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Identifican a mexicanos atrapados en una mina

AVANCE | PERFORAN DOS DUCTOS PARA BOMBEAR AIRE Y ENVIAR ALIMENTOS A LOS SEIS MINEROS

Los equipos de rescate que perforan dos ductos desde la superficie para bombear aire y alimentos a los seis mineros atrapados llegaron ayer con los taladros a unos 300 metros del lugar en donde presuntamente
están las víctimas. (AP)

Los equipos de rescate que perforan dos ductos desde la superficie para bombear aire y alimentos a los seis mineros atrapados llegaron ayer con los taladros a unos 300 metros del lugar en donde presuntamente están las víctimas. (AP)

AP

Estiman que tardará una semana el rescate en Utah; uno de ellos carecía de experiencia.

Por lo menos uno de los tres mineros mexicanos atrapados en una mina de carbón en Utah carecía de experiencia en este tipo de trabajo y tenía poco de haber arribado a esa comunidad, afirmaron ayer familiares y conocidos del minero.

Luis Hernández, de 24 años y originario del norteño estado mexicano de Sinaloa, arribó a Huntington hace poco más de nueve meses y como muchos de los mexicanos se empleó en una de las cinco minas que operan en la región.

“Es muy feo lo que pasó”, dijo Elisa Hernández, esposa de Luis Hernández, primo y homónimo del primero, quien está entre los seis mineros atrapados en la mina de carbón en Grandall Canyon que se colapsó este lunes.

Los otros dos mineros atrapados han sido identificados como Manuel Sánchez y Juan Carlos Payán.

La identidad de Sánchez ha sido confirmada por el Consulado mexicano en Salt Lake City, mientras que las de Hernández y Payán fueron dadas a conocer por personas cercanas a ellos.

Hernández dijo que su primo Luis Hernández tenía poco más de dos meses de trabajar en la mina y que hasta ahora era poco lo que sabían sobre su situación.

Gladys Gómez, residente de la vecina comunidad de Price indicó que “todos aquí somos mineros. Mi esposo trabajó por muchos años en las minas y esto es algo que nos preocupa. Esta es una profesión bastante peligrosa”.

Agregó que el número de mexicanos que han arribado en años recientes a trabajar en las minas de Huntington ha ido en aumento y lamentó que varios de ellos no hablen inglés.

“En una situación como ésta eso (hablar inglés) puede hacer una diferencia”, consideró.

Los equipos de rescate necesitarán al menos una semana para sacar a los seis mineros -tres de ellos mexicanos- que se encuentran atrapados bajo tierra desde el lunes en una mina de carbón en Utah, advirtió ayer Robert Murray, dueño de la compañía que opera la mina.

Los equipos de rescate que perforan dos ductos desde la superficie para bombear aire y alimentos a los mineros atrapados llegaron ayer con los taladros a unos 300 metros de las víctimas, dijo uno de los propietarios de la mina, aunque desconoce si siguen vivos.

Los equipos que perforan el ducto de mayor diámetro quizá lleguen en dos días al lugar de la galería donde al parecer se encuentran los mineros, dijo Bob Murray, presidente de Murray Energy Corp., empresa propietaria del tajo Crandall Canyon.

La noticia fue sustancialmente mejor que las de la pasada noche, cuando los equipos tuvieron que detener la perforación debido a la inestabilidad del terreno subyacente.

El descombrado de las galerías que conducen a la cámara donde al parecer se encuentran los mineros sería reanudado ayer por la tarde, dijo Murray.

Empero, Murray advirtió que la tarea es difícil debido a la inclinación del terreno y otros factores de la mina.

Si la perforación se desvía del objetivo “tenemos que comenzarla de nuevo”, advirtió Murray.

Si los mineros están vivos, Murray indicó que podrían sobrevivir con el aire disponible “quizá durante semanas”.

No obstante, las condiciones adversas que obligaron a suspender el rescate impedirán a los equipos de ayuda llegar hasta donde se encuentran al menos por una semana, admitió un ejecutivo de la empresa propietaria de la mina. La actividad sísmica eliminó los avances logrados por los rescatistas.

Cuatro mineros escaparon el lunes, pero no se encontraban en la misma zona que los otros seis, dijo Murray. El ejecutivo dijo que invitó al hijo de uno de los mineros atrapados y al hermano de otro para mostrarles fuera de la mina el avance realizado en las labores de rescate.

Renovó además sus críticas a los medios informativos por sugerir que sus hombres realizaban “despegue de galerías”, una técnica de minería en la que los mineros abaten los últimos pilares del tajo para permitir que se desplome la parte superior de la galería.

“Esto fue causado por un sismo, no por algo que hizo Murray Energy... o que hicieron nuestros empleados o nuestra gerencia”, afirmó. “Fue un desastre natural. Un sismo. Y se lo demostraré”.

“Por nuestra experiencia minera, sabemos que se trató de un sismo”, insistió Murray.

“Me parece que los medios informativos están más interesados en intentar culpar a alguien que preocupados por las familias y las labores de rescate bajo tierra”, agregó.

Dueño de mina mantiene actitud combativa

Bob Murray, con sus casi 1.78 metros de estatura, se la ha pasado quejándose sobre terremotos, calentamiento global, ruido de helicópteros y el tráfico en los medios, mientras seis de los trabajadores de su mina continúan atrapados bajo tierra.

Murray, cuya familia se ha dedicado a la minería durante cuatro generaciones y creció en medio de la pobreza en el sureste de Ohio, decidió no seguir una carrera en medicina para convertirse en presidente de la 12ava empresa carbonera más grande del país, Murray Energy Corp., de Cleveland.

Y esta semana, ha quedado como la imagen pública del más reciente desastre en una mina estadounidense, mostrándose tan combativo que ha sido criticado por miembros del Congreso.

La empresa de Murray es copropietaria de la mina Crandall Canyon, donde seis mineros están atrapados bajo 300 metros de roca, luego de un derrumbe el lunes. Murray, de 67 años, estaba en Montana cuando se enteró de lo ocurrido, abordando un jet privado para llegar al lugar.

Desde entonces, ha sido la principal figura en la crisis, no conteniéndose ante los medios para criticar a científicos, los medios y autoridades federales.

Su principal causa de malestar es la supuesta causa del derrumbe, que achaca a un sismo de magnitud 3.9. Los sismólogos del Gobierno dicen que el movimiento telúrico no fue la causa del incidente, sino que al contrario fue el derrumbe lo que desató la sacudida sísmica.

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