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El REDONDEO Y LOS SORDOS

Hace pocos días escuché un comentario relativo a la falta de seguimiento hacia los donativos producto de la famosa campaña de “redondeo” que hacen algunas de las grandes corporaciones comerciales nacionales.

Soy un ferviente defensor de la campaña citada, ya que opino que de no hacerla estas corporaciones, nadie más las haría; y eso es peor que la desconfianza de las personas que aportan voluntariamente, y que en Internet han expresado su oposición a dicha campaña.

Sin embargo hace poco me enteré de buena fuente, que recién le hicieron entrega del redondeo a una institución PRIVADA propiedad de la familia González Torres, (parientes del “Dr. Simi” y del “Niño Verde”).

Me pregunto si acaso no existirán instituciones de verdadera beneficencia pública o privada, que se encuentren mucho, pero mucho más necesitadas de ayuda económica, como para que se les tome en cuenta a la hora de decidir el destino del producto de la famosa campaña de redondeo.

Hace una semana asistí a la ceremonia de graduación de la Escuela para personas sordas, fundada hace 50 años por el Dr. Alfonso Garibay Fernández; y creánme, es conmovedor constatar las condiciones de carencias materiales en que las admirables personas que ahí laboran, desarrollan sus labores para ayudar a los niños, niñas y jóvenes que ahí aprenden a comunicarse con otras personas, (a pesar de su sordera); pero sobre todo, a alcanzar un desarrollo personal y familiar más satisfactorio y de mayor beneficio para nuestra sociedad lagunera.

Lo anterior me ha convencido que hace mucha falta darle seguimiento a lo recaudado en la campaña de redondeo, así como de reglamentar la participación de ONG´s en los cuerpos directivos que deciden el destino de los fondos recaudados.

De continuar la actual falta de ordenamientos legales y administrativos para vigilar el desempeño de la famosa campaña de redondeo, se corre el riesgo de que dicha campaña desaparezca por falta de personas interesadas en hacer su donativo voluntario; y lo que sería peor, se incrementaría aún más la falta de confianza hacia las campañas altruistas y/o hacia las instituciones de beneficencia, ya sean éstas públicas o privadas.

Atentamente:

Ing. Iván Berrón López

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