Kent Couch, a pesar de no tener alas, siempre quiso volar y lo hizo sobre Oregón, EU., en una silla de jardín atada a unos 100 globos de helio, en un viaje que le llevó a más de 310 kilómetros de su casa.
A sus 47 años, Couch partió en un viaje de más de nueve horas con el que consiguió elevarse a tres mil 355 metros del suelo en una silla atada a 105 globos multicolores inflados con helio.
Su equipaje constaba de instrumentos para medir la altura y la velocidad, un aparato de Sistema de Posicionamiento Global (GPS) de bolsillo, una cámara de vídeo, un móvil, una radio para comunicarse y cuatro bolsas de plástico con cerca de 19 litros de agua con grifos incorporados, que le sirvieron como lastre.
El propietario de una gasolinera en Bend, Oregón pretendía llegar a Idaho, en el centro del país, pero cuando se vio con poco más de tres litros de agua, tan solo 3.5 kilogramos de lastre, decidió que era preferible un aterrizaje controlado y seguro en el campo de un granjero cerca de Union, Oregón.
"Fue precioso, precioso" dijo Couch a la cadena de televisión KTVZ-TV, a quienes describió el viaje como un viaje en globo, pero sentado cómodamente en lugar de estar de pie.
Se trataba del segundo vuelo de este aventurero. El primero, que fue en septiembre, duró tan solo seis horas, y en él utilizó una pistola de perdigones y un paracaídas para perder altura y aterrizar.
En esta ocasión, aunque contaba también con un paracaídas en caso de emergencia, los globos disponían de una nueva configuración que les permitía expulsar el helio poco a poco para que el aterrizaje fuera lo más suave posible.
Aunque en declaraciones al periódico local Bent Bulletin, Couch dijo que desde pequeño deseó "poder saltar sobre las nubes", la idea no es suya originalmente.
En 1982, Larry Walters sobrevoló casi cinco kilómetros sobre Los Ángeles en una silla de jardín atada a varios globos.
El viaje fue todo un éxito pero en el aterrizaje, Couch tuvo que sacrificar tanto la silla en la que voló como la cámara de vídeo con la que grabó su hazaña, las cuales continuaron su vuelo sin él como pasajero.
Couch, que no pierde la esperanza de recuperar su silla y su cámara algún día, ha declarado que será su mujer la que decida si vuelve a embarcarse en una aventura semejante.