Un documento de la firma KPMG revela que la mayoría de los fraudes en las empresas mexicanas son cometidos por personas que ocupan puestos gerenciales. Generalmente, dice el análisis, son gente de 36 a 55 años que tienen seis años de antigüedad. Según el estudio el 67 por ciento de los casos se ha detectado después de haberse cometido, donde los más comunes son la alteración de estados financieros, así como la apropiación indebida de efectivo. El vicepresidente de la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (Amedirh) señala que los llamados fraudes internos varían entre 300 a 500 casos por año y sus montos van desde cinco mil a los 100 mil pesos. Por lo regular los comete el personal en sucursales financieras en contacto con clientes. En tanto, los fraudes realizados por directivos estiman que van desde los 500 mil a los diez millones de pesos. Según los especialistas, las empresas de los países emergentes no cuentan con una política antifraudes, ni tienen capacitado personal que inspeccione cualquier tipo de anomalía dentro de la empresa, por lo que estiman que todas son propensas a este tipo de actos. Para Juan Carlos Treviño, gerente de Práctica Asesoría en Riesgos de Fraude de Ernst and Young México, dice que el fraude es una realidad en todos los negocios, “es como una enfermedad, que no respeta el tamaño”, sin embargo, reconoce que no existe una cultura de prevención. Según los analistas, los países en desarrollo no tienen una cultura antifraude por lo que las acciones que toma una empresa siempre son después de verse afectadas por un fraude de un empleado.