Hay signos de que en México la inflación reaparece, amenazante y predatora, para desconsuelo de los mexicanos pobres, preocupación de agentes bursátiles y economistas y frustración de las clases bajas y medias que, como el mitológico Sísifo y su pesada piedra, desfallecen cuando, ya casi al llegar a la cumbre, sienten que una fuerza misteriosa los detiene y los regresa hasta el pie del ascenso, para que empiecen a subir y a empujar, otra vez, desde abajo?
Es el cuento de nunca acabar, visto, oído y padecido por el pueblo mexicano desde 1976, desde los estertores del Gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez, primero de los penúltimos cinco burócratas puestos en la presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional. El detonador del alza de precio en la tortilla fue la escasez de su ingrediente básico, el maíz y como si hubiera sido una señal de partida se desataron los precios de otros productos que el mercado no fue capaz de contener por sí mismo, como los tecnócratas del libre comercio presumen que debió haber sucedido.
Consecuentemente y porque para eso están, los partidos populistas armaron alboroto y el dizque presidente ?legítimo? Andrés Manuel López Obrador se subió al podium del escándalo para empujar agua hacia su molino. El Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa no pareció inmutarse, salvo un moderado mensaje de solidaridad pronunciado ante la zozobra de los ciudadanos por el alza en el costo de la vida. Los economistas, por su parte, se mantuvieron en su dicho: ?La economía está bajo ?blindaje? y el alza de la tortilla fue controlada (aunque de todos modos subió el precio del kilogramo de tortillas) y todo lo demás lo arreglará el mercado, calma y nos amanece?.
Sin embargo, la gente pregunta; ¿?y quién será ese tal mercado que todo lo arregla? ¿Dónde vive, quién le paga y cómo se le puede reclamar o exigir? El mercado, a fin de cuentas, no es sino un concepto figurado en la concurrencia de los fenómenos económicos, financieros y comerciales, observada y seguida por especialistas a través de un rastreo constante de las variables en los precios de los artículos de consumo necesario y en la oferta y demanda de los productos de intercambio comercial. Según los economistas, el seguimiento de las reacciones del mercado permite diagnosticar y pronosticar lo que puede suceder en el entorno del comercio, de la economía y de los valores bursátiles. Nadie hay, pues, en lo personal, a quién reclamar y exigir; pero de que el mercado habla, grita y escandaliza, no parece haber duda alguna..
Los funcionarios del Banco de México y de la Secretaría de Hacienda y Crédito público conocen muy bien a este señor mercado, pues no en balde lo siguen desde hace mucho tiempo, saben de sus caídas y levantadas, le reconocen fallas y perciben sus transitorias virtudes; de ahí que permanezcan impertérritos ante la amenaza inflacionaria y las reacciones que ha suscitado entre los partidos de Oposición, los cuales, oportunistas como siempre, han exigido juicio perentorio e inmediata guillotina para los especuladores del maíz y de la tortilla.
Pero el alza de precio en la tortilla es sólo un pretexto para gritar y muchos más han de surgir en el mediato futuro, siempre azuzados por el grupo de militantes de la izquierda mexicana que apoyó a Andrés Manuel López Obrador que empieza a cumplir su amenaza de convertirse en un permanente dolor hepático para Felipe Calderón. Juego de niños enfurruñados, dirá usted amigo lector; sí, pero que además constituyen una clara evidencia de la inmadurez de nuestros políticos. Y si no, ahí está también la nueva y caprichosa ocurrencia del PRI, del PRD y de sus partiditos satélites que anhelan defenestrar a todos los consejeros del Instituto Federal Electoral y sustituirlos por gente adicta a sus ambiciones políticas.
¿De qué se trata? Por un lado ofrecen ejercer seriamente sus funciones legislativas y por otro ?enseñan el cobre? de su desengaño electoral; en vez de aplicarse a corregir las fallas, errores y apatías que dentro de sus organizaciones hicieron posible la derrota de AMLO y de Madrazo, entre los cuales prepondera el divisionismo interno, buscan preparar el campo para las siguientes elecciones constitucionales (¿dentro de seis años?) o para alguna extraordinaria que sueñan protagonizar si previamente logran hacer que los problemas creados y por crear induzcan la renuncia de Calderón Hinojosa. ¿Exageración del columnista? Bueno, si conocemos cómo es el cobre, basta con que lo enseñen para que sepamos lo que buscan.