Aprender inglés en la secundaria significa para los jóvenes la oportunidad de conseguir un buen empleo, comunicarse con sus familiares que viven en Estados Unidos o tener mejores herramientas para emigrar a ese país. (El Universal)
Aprender inglés en la secundaria significa para los jóvenes la oportunidad de conseguir un buen empleo, comunicarse con sus familiares que viven en los Estados Unidos o tener mejores herramientas para emigrar a ese país.
De acuerdo con la consulta realizada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) a un año de iniciada la Reforma de la Educación Secundaria (RS), los jóvenes consideran que la enseñanza del inglés les servirá, entre otras cosas, para abandonar la escuela y el país.
Mientras que al preguntarles qué significa la secundaria para ellos, los adolescentes dijeron que al principio se sentían temerosos, pero luego en el segundo grado la seguridad que adquieren la interpretan como la puerta para “ser desmadrosos”, “capaces de dominar a los de primero y relacionarse con los de tercero”, “libres”, dueños de la escuela”.
Los estudiantes de primer grado consideran que sus compañeros de segundo y tercero “se sienten superiores y se pasan con nosotros, haciéndonos bromas pesadas, faltándonos al respeto, poniéndonos sobrenombres o fastidiándonos, quitándonos nuestras cosas”, relata Natalia.
En el Cuarto Informe Nacional sobre la Primera Etapa de Implementación de la reforma de secundaria se dan a conocer las percepciones de 33 mil 834 jóvenes de 168 secundarias distribuidas en 30 estados de la República, luego de su incorporación a la secundaria.
COMPORTAMIENTO PSICOLÓGICO
El estudio se hizo para poder advertir situaciones de comportamiento psicológico que afecta el desempeño de los jóvenes en el primer grado, debido a que se enfrentan a un cambio de horarios, de ritmo escolar, un mayor número de alumnos, un mayor grado de complejidad en las clases y descontrol por la rotación de salones, andar de un lugar a otro.
A lo que más temen los de primer grado es a sentirse “extraños”, “solos”, que se burlen o les hagan bromas pesadas. Sin embargo, son los maestros a quienes les toman confianza, pero eso lleva a volcarse y convertirse en “contestones con la maestra de Español, por ser muy blandita, pero con los otros maestros no”. En tanto, que describen que algunos profesores faltan constantemente, llegan tarde o se salen a cada rato y nos dejan hacer lo que queremos.
“El segundo año es para echar relajo, divertirse, convivir, entretenerse, disfrutar la adolescencia; somos más divertidos, flojos, atrevidos, irrespetuosos, tolerantes, gritones, payasos y cuando queremos, muy cumplidores”, son los calificativos que utilizan alrededor de 300 jóvenes de entre 12 y 15 años para describir la experiencia de estar en el segundo año de la “secu”.
TRATO DE MAESTROS
Aquí las quejas se centran no en el programa de estudios sino en la forma en que los maestros se dirigen a los alumnos. Pedro recuerda que “un maestro me dijo: ‘párate en la esquina del salón’, lo hizo humillándome. Me dijo que era un tomate podrido y que iba a pudrir a los demás con mi actitud. Me pareció desagradable porque sólo le había pasado una cinta a mi compañero de atrás”.
Otra joven refiere que en alguna ocasión cuando un profesor le pidió que guardara silencio “me lo dijo casi a gritos, que me callara y que no opinara, que yo era de las que nomás venía a calentar la butaca”.
Las niñas son las que manifiestan mayores cambios pues dice que a esa edad se sienten “femeninas, atrevidas, platicadoras, románticas, alegres, relaiientas, pero al mismo tiempo enojonas y con la sensibilidad a ras de piel al grado de poder llorar por todo, de un momento a otro”.
O bien, pertenecer al grupo de “niñas rebeldes” de “las mal habladas, que nos vestimos mal, que el peinado no es el adecuado, nos critican porque nos pintamos”.
A ellas los maestros las ven “chismosas, de las que generan conflictos, peleas, discusiones y de las que provocan más roces”.
Es la materia de inglés la que los adolescentes identifican como la más factible de “echar relajo” o iniciar las bromas, puesto que en su mayoría los maestros llega a la primer clase hablando en ese idioma, “pero nadie entiende nada”.
Jimena dice que su estrategia es “mejor no preguntar, prefiero quedarme con la duda porque el carácter de la “ticher” no ayuda, es muy estricta, tal vez por eso mi hermana que estudió en esta escuela y que ahora está en la prepa tiene dificultades en esta materia”.
Consultado respeto a los cambios y los pocos avances que registra en las escuelas que iniciaron la Reforma de Secundaria, el ex subsecretario de Educación Básica, Lorenzo Gómez-Morín Fuentes señaló que aún es poco tiempo para advertir los cambios, “tendrán que pasar 3 o 4 años, una generación para ver los beneficios de la reforma”, comentó.