El monumento es un homenaje a los fundadores de China.
China inauguró a orillas del río Amarillo, en el centro del país, una gigantesca estatua en honor a los emperadores Huangdi y Yandi, que con 103 metros de altura es la segunda más alta del mundo.
El doble busto, que homenajea a los dos emperadores legendarios que fundaron la nación china, ha tardado 20 años en terminarse y le falta 14 metros para superar el Amida Buda de Ushiku, en Japón, al que, no obstante, supera en volumen.
Además, supera en varias decenas de metros a otras conocidas moles de metal y piedra como la Estatua de la Libertad neoyorquina, o el Cristo Redentor de Río de Janeiro.
China, gran amante de obras faraónicas, y de batir récords mundiales de tamaño en toda clase de obras públicas, no ha dado excesiva importancia esta vez a las colosales medidas de esta estatua, que ha costado 23 millones de dólares (17 millones de euros).
La provincia de Henan, sede e impulsora de la obra, espera con ella atraer turistas a una zona que, pese a tener famosos lugares como las grutas budistas de Longmen, o el templo de Shaolin (cuna del kung fu) a veces es olvidado por los folletos turísticos.
Yandi y Huangdi (más conocido este último como el "Emperador Amarillo"), seres mitológicos más que históricos, son considerados como los padres de la civilización china, y por ello los naturales del país a veces se llaman a sí mismos "hijos de Yan y de Huang".
Probablemente, en realidad estos dos personajes eran líderes de tribus prehistóricas cuyas obras fueron exageradas o inventadas por posteriores historiadores, que les atribuyeron grandes hazañas y el haber "inventado" de la nada símbolos de la civilización china como su escritura o la medicina tradicional.
El color blanco de las ciclópeas efigies, y su carácter de "fundadores de la patria" asemejan la nueva obra al Monte Rushmore de EEUU, aunque las estatuas de los cuatro presidentes estadounidenses que en él hay inmortalizadas, son cinco veces menores, de unos 18 metros de altura.
