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Fito Páez y Pablo Milanés ponen broche de oro

Pablo Milanés y Fito Páez vibraron junto con los saltillenses.

Pablo Milanés y Fito Páez vibraron junto con los saltillenses.

Violeta Rodríguez Vargas El Siglo de Torreón

Fito Páez y Pablo Milanés conquistan a saltillenses en el Festival Artístico Coahuila 2007

SALTILLO, COAH.- Los micrófonos estallaron, Fito Páez y Pablo Milanés, vibraron junto con los saltillenses. El aire frío que se respiraba tenía una esencia argentina, un sazón cubano. Plaza de armas Saltillo, 31 de octubre de 2007…

A las 19:00 horas una leve brisa de aire fresco cubría los rostros, en el ambiente flotaba un tono bohemio. Las puntuales observaban cuál sería el mejor ángulo para disfrutar del recital y acomodarse ahí. Las pruebas de sonido robaban el aliento al adelantar algunos acordes, del escenario salió un hombre flaco con un suéter rojo y el cabello revuelto: Fito Páez, se sentó frente al piano de cola, estratégicamente colocado y al tiempo que tocaba daba instrucciones de subir y bajar el volumen. No faltó quién le ayudara: “más alto” le decían al tiempo que el músico sonreía y agradecía. Sólo unos minutos permaneció ahí, sus músicos continuaron hasta dejarlo todo perfecto.

La pequeña plaza fue llenándose poco a poco hasta no poder más, jóvenes, adultos, ancianos, todos se dieron cita para ver el gran cierre del Festival Artístico Coahuila 2007. No faltó quiénes no tenían ni idea de los que se presentarían, murmuraban y se mantenían en pie con gran expectativa en el rostro.

Entre empujones para conseguir el mejor lugar, los asistentes no dejaban de moverse, para mitigar el frío y quizá la emoción. El escenario ya estaba montado, las luces bailaban y un fondo musical aumentaba la adrenalina. La noche no podía ser mejor la catedral, abrigaba a los presentes.

El reloj de la catedral con su puntualidad religiosa, marcó las ocho de la noche, era momento de recibir a quien vendría a ofrecer su corazón y a quien nos recordaría que aún quedan restos de humedad.

Fito Páez apareció solo en el escenario. El público vibró. Con su acostumbrada imagen desenfadada, con el cabello más revuelto, saco negro y el mismo suéter rojo. “La sabiduría llega cuando no nos sirve para nada” fue lo primero que emanó de su boca, parte de la canción de su nuevo disco titulada Si es Amor, le siguieron canciones como Sofi fue una Nena de Papa, Tumbas de la Gloria. La locura llegó cuando se levantó, tomó la guitarra y cantó Ciudad de Pobres Corazones.

Cualquier lugar era bueno, con tal de conseguir la mejor vista, incluso la Fuente de las Ninfas permitió que dos eufóricos subieran a ella para ver al rockero.

Regresó a su amado piano y cantó Dale Alegría a mi Corazón con la que se puso de pie e invitó a cantar y aplaudir. Saltillo no podía más, y Rodolfo Páez, se entregó totalmente. Al Lado del Camino, Un Vestido y un Amor, Las Palabras, Mariposa Tecnicolor, fueron cantadas al borde del grito por todos.

Una hora después Fito se levantó, agradeció y prometió volver con un grande… Pablito. Después de la euforia un largo intermedio se hizo presente y mientras seguían gritando regresó Fito.

El staff retiró el piano de cola y acomodó el escenario para recibir al uno de los precursores de la nueva trova: Pablo Milanés. A las 9:13 la espera fue inaguantable, el público pedía mas, no se conformaba. Se terminó de montar el escenario y Pablito con un caminar pausado y algo torcido, apareció en el escenario, de inmediato y a pesar de su inexpresividad, inundó con voz, el romanticismo se podía oler en el lugar, “Yo no te pido” le gritaban.

De Qué Callada Manera fue de las más ovacionadas, no había mas que miradas dulces para Milanés. Presentó varias canciones que aseguró estarán en su próximo material.

A las 9:40 al tiempo que Milanés interpretaba, de un costado del escenario un admirador se fumaba un cigarro mientras cantaba la música del cubano, era Fito Páez, quien después de desprenderse del suéter, brincó al escenario y se sentó frente al órgano. Pablo se acercó y como sólo ellos podían hacerlo interpretaron Yo Vengo a Ofrecer mi Corazón. Una delicia, un verdadero regalo era escuchar esa maravillosa combinación de explosividad por parte de Páez y el tono maduro y mesurado de Milanés. Ya la suerte estaba echada, quienes asistieron disfrutaron de Yolanda y El Breve Espacio con una pasión y una fuerza, que llevó a muchos hasta las lágrimas.

A las 10:24 Ya nada más podía pedirse y cuando ya nada más se esperaba , los grandes maestros , emocionados, se abrazaron se besaron en las mejillas y se perdieron en el fondo del escenario, el cielo se cubrió de fuegos de colores, para cerrar el festival con verdadero broche de oro.

Refleja Fito ‘un par de cosas’ en su disco

Es un hombre de 44 años. Tiene dos hijos y ha vivido “un par de cosas”. No es Fito Páez el rockero enloquecido, tampoco el cineasta trasgresor ni el idealista que fue a cantar a Cuba como el primer músico extranjero en tocar en la Plaza de la Revolución. Es, en cambio, un padre de dos hijos con algo qué decir sobre las relaciones humanas.

Cada día es menos enamoradizo y se muestra paciente, cuando Margarita, su hija más pequeña, le interrumpe justo en el momento en que atiende una entrevista.

Fito habla de su nuevo disco, “Rodolfo”, en el que rinde un homenaje al amor, pero no sólo como un sentimiento de pareja sino llevado a otras latitudes como puede ser el amor de los padres o aquel que se derrocha por los amigos, los ídolos y los colegas.

Además, el título de su nuevo álbum (mismo que evoca al nombre que le dio su padre), refiere no sólo un redescubrimiento del amor, también una mirada más profunda a su relación con el piano y su alma misma, aunque él prefiere llamarlo “un refugio en el legado más íntimo”.

“Rodolfo” fue concebido al mismo tiempo que Páez terminaba de mezclar su más reciente filme, “¿De quién es el portaligas?” (cinta que planea traer a principios de 2008 a México). La inspiración surgía cada noche, y sin esperarlo en dos semanas Fito ya tenía escritas las canciones. En un mes, el disco estaba terminado.

“Es difícil explicar el origen de las cosas, es tan incierto todo, pero lo que recuerdo es tener el deseo desde hace muchos años de grabar un disco solo con el piano, y yo pensaba que no estaba listo, y en el proceso, que me llevó muchos años, lo fui perfeccionando. Fui trabajando diferentes técnicas y formas, cantautores. Lo pensé como si fuera a hacer un CD en casa para regalárselo a mis amigos”, recuerda Páez.

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