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Hora Cero| Propósito de enmienda...

Roberto Orozco Melo

Publicitar una obra de la Administración pública, una personalidad política y aún el objetivo social de una Ley recién aprobada parece ser base de cualquier éxito electoral, partidista, legislativo o institucional público.

La propaganda aparece útil, necesaria y hasta indispensable; los medios impresos, los electrónicos y aún los espectaculares se han convertido en apropiados hilos conductores para la notoriedad. Quien no anuncie lo que haga corre el riesgo de que su obra permanezca en el anonimato junto con quien la engendró.

Desde hace dos sexenios los políticos mexicanos gastan enormes cantidades de dinero para su publicidad. Usan recursos propios y ajenos, pues cuentan con amigos que les apoyan y con el dinero fiscal que el Gobierno les destina: primero para la organización de los procesos y campañas partidistas y después para surtir el gasto público institucional en prensa y publicidad.

Hasta hace poco, en los últimos años del Siglo XX, los candidatos a un cargo de elección popular requerían contar con una previa y mínima popularidad; tenían que ser conocidos, al menos, por la mayor parte de los electores que buscaban representar. Ahora cualquier persona puede aspirar desde el anonimato, siempre que lo apoye un partido político, así sea minúsculo, contrate a un auxiliar en relaciones públicas, publicidad y mercadotecnia y posea un proyecto de penetración social para su imagen. Sin embargo únicamente será conocido como se conocen el Sol y la Luna, sólo de vista.

Los productos industriales garantizan legalmente a los consumidores la alta calidad en su fabricación y funcionalidad; pero en el caso de los productos políticos no hay garantía posible. El riesgo corre por cuenta de los electores y de su sensibilidad, intuición y buena suerte. El ejemplo de Vicente Fox está vivo en la memoria de los mexicanos: los ciudadanos lo votaron atraídos por la publicidad mediática, la novedad de una propalada imagen empresarial, y el relativo prestigio de un partido que desconocía el manejo de la cosa pública, campaña que le fue costeada por las enormes sumas de dinero que el IFE y los amigos de Fox aportaron a ese proyecto político. ¿Y qué pasó? A unos cuantos meses de haber concluido el insustancial sexenio, apenas tenemos una idea de los daños que Fox causó al país; no obstante conocer la existencia de fidedignos informes contables que arrojan cifras multimillonarias de un dinero público cuyo origen supimos o imaginamos pero cuyo destino nadie alcanza a saber. Fox ganó la elección de 2000 por mayoría de votos y eso parece haberlo inoculado ante toda indagación.

Hoy resulta obligada la lectura, audición y contemplación en prensa, radio y la televisión de los azucarados elogios que los diputados federales, senadores y asambleístas del Distrito Federal escancian sobre sí mismos por levantar el dedo para aprobar algunas normas jurídicas que defienden o resguardan a las mujeres y a la niñez, aunque todos sepamos que las normatividades van a ser una sustancia inerte al momento de aplicarlas, pues las autoridades del Poder Ejecutivo -los Cuerpos de seguridad y el Ministerio Público de la Federación- y las del Poder Judicial, -tanto los jueces del fuero común como los del fuero federal- podrían hacer nugatorio el susodicho beneficio legislativo debido a una simple inactividad o por omisión irresponsable.

Cuánto serviría a los objetivos de nuestra decantada vida democrática que tanto los candidatos como las instituciones públicas otorgaran una fianza o garantía de honorabilidad, eficiencia y eficacia en el ejercicio de sus funciones, sobre todo si se institucionalizara la soñada “revocación de funciones” aplicable a los servidores públicos que evidencian prevaricación e inutilidad. Así se podrían corregir los errores y perjuicios que una mala elección causa al patrimonio de la sociedad y a la función pública.

Estando en Pascua, tiempo religioso propicio para el dolor de contrición y propósito de enmienda, ¿por qué, entonces, los diputados locales y federales de Coahuila no proponen y aprueban los diputados locales, muchos tan persignados, el democrático recurso de revocación de confianza otorgado a los funcionarios que no han evidenciado merecerla? Ya insistiremos otro día en la proclividad de los legisladores para disponer, a título de subvención por trabajo legislativo, de millonarias partidas de recursos que bien podrían resolver problemas sociales inaplazables.

Un si digo beisbolero:

Parece que los apelativos o epítetos de parentesco semántico con las denominaciones de los cítricos resultan ser de buena suerte para los equipos de béisbol de Saltillo. Allá por 1945 y 46 vino a jugar con los “Pericos” de Saltillo de la extinta Liga Nacional el pitcher cubano Rogelio “Limonar” Martínez quien tenía un excelente control sobre sus lanzamientos. Ahora los “Saraperos” (Liga Mexicana) cuentan con el también pitcher José Lima quien ya ganó tres juegos para el tim local. Ojalá y esta cítrica afinidad resulte promisoria para lograr el campeonato 2007, tan soñado y tan negado para el equipo saltillense.

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