Benedicto XVI cortó la cinta inaugural en su tercer Navidad como Papa y presentó ante el mundo la versión de El nacimiento por San Mateo en la plaza de San Pedro en El Vaticano. (EFE)
ROMA, ITALIA.- El Papa Benedicto XVI inauguró ayer por la tarde el nacimiento gigante de la Plaza de San Pedro del Vaticano el cual expone cuatro ángeles esculpidos por artistas mexicanos.
Poco después de las 17:00 hora local (16:00 GMT) el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica de San Pedro presidió la ceremonia animada por un el coro “Godspel” que entonó villancicos modernos estilo polifónico.
De la norteña región italiana del Trento en la frontera con Suiza, llegaron también diversas autoridades políticas y religiosas para entregar algunas estatuas que completaron la escena navideña junto a las mexicanas y otras romanas.
Además un grupo teatral representó un vistoso pesebre viviente y, luego, el Obispo de Roma se asomó a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico y saludó a los presentes.
En medio de aplausos y gritos de ánimo el Pontífice encendió una candela que fue llamada “la luz de la paz” y de la cual una similar se colocó en la parte anterior del nacimiento, con este gesto quedó inaugurado.
En representación de México asistió a la ceremonia el embajador ante El Vaticano, Luis Felipe Bravo Mena, quien estuvo acompañado por su familia y un pequeño grupo de connacionales.
“De México llegaron unos ángeles que el Gobierno y el pueblo de nuestro país le donó al Papa con motivo del 15 aniversario de las relaciones diplomáticos entre México y el Vaticano”, indicó Bravo al saludar a los presentes.
El embajador atestiguó el lugar privilegiado en el cual quedaron colocados los cuatro ángeles estilo barroco nuovohispano obra del escultor Agustín Parra, del occidental estado mexicano de Jalisco, y que forman parte de la muestra “Navidad mexicana en El Vaticano”.
Este diciembre la tradición de montar un nacimiento gigante en la plaza central del Vaticano cumple 25 años con una sorpresa, su ambientación es en la casa de José en Nazareth y no en Belén.
En 1982 el extinto Papa Juan Pablo II decidió que por primera vez el centro del catolicismo mundial fuese adornado con estatuas de grandes dimensiones además de un tradicional árbol navideño.
La composición consta de tres ambientes: el nacimiento que domina el centro de la representación y está colocado en un patio cubierto en el interior de una habitación, parte de la casa de José en Nazareth donde también el santo tenía su taller de carpintero.
En ese lugar serán colocados los cuatro ángeles mexicanos los cuales asisten a la llegada al mundo del niño Jesús; el tercero de los ambientes representa un mesón, espacio de encuentro y vida colectiva.
A los lados de la Navidad estarán presentes el agua y el fuego, la primera símbolo de pureza y elemento de vida que surge desde una fuente, mientras en el horno del hostal brillará una flama, en significado del triunfo de la luz sobre las tinieblas.