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Hora Cero| Centralismo y gas grisú...

Roberto Orozco Melo

Todos los gobernadores de Coahuila enfrentaron problemas con el Gobierno Federal en el Siglo XX. Nada supo la opinión pública de tales desavenencias, las cuales se resolvían a condición de que los mandatarios estatales bajaran la cerviz para procurar, como solían recomendar los abogados, la consecución de un mal arreglo en lugar de un prolongado litigio en un buen pleito.

El presidencialismo autocrático era implacable: no admitía retobos y menos de aquellos a quienes consideraba inferiores. Aunque las dificultades no llegaran a mayores, ni requirieran la intervención presidencial, la prepotencia de los secretarios del Gabinete Federal asumía que la conducta autocrática del jefe del Poder Ejecutivo los investía del mismo poder consustancial y por lo tanto debían ser iguales o más autoritarios e intransigentes que el propio mandatario nacional.

Obvio: eran otros tiempos, los cuales se esfumaron cuando el propio Gobierno Federal y el PRI generaron los medios jurídicos y políticos para que pudiera triunfar un partido de oposición en elecciones democráticas. El PRI había mantenido su absoluto dominio en siete decenios sobre los tres niveles del poder público. Así sucedió que pudo llegar a la presidencia de la República el señor Vicente Fox Quesada, decidido dijo, a realizar lo que llamó ?el cambio? pero que sólo fue una alternancia? bueno: dos incluidas las elecciones del 2006. Hoy existe un nuevo modelo de centralismo.

Cuando recién se había inaugurado el sexenio del nuevo gobernador de Coahuila una tragedia minera de repercusiones nacionales acaeció en el socavón de Pasta de Conchos, región carbonífera de Coahuila. En la madrugada del día 19 se escuchó en la mina 8 un fuerte tronido, luego un silencio amenazador y después el ulular de las alarmas; en un principio todo fue confusión: las familias de los trabajadores se presentaron a la puerta de ingreso a la mina para saber la suerte de sus padres, esposos e hijos que laboraban en las galerías del citado frente de extracción y cuyo destino dolorosamente imaginaban: era la fatalidad siempre esperada, que esta ocasión no había logrado conjurar ninguna ferviente petición ante Dios. Sólo se abría la puerta del galerón para sacar a unos cuantos mineros inánimes, conmocionados, parcialmente anóxicos o lesionados por la presión del estallido. De los 76 mineros designados para ?ese jale? sólo llegaron a salir 11 en tales condiciones; una simple substracción aritmética definió en la gente, después de muchas horas, el saldo posible de mineros sepultados en vida: fueron 65 los literalmente enterrados en la mina 8 de Pasta de Conchos.

El profesor Moreira, recién estrenado gobernador, se trasladó al sitio del desastre y no se movió de ahí hasta días después, por dos razones: una, hubo de avocarse a controlar el desorden en que se convierte cualquier sitio después de un siniestro; debía ver para que las esposas, los hijos y los padres de los trabajadores atrapados en el profundo socavón fueran atendidos en todas sus necesidades por los servicios médicos y las trabajadoras sociales del Gobierno y también hablar con el resto de los mineros en la superficie y con los empleados administrativos de Industrial Minera México, Después procurar que las fuerzas públicas dieran garantías de seguridad a los funcionarios de la Secretaría del Trabajo y al propio presidente Fox, en el caso de que quisiera visitar a las familias damnificadas.

Esto último no llegó a suceder: pasaron uno, dos, tres o más días sin que el presidente de los mexicanos hiciera acto de presencia en Pasta de Conchos. Había llegado el secretario del trabajo y previsión social. Estuvo Francisco Javier Salazar para dictaminar la muerte de los mineros con el pasmo y el miedo retratado en el rostro. Para atenderlo estaban algunos funcionarios segundones de la Industrial Minera México, compañía tan grande y poderosa que sólo sería posible imaginar, no saber, el número de explotaciones mineras que posee. La Bolsa de Valores, publicó ayer Miguel Ángel Granados Chapa, experimentó hace poco una revaloración de sus acciones ?de 44 a 53 pesos? por cada una y tiene un fondo disponible de más de 530 millones de dólares para la realización de obras donde sea necesario construirlas; además es dueña de las dos grandes empresas ferroviarias en que terminaron los famosos Ferrocarriles Nacionales de México. Por otra parte también reporta MGCH que el actual secretario de comunicaciones y transportes, Luis Téllez, ?era o es consejero del Grupo México? el gran holding responsable de Pasta de Conchos. No se necesita mucha meditación para concluir por qué razón el presidente Fox y su secretario de Trabajo protegieron a Industrial Minera México.

A un año del siniestro el Gobierno de Coahuila tiene lista la consignación de al menos 10 elementos de la secretaría del trabajo y previsión social que incumplieron la responsabilidad de prevenir y supervisar que IMMSA evitara lo que sucedió en la multicitada mina 8 de Pasta de Conchos. Ayer fue un día de lamentaciones, de culpar al gobernador del Estado y aún acusarlo penalmente. Ya lo había castigado Fox con la retención de fondos fiscales correspondientes a Coahuila y al solapar a los funcionarios de la STyPS que evadieron los deberes de sus cargos. Hay todavía 65 cadáveres en espera de cristiana sepultura. Hay 65 familias cubiertas por la nebulosa de la ignorancia sobre sus esposos, padres e hijos. Prepotente, la empresa no ofrece nada, se ufana de lo poquito que ha hecho y se despreocupa por cómo podrá ser, en el inmediato futuro, la operación de las minas a 120 metros de profundidad, entre los cerrados socavones y bajo el riesgo de que aparezca, otra vez, el maldito gas grisú...

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