El diestro Alfredo Díaz “El Conde” fue ayer el triunfador indiscutible de la tradicional Corrida de Independencia, al cortar cuatro orejas y un rabo. Estuvo brillante con el capote, las banderillas y en el estoque. (Fotografías de Jesús Galindo López)
Cuatro orejas y un rabo para el matador Alfredo Ríos.
Torreón, Coah.- En tarde agradable y ante media entrada se dio la tradicional Corrida de Independencia con tres maneras distintas de interpretar el toreo dejando una grata impresión en el público lagunero los toreros actuantes, que lidiaron un encierro de Aurelio Franco que exigió la entrega y los conocimientos del arte de lidiar reses bravas a los diestros.
Óscar San Román (rosa mexicano y oro)
Abrió el festejo el toro “100 Años” al cual recibe el queretano con verónicas de buena factura que remata con media, ejecuta un quite por chicuelinas muy ajustadas para escuchar los primeros oles de la tarde. Inicia su labor muleteril con doblones para llevar al socio a los medios y en ese terreno darse a torear por el lado derecho con tandas templadas que le fueron coreadas, deja un estocada entera que tardó en hacer los efectos deseados y todo quedó en saludo desde el tercio.
Con su segundo que llevó por nombre “Nuestra fiesta” marcado con el número 77 se abrió de capa con lucidas verónicas que remata con revolera, muleta en mano en el tercio somete a su enemigo con doblones para ahormar su embestida y torearlo por ambos lados con muy buenas maneras, se va tras la espada y logra un buena estocada que le valió el corte de un apéndice, con el que da la vuelta al ruedo.
Regaló un séptimo toro, “Lagunero” de nombre, que hizo pasar fatigas a las infanterías pero el dominio de San Román se impuso y terminó sacándole muy buenos muletazos al negro zaíno para que le otorgaran una oreja.
Alfredo Ríos ‘El Conde’ (verde y oro)
El gran triunfador de la tarde fue el tapatío al conectar con la gente y reafirmar por qué es el consentido de la afición lagunera, enfrentó en primer lugar al toro Coahuilense herrado a fuego con el número 83 para recetarle mandiles a pies juntos que remata con el manguerazo de Villalta y desde ese momento comienza la comunión entre público y torero porque todo lo que hacía “El Conde” el público se lo ovacionaba desde espectaculares pares de banderillas hasta la soberbia estocada hasta la cinta, que puso patas para arriba al morlito, para que el público pidiera las dos orejas para el torero.
Con el quinto de la tarde, que llevó por nombre “Agradecido” y llevando en los costillares el número 83 la entrega de “El Conde” no bajó de tono y tanto con capote como con las banderillas en cuarteos de poder a poder dejando los rehiletes en inmejorable sitio así como su labor de muleta ejecutando molinetes de rodillas entre la algarabía popular y entre gritos de torero, torero vuelve a volcarse sobre el morrillo del toro dejando una estocada en todo lo alto para que el público exigiera las orejas y el rabo para el torero.
Jerónimo (berenjena y oro)
La actuación del poblano fue para sensibilidades exquisitas por su forma de sentir el toreo y su peculiar forma de torear a la verónica de una manera magistral, sus chicuelinas evocan tiempos de toreros grandes y sus remates podrían ser firmados por el maestro Ruano Llopis.
Su primer enemigo Presidente No. 79 colaboró para que el torero mostrara esa difícil facilidad que tienen los toreros de arte y que llegan muy dentro del gusto de los conocedores deja una estocada en buen sitio luego de un pinchazo para saludar desde el tercio. Con el sexto de la tarde de nombre “Vamos por más” volvió a perfumar el ruedo de la plaza con ese toreo tan mexicano que atesora, desgraciadamente el toro presentó complicaciones y el torero poco pudo hacer ante esta circunstancia , luego de un pinchazo termina su actuación.
