En los últimos años, la presencia de las féminas se ha incrementado significativamente en el ámbito laboral, pero pocas escalan a puestos directivos. (El Universal)
En los últimos 35 años, la presencia de las féminas en el ámbito laboral se duplicó, pero el 40% de ellas gana apenas el salario mínimo.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, DF.- “A medida que aumentan los salarios, disminuye el número de mujeres bien remuneradas entre la población ocupada. Es notorio cómo este grupo se concentra en las ocupaciones que proporcionan menos ingresos, sin embargo, esto no se debe a que estemos menos preparadas que los hombres, hay que investigar qué pasa”, afirmó Gina Zabludovsky, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) al presentar, el pasado 15 de marzo, un estudio sobre Mujeres en cargos de dirección, ante aproximadamente 70 ejecutivas convocadas por la consultora Ernest & Young.
La doctora en Sociología por la misma institución, dijo al iniciar su participación, que las mujeres siempre han trabajado, en el hogar y apoyando a los esposos, padres o hermanos en el campo u otras actividades, “sólo que teníamos un papel invisible en el siglo XX, afortunadamente, esa situación está cambiando”.
La participación ‘formal’ del género femenino en la fuerza de trabajo se ha duplicado, al pasar de 18 por ciento en 1970 a 38 por ciento en 2005, lo cual forma parte de una revolución que se da en todo el mundo en cuanto a reconocimiento de este grupo social, agregó Zabludosvky. No obstante, aunque el 29 por ciento de esas trabajadoras percibe más de cinco salarios mínimos, todavía el 40 por ciento gana menos de un salario mínimo en las zonas urbanas.
“Si ellas casi no reciben ingresos, habría que preguntarse por qué —señaló la socióloga— es un hecho que eso no responde a la falta de estudios porque hombres y mujeres van a la par en todos los niveles escolares, en 35 años la participación de las mujeres en las universidades se triplicó hasta alcanzar el 51 por ciento en 2005, incluso ellas destacan más que ellos en promedios de calificaciones”.
En el ámbito empresarial también ha habido un cambio importante, el índice de mujeres propietarias de compañías creció de 25 por ciento en 1991, a 33 por ciento en 2005 “pero una vez más, este panorama no es nada optimista, porque las que se dicen empresarias es porque ponen una tortillería o tienda de sopes y ganan menos del salario mínimo, en realidad están en áreas de subsistencia”, lamentó la investigadora.
Así, sólo el 23 por ciento de las empresarias gana más de cinco salarios mínimos, mientras que el 45 por ciento de ellas apenas percibe más de un salario mínimo. Por otro lado, el índice de crecimiento de las mujeres empleadoras —que por lo menos tienen a un trabajador aparte de sí mismas— fue mucho más bajo: 14 por ciento en 1991 y 17 por ciento en 2005.
En cuanto a las empleadas ejecutivas, refirió Zabludovsky, “de las 500 empresas más importantes del país, es impresionante que sólo hay cuatro directoras generales o CEOs. Después, hay una concentración muy fuerte en direcciones de Recursos Humanos, Mercadotecnia y Relaciones Públicas (41 por ciento), mientras que en el área de operaciones sólo se alcanza el 5 por ciento.
Lo anterior refleja que el fenómeno llamado Techo de Cristal (freno invisible que no les permite llegar a las féminas a la cúspide de las empresas) sigue existiendo “aunque hay casos individuales en los que ellas no han sentido estos obstáculos”, agregó la socióloga.
Zabludovsky explicó que todavía no se erradica de las organizaciones el modelo de autoridad jerárquica, basado en la burocracia, en el que el papel de la mujer es una extensión de su rol en el hogar (apoyo al hombre) y destaca en ese mismo sentido, la función de las esposas de los ejecutivos, que con trabajo, también invisible, respaldan sus logros.
Sin embargo, la investigadora se muestra optimista ante un futuro equilibrio de la participación de ambos géneros en todos los ámbitos: “Yo creo que vendrá un liderazgo tipo andrógino. Las mujeres deben ser más firmes para poder dirigir y orientar, y los hombres más altruistas y que sepan enfrentar sus emociones, sólo así se logrará un verdadero cambio”.
