán los ayuntamientos. En las tres restantes se elegirán diputados y alcaldes.
La primera función de esta temporada ocurrió el 20 de mayo en Yucatán, donde se produjo el resultado más relevante del año, pues el Partido Revolucionario Institucional recuperó la gubernatura que había perdido a manos del PAN seis años atrás. La senadora Ivonne Ortega Pacheco, representante a la vez de una nueva generación y hecha en las tradiciones que encarnó su tío Víctor Cervera Pacheco se impuso a Xavier Abreu, el candidato panista que aspiraba a continuar el estilo de gobernar de quien había sido su jefe, Patricio Patrón. El resultado provino en amplia medida de una división interna de Acción Nacional, no sólo la que en términos locales significó la salida de Ana Rosa Payán y su conversión en antagonista de la organización en que se formó y que la llevó a la alcaldía meridana y al Congreso de la Unión, sino la que en el ámbito federal subrayó la distancia y aun animosidad de Manuel Espino y la casa presidencial. El líder nacional del PAN expuso de tal forma sus diferencias con Los Pinos que dio a entender que la derrota de su partido había sido convenida con el PRI. No sólo perdió el PAN la gubernatura sino también el control de la legislatura local.
El primero de julio se efectuaron elecciones en Chihuahua, Durango y Zacatecas. En las dos primeras entidades se mantuvo y aun fortaleció el dominio priista, que en diversos momentos y con distintos grados había sido puesto en jaque. La alcaldía de las ciudades capitales de esos estados ha quedado más de una vez en manos de la Oposición, y en Chihuahua el PAN obtuvo la gubernatura en 1992. Pero se ha recompuesto de modo notable su maquinaria y por lo tanto el papel que desempeña en los focos de poder local, las legislaturas y los ayuntamientos, que estuvieron en juego ese día.
En Zacatecas la contienda constitucional siendo intensa lo fue menos que la desplegada en el interior del Partido de la Revolución Democrática y, por decirlo así, sus inmediaciones. Los antagonistas fueron la gobernadora Amalia García y su antecesor, el senador Ricardo Monreal. Cuando éste percibió la dificultad de cumplir sus designios dentro del partido al que se afilió después de que lo condujo a la gubernatura en 1998, decidió gestionar sus intereses al margen y aun en contra del PRD. Sus propios hermanos fueron candidatos del Partido del Trabajo, con su apoyo, que se extendió a otros aspirantes a alcaldías y diputaciones en disputa, pero no del PRD. Triunfante en sus propósitos, Monreal tuvo que encarar un juicio interno en su partido, por haberlo minado, juicio del que a la postre salió bien librado. A tal punto es así, que figura ya entre los precandidatos a encabezar la dirección nacional perredista.
El cinco de agosto tuvo lugar el tercer turno electoral de este año, con los comicios de Baja California y Aguascalientes. Como lo recordamos en nuestra edición de ayer, en la entidad peninsular el PAN recuperó gobiernos municipales, la mayoría legislativa y retuvo la gubernatura no obstante los esfuerzos de toda clase del PRI por hacerse de ella otra vez, en la persona de Jorge Hank Rohn. En cambio, en Aguascalientes el resultado fue adverso para el partido blanquiazul, pues perdió entre otros ayuntamientos el de la capital, que había dominado desde doce años atrás. Como en la vecina Zacatecas, aunque con su propia modalidad, el desenlace fue causado por una división interna, atribuida al gobernador Luis Armando Reynoso Femat, que todavía no es llevado a proceso por oponerse a su propio partido.
En Veracruz hubo renovación de poderes municipales y de la legislatura el dos de septiembre; el siete de octubre en Chiapas y Oaxaca; y el 14 de ese mes en Sinaloa. El dato común a las cuatro entidades fue la recuperación y aun avance del partido tricolor, aunque con matices propios de cada estado. En Chiapas, por ejemplo, el verdadero triunfador fue el gobernador Juan Sabines, que ejerce influencia determinante en el PRD, que lo postuló a su actual cargo, y en el PRI, del que era miembro.
De las elecciones del próximo domingo, hoy nos ocuparemos de las de Tlaxcala, mañana de las tamaulipecas, el jueves de las de Puebla y el viernes de las de Michoacán. La nota sobresaliente en el panorama electoral tlaxcalteca en la última década es la veleidad de sus votantes o la reconfiguración de su clase política, con un dato constante que es la disminución de la presencia del PRI que fue hegemónica durante décadas. En la elección del día once se renovarán 60 ayuntamientos y serán elegidos 32 diputados locales, 19 de mayoría relativa y 13 de representación proporcional. Actualmente, esos poderes están distribuidos así: el PRI gobierna en 22 municipios y cuenta con diez diputados, el PRD ganó 20 ayuntamientos y diez curules, mientras que el PAN, no obstante haber alcanzado la gubernatura sólo obtuvo seis triunfos municipales y otras tantas diputaciones.
En 1998 el PRD desplazó al PRI del Ejecutivo pero una división interna le impidió retenerlo seis años después, lo que permitió a Acción Nacional ganar la gubernatura con un candidato priista, Héctor Ortiz, que en el tricolor pertenecía a la obediencia paredista (la de Beatriz Paredes).