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Gobernadores (15) Montemayor Seguy

Hora cero

Roberto Orozco Melo

Eliseo Mendoza Berrueto fue gobernador de 1987 a 1993. El Gobierno que surgiría de la siguiente elección fue el último del siglo veinte. En este proceso se advertía el perfil de un fresco cambio generacional y así fue, pues sucesivamente gobernaron a Coahuila tres jóvenes ciudadanos nacidos en los decenios cuadragésimo y sexagésimo del siglo pasado: Rogelio Montemayor en 1947, Enrique Martínez y Martínez en 1948 y Humberto Moreira Valdés en 1966. Todos menores de 50 años.

Este cambio no sería único en el ambiente político. El presidente Salinas de Gortari, a cuyo favor había operado el PRI la dudosa victoria de 1988, declaró culpable al partido tricolor del entredicho legal en que fue colocado por “la caída del sistema” y lo sentenció en silencio a la desaparición paulatina. Inspirado en el dicho “Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre” (nunca en mi contra) Salinas maniobró entonces para descalificar los triunfos del PRI en cuatro elecciones estatales y entregar los siguientes estados al PAN: Baja California Norte, Chihuahua, Guanajuato y San Luis Potosí. Igual dispuso que el PRI celebrara una asamblea nacional para aprobar una reforma estatutaria que exigiera a los candidatos a gubernaturas y Presidencia de la República certificar, requisito a él no aplicable, haber sido electo previamente en dos cargos de elección popular.

Estas reformas significaron un obstáculo para uno de los dos aspirantes a gobernador de Coahuila por el PRI: Rogelio Montemayor, quien para vencerlo tuvo que ganar la elección de diputado federal en 1988 por el distrito de Sabinas y en 1991 la de senador de la República por Coahuila. Enrique Martínez y Martínez, su contrincante en el proceso interno, contaba con dos antecedentes de participación electoral y política pues recién había sido alcalde de Saltillo y era en 1993 diputado federal por el primer distrito de Coahuila. Sin embargo, Montemayor contaba con una ventaja todavía decisoria: la amistad del presidente Salinas de Gortari.

Otras piedras aparecieron en el camino de Montemayor. La de mayor tamaño fue su virtual destape desde mil días antes de la elección, al ser designado por el presidente Salinas para coordinar en Coahuila el programa Solidaridad. Los saltillenses, tan aficionados al beisbol, decían que el catcher había telegrafiado el tiro a segunda con mucha anticipación, quitándole sabor al juego. Otros se dolían de que la lucha política no tuviera el suspenso de contiendas anteriores más reñidas.

Sin embargo, la ruta seguía difícil de transitar: los dos precandidatos del PRI y de otros partidos tendrían que remontar el complejo y desfavorable ambiente económico del Estado, con gran desempleo en La Laguna, la Carbonífera y Monclova, atribuido desde veinte años atrás a la apertura del mercado mexicano ante la competencia del comercio de otros países. Disputar la candidatura del PRI iba a significar que Montemayor luchara contra un candidato muy competitivo: Enrique Martínez, pero éste atendió a una petición que en persona le hizo el propio presidente Salinas de Gortari -con el fin de conservar la unidad interna del PRI- y decidió dejar la contienda. Seis años después ganaría muy holgadamente el Gobierno de Coahuila.

Las elecciones de 1993 -disputados por Montemayor y el PRI contra Rosendo Villarreal y el PAN- fueron ganadas por el PRI y Montemayor con un 65 por ciento de la votación registrada. El actual presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa -a la sazón líder de Acción Nacional- reconoció públicamente la gran organización mostrada por el PRI y su consecuente triunfo.

Montemayor hizo un buen Gobierno, respetuoso de la opinión ciudadana; su obra pública se centró en las vías de comunicación, especialmente en el sureste, la carbonífera, la Comarca Lagunera y la región fronteriza, donde se modernizaron muchas vialidades eliminándose los riesgos de su antigua construcción. Verbi gratia el tramo de La Muralla en la carretera 57. Igual se impulsó la construcción de escuelas y la urbanización de las principales poblaciones del estado. La educación recibió atención, la seguridad pública tuvo un buen nivel y los medios de comunicación fueron respetados en sus opiniones y sugerencias.

Dos finales notas luctuosas: Nuestra pena ante la muerte del gran jugador de beisbol Vinicio García (que en paz descanse) quien por primera vez en 1947, a sus 17 años de edad, jugó con el equipo de Parral, Chihuahua contra los Pericos Verdes de Saltillo; ambos “tims” pertenecían la entusiasta y luchadora Liga Nacional. Y (one more again, Sam) el repetido y triste fin de campaña de nuestros saraperos, cuyo entusiasmo inicial y declaraciones triunfalistas nos hace concebirlos campeones cada temporada y cada año nos frustran con la obtención del repetido y chocante “ya merito”¿...El beisbol es deporte o es negocio? Está suficientemente visto y probado que el negocio no es el beisbol, sino la venta de cerveza fría y fritangas calientes...

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