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Hora cero| Especialisísimos...

Roberto Orozco Melo

Los mexicanos somos seres especiales; ?especialisísimos? podría haber dicho mi tía Toña Melo si hubiera vivido en estos tiempos. A ella le complacía enfatizar los superlativos mediante el sufijo ?ísísimos? para agregar una espesa dosis de importancia a sus ya exageradas expresiones coloquiales.

Fuera lo que fuera, la verdad es que los mexicanos somos gente peculiar: nos encanta poner la honra de la patria, con su enorme peso virtual, sobre el lomo de quienes participan en competencias universales. A priori e ipso facto los convertimos en espléndidos contendientes y casi seguros campeones por los títulos universales de la belleza, del futbol soccer, del arte cinematográfico o del premio cultural por excelencia: el Nobel de Literatura.

Es que así somos y ni modo de cambiar. Saborear el triunfo por anticipado, sin la seguridad de obtenerlo, es una peculiar forma de gritar ¡Viva México, carbones! como si todos los días del año fueran 15 de septiembre y el país entero rebasara con presencia jubilosa el cupo del Zócalo de la capital mexicana. Y qué bueno es que seamos de esa manera, porque por alguna vía nos debe llegar el impulso de superación, la ansiedad de ser mejores y la preocupación de alcanzar los primeros lugares en alguna actividad fuera de serie, como las enunciadas.

Pero las crudas certezas de la existencia nos ubican muy pronto en la dura realidad. Ya sea porque titubeó la competidora mexicana al responder un cuestionamiento o que, por azares del destino se le corrió el hilo de la media en la pantorrilla y en un acto reflejo inexcusable en tales eventos la señorita México se agachó feo para intentar zurcirla con su saliva y su dedo.

O, fatalidad de cada cuatro años, la selección mexicana perdió la sincronía en los avances sobre la cancha y extravió la puntería de sus tiros a gol para ganar la derrota y el oprobio del multitudinario público, más la antipatía de los miles de paisanos que tuvieron que romper su cochinito para viajar a ene parte del mundo, al costo que fuera, con tal de no perderse el presumible triunfo de nuestro equipo.

O resultó que en Los Ángeles California, la ciudad más mexicana de USA, algunos de nuestros cineastas concursaron por el Oscar de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas con una buena película, pero fueron superados por una pésima producción de Hollywood con tema de gangsters y como a su director no se le había concedido antes el Oscar, éste se presentó con ?padrinos? para saborear el triunfo; de modo que nuestros cineastas, y nosotros mismos, tuvimos que ingerir, deglutir y digerir el pan ácimo de la derrota.

O sucedió qué, a pesar de tener tan buenos candidatos al premio Nobel de Literatura, la geopolítica global demandó dar prioridad a un autor africano, árabe o turco, así que el Nobel viajó a remotos confines más necesitados del reconocimiento y de la fama universal, o con mayores reservas de petróleo en el subsuelo.

Siempre sucede algo así, pues tales somos; apostamos al triunfo en cada ocasión que parecemos tenerlo a mano, pero no tomamos en cuenta que otros países pueden plantear propuestas mejores que las nuestras, o que sus cabilderos manejaron con más eficacia la gestoría ante los jueces en los procesos de selección, o simplemente que fue una decisión ordenada por Bush y los jorocones de la Casa Blanca, ya que si alguien tiene que ser el responsable de nuestras desgracias, el actual inquilino de la residencia oficial de Estados Unidos está en el centro de una diana perfecta.

Hacernos ilusiones, fabricar sueños, esperar imposibles es herencia de nuestra genética latina. Del plato a la boca se nos cae la sopa pues ansiamos devorarla sin antes tenerla entre las mandíbulas. Los periódicos y los medios electrónicos de comunicación alimentaron previamente nuestra hambre de triunfo con tacos de casi nada, y cuando sucede que no cristalizaron nuestras esperanzas los reporteros de espectáculos y los presentadores de noticias buscan infructuosamente las razones para la sin razón presente y los asideros para alimentar una nueva expectativa dentro de un año. Somos especialisísimos...

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