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Generosidad

Las laguneras opinan...

Rosario Ramos Salas

Por ahí he escuchado el comentario de que los laguneros nos caracterizamos por ser generosos y tesoneros. Virtudes ambas que parecen ser un común denominador de los que aquí habitamos. Una razón pudiera ser el que no somos la ciudad capital de nuestro estado y la solución de nuestros problemas en mucho depende de nosotros mismos. Por algo dice el slogan: vencimos al desierto. Y para vencerlo supongo que si algo se necesita es ser tesonero y generoso.

Muestra de esto es tal vez, la gran cantidad de organizaciones no gubernamentales o como se les dice organismos de sociedad civil, que en Torreón y en La Laguna existen y que no son otra cosa que organizaciones de ciudadanos voluntarios que están a la base de la sociedad y que se diferencian de las organizaciones del Estado o de las empresas.

Existen en Torreón numerosas experiencias de ciudadanos que comparten un problema social en común y se reúnen con el fin de resolverlo. Jurídicamente pueden adoptar diferentes status, entre otros asociación, fundación, cooperativa, pero siempre sin fines de lucro. Son independientes de los gobiernos y se organizan con un objetivo definido por sus integrantes, para prestar un servicio social y humanitario, que por lo general, el beneficiario no tiene que pagar.

Las personas que conforman estas organizaciones se caracterizan por su entrega, generosidad y altruismo a veces sin límites. Son personas incansables que ponen todo su esfuerzo, capacidad y pasión en sacar adelante estas organizaciones, que además deben buscar los recursos para su sostenimiento y son ejemplo de manejo eficiente y transparente de los mismos.

¿Quién no recuerda los famosos kilómetros de plata que se organizaban en el Centro de la ciudad con un fin social, o el boteo en los semáforos, las campañas de búsqueda de donativos, las famosas pollocoas, kermeses y muchas otras actividades que emprenden estas organizaciones para conseguir fondos?

Cada vez es más difícil que los gobiernos resuelvan todo tipo de problemas a los que se enfrenta la sociedad. El Estado no es ya el único actor. Es entonces que este tipo de instituciones entra en acción y participa en y con la sociedad.

En los últimos días he tenido contacto con dos grupos de personas que trabajan para responder a un problema social. Por lo general quienes ahí laboran lo hacen de manera voluntaria, generosa y desinteresada.

Por conducto de una amiga, conocí la experiencia de PAMDY, programa de ayuda para un mejor control de la diabetes y una vida plena. Ella me ha compartido su entusiasmo y pasión por el trabajo con los niños de diabetes.

PAMDY es una asociación civil que se constituyó en febrero del año 2000 para apoyar a niños insulino-dependientes en extrema pobreza. Estos niños, por el medio en el que viven y la deficiente calidad de vida están expuestos, a que si no controlan la enfermedad de la diabetes, en el futuro sufrirán complicaciones que pueden llevarlos hasta la muerte.

El grupo se ha dado a la tarea de orientar y atender a los niños y a sus familias, no sólo en el aspecto médico sino también espiritual, psicológico y social. No es sólo conseguir los medicamentos del tratamiento, sino muy importante hacen una labor educativa para enseñarlos a llevar una alimentación sana, a formar hábitos y que ellos mismos, los niños, puedan llevar un autocontrol de su alimentación, medicación y ejercicio. Actualmente atienden 80 familias del área rural y urbana, les facilitan los insumos médicos, ofrecen cursos de nutrición, les enseñan a dosificar y manejar la insulina y les dan apoyo psicológico.

Cuando no se ha tenido contacto con familiares o amigos con diabetes, es difícil darse cuenta de la magnitud de este problema de salud pública. Gracias a PAMDY y a las personas que ahí colaboran es que estos niños y sus familias tienen la oportunidad de cambiar la percepción y actitud frente a la diabetes, para así poder integrarse de manera normal a la sociedad y tener un mejor futuro.

Tuve también la gran fortuna de conocer la organización Mentes con Alas. Comunidad de vida para adultos con parálisis cerebral. Quien es su fundadora, inspiración y motor me compartió cómo fue que inició con esta asociación, que hoy da servicio a 14 adultos con parálisis cerebral.

Un día esta mujer, madre de un hijo adulto con parálisis y daño neurológico se dio cuenta que su hijo se había hecho adulto y sentía que como adulto no había lugar para el, además de que veía que no progresaba en su desarrollo. Preocupada por el futuro de su hijo y el de esos adultos con parálisis cerebral que no tienen cabida en la sociedad y en otras organizaciones, se dio a la tarea de pensar, luego de más de un año de hacer una investigación de campo, una organización que atendiera adultos, hombres y mujeres, mayores de 21 años. Fue así como nació, hace apenas tres años Mentes con Alas, primera en su tipo en la Comarca Lagunera.

Desde la profundidad del significado de su nombre Mentes con Alas, comunidad para adultos con parálisis cerebral, la organización funciona como una comunidad donde todos son una gran familia que comparten la vida. De ahí que todos tienen que cumplir con un rol y de acuerdo a sus limitaciones, con ciertas tareas, como preparar y servir el refrigerio, sacar los colchones donde hacen la terapia física. Somos una comunidad, me dice su fundadora.

Tanto los adultos atendidos con discapacidad motriz y sus familias van dando pasos firmes para ir creciendo la organización. Quizá si no existiera Mentes con Alas, ellos, serían personas sin un espacio seguro para desarrollar sus potencialidades, serían personas a las que se les excluye de la sociedad, a pesar de que no tienen discapacidad intelectual. Ellos están solamente afectados de su sistema nervioso central que controla el movimiento. Pero su vida afectiva, intelectual y sexual es tan sana o más, como la de cualquier persona sin discapacidad. Y tienen derecho a desarrollarse con dignidad y crecer como seres humanos.

Esta madre con una fuerza interna que la mueve, siente a veces que el mundo se le viene encima y piensa que el reto es enorme; sin embargo como ella misma dice la generosidad de la gente de Torreón ha hecho que salga adelante, que ahora tengan ya una casa donde proporcionan, a estos 14 adultos terapias físicas, música, pintura, movimiento, computación, talleres de lectura y muy pronto tendrán talleres protegidos. Éstos consisten en aprender un oficio y se comparten con personas que no tienen una discapacidad para de esa manera poder ofrecer al adulto una forma de vida.

Casos como éstos nos alientan y animan a creer más en el lagunero, a descubrir lo generoso que puede ser una persona o un grupo y darnos cuenta de lo que somos capaces de lograr cuando nos organizamos como comunidad para resolver problemas sociales.

Seguro que quien lea este artículo tendrá cerca alguna organización de este tipo; sólo espero que el texto sirva como reflexión y que nos mueva a ayudar generosamente a quien lo necesita.

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