Con el ambiente político alborotado por la inconformidad de los políticos tradicionales ante la candidatura del general Raúl Madero por el PRI, la Universidad de Coahuila dio los primeros pasos. Como lo había previsto González Lobo, aquel suceso no puso una muelle alfombra a la compleja caminata que iniciaba la recién aprobada institución de altos estudios.
Es posible que don Raúl Madero González ignorara la frustrada connivencia política que amenazó la viabilidad de su candidatura, pues a partir de su destape oficial el gobernador Cepeda Flores hizo responsable a la dirigencia local del PRI por el éxito de la convención estatal y vigiló con ojos propios y ajenos los detalles del proceso interno y la protesta del candidato; luego seguiría la campaña electoral por las 38 municipalidades hasta los comicios en que don Raúl fue electo gobernador constitucional de Coahuila.
Sin embargo, precedió un intermedio de tres meses exactos entre la fecha de las elecciones y la protesta del nuevo gobernador ante la Legislatura local. Conforme acaecía aquel lento impasse político, González Lobo escrutaba declaraciones, actos, hechos, encuentros y detalles, más de los colaboradores que del gobernador electo, entre los cuales podría surgir un interés en la Rectoría de la Universidad; no decidida a la sazón pues el decreto del 13 de septiembre fue omiso en definir la mecánica para la elección de funcionarios. El cronograma del proyecto, sin embargo, proponía el mes de octubre como plazo para la publicación de la Ley Orgánica de la casa de estudios. Los días corrían…
González Lobo sabía que se rumoreaba su nombre como virtual Rector, pero los chismes no definían la realidad: el gobernador Cepeda, en acuerdo con el Patronato de la Universidad —a falta de una Junta de Gobierno— iba a elegir al primer Rector. González Lobo era respetuoso de las formas y como seguía desempeñando la secretaría particular se abstenía de presionar la decisión. Consideraba un buen augurio que tanto él como don Neftalí Dávila resolvieran, sin mayores consultas, las cuestiones relativas a la educación superior y a los eventos culturales del Estado.
Narra González Lobo en sus Memorias que en los primeros días de octubre de 1957 el gobernador Cepeda le ordenó acompañarlo a realizar algunas gestiones en la capital de la República. También iría el profesor Federico Berruelo Ramón, consejero del gobernador. El cuatro de octubre, día de San Francisco de Asís, salieron a cenar fuera del Hotel Luma, donde se habían hospedado; pero al regreso el gobernador llamó a González Lobo a su habitación para decirle lo siguiente: “Tengo informes de que el Patronato de la Universidad se ha reunido hoy y continuará haciéndolo mañana. Hay algunos nombres para la Rectoría, pero se menciona principalmente el del licenciado Francisco García Cárdenas, el del ingeniero Enrique Reyna Hermosillo y el suyo… ¿cuál de los tres le gusta?... Yo respondí categóricamente: los tres. Entonces el gobernador me dijo: Está decidido, usted será el primer Rector”.
Cito textualmente las memorias de González Lobo: “Al día siguiente regresamos a Saltillo. Las cosas no andaban bien en los altos niveles políticos (del Estado), pero no hubo más comentarios: había que darle el apoyo al nuevo gobernante. (……..) Todo se hacía sin descansar y sobre la marcha: al otro día, el seis de octubre, me fue expedido el nombramiento de Rector. Torreón –apunta SGL en sus recuerdos— constituía el punto neurálgico de todas nuestras Unidades”.
Entonces él se dedicó al acondicionamiento, a marchas forzadas, de un local para el funcionamiento de la Escuela de Medicina, designando diRector al doctor Manuel Medina Gutiérrez. Igual hizo con la Escuela de Comercio y Administración en la que fue nombrado diRector al CP Octavio Olvera Martínez. En ambos casos los pupitres de los alumnos se consiguieron con el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas y el mobiliario para las oficinas de los diRectores y las oficinas administrativas las amuebló atravesando su firma personal. El acto oficial se celebró el 26 de Octubre. Así lo quiso el gobernador Cepeda dado el apremio que imponía al caso el inminente final de su Gobierno.
De ahí en adelante González Lobo, Rector de la Universidad de Coahuila, sufriría un intenso periodo de dudas, incomprensiones, acomodo con el nuevo Gobierno del Estado y sin duda, molestias políticas de todo tipo. Asistió al acto inaugural del Gobierno del general Raúl Madero González con su carácter de Rector de la Universidad de Coahuila. Pensó entonces que tendría que acostumbrarse al nuevo título, pues antes había sido simplemente licenciado, señor secretario o Chávalo para sus amigos y parientes. Ahora ya era el señor Rector de la Universidad de Coahuila…
Durante todo 2007 la Universidad Autónoma de Coahuila va a celebrar sus 50 años de existencia. En los narrados prolegómenos y durante el primer periodo de la Rectoría de González Lobo la UAC enfrentó desinterés, no exento de intencionalidad negativa, en algunos colaboradores del Gobierno del general Raúl Madero. La Universidad corría el riesgo de ser considerada como una posición disputable y agenciable por los medios obscuros e innobles manejos de la peor política. Después hubo un asentamiento natural y las cinco décadas ahora transcurridas de la Universidad Autónoma de Coahuila pusieron solidez a sus cimientos y abrieron un panorama optimista para su desarrollo presente y futuro; después de cada periodo Rectoral la Universidad ha logrado rescatar la dignidad y excelencia del trabajo realizado para iniciar otra época mejor.
No se repitieron —al menos no abiertamente— otras circunstancias difíciles en las relaciones entre la Universidad Autónoma de Coahuila y los distintos gobiernos estatales. Actualmente el gobernador Moreira Valdés y el Rector Ochoa Galindo las conducen por la vía de la mutua colaboración, el respeto institucional y el estímulo gubernamental, actitudes propias al desarrollo de las actividades académicas, deportivas y culturales de la Universidad. Esperemos que así sea por siempre y para el bien de la juventud coahuilense…