EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Flaquezas humanas

Addenda

Germán Froto y Madariaga

Somos una sociedad con muchas limitaciones. Una nación pobre, que no ha sido capaz de encontrar sus coincidencias por encima de sus diferencias.

Una sociedad en que algunas de sus autoridades se debaten entre la despenalización del aborto y la autorización de la eutanasia, antes que ponerse de acuerdo para ver cómo recibimos mejor a los ciudadanos por nacer y de qué forma les otorgamos una vejez digna a nuestros ancianos.

Una comunidad con serias limitaciones y discapacidades, en la que predomina la ausencia de valores fundamentales para construir un Estado mejor. En el que de verdad impere la voluntad de la mayoría de los ciudadanos y sobre todo, los mejores intereses de la República por encima de cualesquiera otros.

Bastaría un breve repaso de nuestras grandes discapacidades para darnos cuenta de cuán pobres somos y no sólo porque nos falten recursos, sino, lo que es más grave, porque nos faltan valores.

Porque “deficiente” es aquel que no consigue modificar su vida y acepta las imposiciones de otros, sin darse cuenta de que al hacerlo deja su destino en manos de esos otros.

Qué mayor deficiencia puede haber, que aquella que nos lleva a aceptar los dictados de otros que llegan a nosotros merced a las decisiones de personas que no están buscando en realidad el bien común, sino solamente responder a los intereses políticos o partidistas de otros más, a los que parece sólo importarles la conservación o consecución del poder público.

Porque es “ciego”, el que no ve la pobreza de sus hermanos, de sus próximos, que mueren de hambre, frío o abandono y sólo tiene ojos para ver sus míseros problemas y sus pequeños dolores o sus mezquinas ambiciones.

¿Puede haber mayor ceguera que ésa? ¿Puede haber mayor muestra de egoísmo? Y lo peor es que a veces no viendo esas grandes carencias no nos condolemos de nuestros hermanos, porque no sólo están necesitados de nuestra ayuda material, sino de la espiritual. De nuestro afecto, amor y consideración. Muchos de ellos tienen más hambre de dignidad que de pan.

“Sordo”, es aquel que no tiene tiempo de oír el desahogo de un amigo o el llamado de un hermano, pues considera que no puede perder su tiempo en esas nimiedades.

Claro que, quien así actúa, no es amigo ni es hermano. Somos una sociedad en permanente diálogo de locos, pues queremos ser escuchados, pero nos negamos a escuchar y no prestamos atención a lo que el otro nos dice, por estar pensando en lo que nosotros vamos a decirle en nuestra defensa.

Es también “mudo” el que no consigue decir lo que piensa y se esconde tras la máscara de la hipocresía.

Cuántas veces nos quedamos callados y permitimos que se cometa una injusticia, antes que contradecir al poderoso política o económicamente.

No evitar, permaneciendo en silencio, que alguien sea injusto con otro, es tanto como cometer la injusticia nosotros mismos.

“Paralítico”, es aquel que no es capaz de caminar en la dirección en que otros lo necesitan. Es permanecer paralizado, sin actuar, aunque escuchemos una petición de auxilio o de ayuda de uno de nuestros hermanos.

La inamovilidad, por temor o cobardía es sin lugar a dudas complicidad, que trasciende a toda la sociedad, que por ello, se paraliza y deja de avanzar.

Es, igualmente. “Enano”, el que no deja crecer al amor en su corazón, pues bien sabemos que la grandeza de un ser humano no está representada por su estatura física, sino por la capacidad de amar que habita en su alma.

Somos, en fin, “miserables”, porque tenemos tantas flaquezas y miserias humanas, que no merecemos otro calificativo que ése.

Nuestras discapacidades sociales, nos impiden actuar correctamente. Y lo peor del caso, es que ni siquiera somos conscientes que las tenemos.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 270060

elsiglo.mx