Para los estadounidenses el 20 de enero representa el día en el que el presidente de Estados Unidos asume oficialmente su mandato de cuatro años. De ahora en adelante, el 20 de enero será una fecha doblemente histórica porque también representará el día en el que Hillary Rodham Clinton proclamó que quiere ser presidenta.
Si bien el anuncio aún no es definitivo, ya que sólo significa que la senadora explorará sus posibilidades de ganar la candidatura del Partido Demócrata, sí es un hecho sin precedentes, que también le permitirá a Hillary recaudar fondos para su posible campaña presidencial.
Argentina, Filipinas, Indonesia, Chile, Nicaragua, Nueva Zelanda y la India son algunos de los países que han sido dirigidos por mujeres, pero en EU una mujer nunca ha sido nominada por alguno de los dos principales partidos a dirigir el destino de la nación más poderosa de la Tierra.
En 1984, la demócrata Geraldine Ferraro se convirtió en la primera mujer en ser oficialmente candidata a la Vicepresidencia, pero desde entonces sólo en los pequeños partidos independientes ha habido espacio para las mujeres con ambiciones presidenciales.
Al mostrar sus cartas, Hillary ha dado sólo el primer gran paso. Sin embargo, para que su sueño de ser candidata presidencial se cristalice, todavía tiene que vencer a sus colegas de partido, particularmente al senador Barack Obama, quien también anunció la semana pasada que buscará la candidatura presidencial de su partido.
La senadora no la tiene nada fácil. Tiene toda la maquinaria de su partido a favor, es además la más exitosa recaudadora de fondos, pero muchos no han olvidado aún que fue una primera dama polarizante, que se ganó demasiados enemigos mientras su esposo era presidente y justamente Bill es el flanco débil de Hillary ante los votantes conservadores, quienes aún no lo perdonan por el escándalo Lewinsky.
Por ello, la estrategia electoral de Hillary se ha basado en enterrar su imagen de primera dama liberal y polarizante para reinventarse como una senadora moderada con un sólido trabajo legislativo. Desde su llegada al Congreso, hace ya siete años, no sólo ha sido una de las legisladoras más productivas, sino también una de las que ha logrado más consensos bipartidistas. Tras el 11 de septiembre de 2001, hizo de la seguridad nacional uno de sus temas prioritarios en el Congreso. En 2002 fue una de las senadoras que apoyó la invasión de Irak y durante los cuatro años siguientes defendió una y otra vez su decisión. Este es justo el tema que podría ser la piedra en su tacón, ya que Obama es el único precandidato demócrata que no tiene ese punto en contra, pues aún no llegaba al Senado cuando fue votada la Resolución de Guerra en Irak.
Sin duda, la elección presidencial del 2008 será muy competida y llena de candidatos formidables. En las filas demócratas Obama y Hillary sostendrán un debate de ideas, de propuestas y de posibilidades antes impensables. Del lado republicano, John McCain y Rudy Giuliani también serán excelentes contendientes, pero su debate estará enmarcado por una defensa de lo indefendible: la guerra en Irak.
Aún faltan muchas piezas en el ajedrez electoral de 2008. Sin embargo, la ocasión amerita poner los hechos en perspectiva. Sólo para Hillary, la política, se trata de ganar o perder la candidatura y posteriormente la Presidencia, pero para Hillary, la feminista y la idealista, competir por la candidatura presidencial es un hecho histórico que abre posibilidades infinitas para que otras mujeres continúen escribiendo la Historia que apenas empieza y que indudablemente tiene hoy a Hillary Clinton como su principal protagonista.
Internacionalista y politólogo
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