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Gobernadores 3: Rodríguez Triana/Hora Cero

Roberto Orozco Melo

La transición gubernamental de 1937 en Coahuila fue muy tersa, según escribió el profesor Federico Berrueto Ramón en sus memorias. El gobernador saliente, don Jesús Valdés Sánchez, no tuvo interés aparente por recomendar ante el Partido Nacional Revolucionario a una persona interesada en sucederlo y el único grupo político importante de Coahuila, los perez-treviñistas, guardaban una discreta distancia de aquel proceso político...

Era presidente de la República el general Lázaro Cárdenas del Río. Su voz era fuerte y escuchada en el recién nacido PNR. Resultaba claro que el recién electo presidente respaldaba la postulación de Rodríguez Triana: apenas convocada la militancia para elegir candidato a gobernador, brotó una entusiasta movilización de simpatizantes que reconocían en el precandidato a un auténtico luchador agrario, oriundo de San Pedro de las Colonias y hombre de bien en toda la palabra. Los sectores conservadores de la opinión pública lo veían con reserva, dado que había militado en el Partido Comunista en forma importante, al grado de ser postulado a la Presidencia de la República...

Pareció que nadie competiría contra Rodríguez Triana; mas a última hora se decidieron a participar el licenciado Raúl Castellanos, ex secretario particular del propio ya presidente Cárdenas y el profesor Casiano Campos Aguilar. Don Raúl fue respaldado por los más reconocidos allegados a Manuel Pérez Treviño; otro grupo postuló al profesor Casiano Campos Aguilar como candidato independiente en el proceso constitucional.

La precampaña del general Rodríguez Triana daba diaria evidencia del apoyo presidencial; en días previos a la asamblea los miles de agraristas de las distintas regiones de Coahuila llegaron a Saltillo para desfilar por sus calles y en la fecha de la asamblea había registrados más de diez mil delegados trianistas. Nada ni nadie se les opuso: la tumultuosa campaña electoral definiría el futuro del partido gubernamental como una aplanadora política. En los comicios constitucionales, el 91 por ciento -de los 99 mil electores registrados- le dio su voto.

Rodríguez Triana llegó con mucha fuerza política y social al Palacio de Gobierno de Coahuila. Su programa de acción sería dirigido a mejorar sustancialmente las condiciones económicas de las clases obreras y campesinas, a superar la educación, a realizar la reforma agraria del presidente Cárdenas y a gobernar para todos los coahuilenses, sin excepción.

Algunos grupos sociales conservadores mostraron reticencia ante las acciones y decisiones del flamante gobernador. La Oposición que no se había hecho notar en la campaña electoral surgiría en los primeros días del Gobierno trianista. Don Casiano Campos se dio a la tarea de organizar la Alianza Popular Electoral de Coahuila, con el proyecto de presionar la elección de los diputados a la Legislatura local: buscaban desconocerlos. En la Ciudad de México, mientras tanto, se había constituido un comité pro defensa de Coahuila, liderado por el doctor y general Rafael Cepeda, veterano de las revoluciones de 1910 y 1913. Ninguno de los dos grupos opositores prosperaría. Se notaba, sin embargo que estaban coordinados.

Rodríguez Triana se puso a trabajar en dos prioridades: justicia para los campesinos y educación para el pueblo. Respaldó generosamente a las instituciones torales de enseñanza pública como la Normal del Estado y el Ateneo Fuente, ante lo cual reaccionaron sus enemigos que mal traducían las intenciones del gobernador. No obstante la educación rural recibió sustanciales soportes en construcción de escuelas rurales federales, escuelas prácticas de agricultura e internados para hijos de obreros y campesinos y apoyó la organización colectiva de los ejidos. No sólo eso: también repartió semilla para los cultivos, herramienta agrícola para el trabajo y otorgó créditos para perforar y equipar pozos profundos donde hubo necesidad. A este fin se crearon centrales de maquinaria para apoyar las tareas de cultivo y de cosecha: la de 1939, por ejemplo, superó los kilos obtenidos en las tres o cuatro anteriores.

En medio de la tormenta gobernó hasta el fin de su gestión el general Pedro de Verona Rodríguez Triana. La elección de sucesor no dejó de tener vientos de borrasca, pero ya era otro el presidente de la República, otros eran sus amigos, otras circunstancias políticas aderezaban el ambiente político del Estado de Coahuila.

Seguiremos el siguiente sábado con el capítulo cuarto de esta apasionante historia. (Por ahora agradezco a mi tocayo Roberto Martínez García, especialista en el periodo de Rodríguez Triana, su amable orientación) (roorozco@prodigy.net.mx)

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