Bush dijo que el paquete pondría el marco apropiado para trabajar cooperativamente con México en temas de seguridad, drogas y crimen organizado. (AP)
Legisladores demócratas criticaron el jueves la forma "inconsulta e inadecuada" en que el presidente George W. Bush anunció el proyecto con México para un programa contra las drogas.
Eliot L. Engel, presidente del subcomité para asuntos del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes, dijo que Bush anunció la llamada Iniciativa Mérida "sin consultar de modo alguno con el Congreso", una actitud que, indicó, "no era la más apropiada" para un proyecto de esa naturaleza.
Pero, hizo notar que consideraba "crítico para Estados Unidos" dar a México la ayuda necesaria para combatir sus carteles de la droga "que son responsables de gran parte de la violencia en México y a lo largo de frontera méxico-estadounidense".
Dan Burton, el legislador republicano de mayor jerarquía en el panel y miembro del partido de Bush, dijo que "todos los días me llaman (de la Casa Blanca), pero no lo hicieron para esto" y aun así elogió el planteamiento del presidente afirmando que era "totalmente coincidente con la soberanía y los derechos de México" y que será considerado "expeditivamente" por el Congreso.
"Me complace ver que el paquete antinarcóticos reafirma la cooperación de ambas partes de la frontera para fortalecer la capacidad institucional a fin de enfrentar mejor la violencia y la actividad ilegal", dijo Burton en una audiencia del comité, la primera en el Congreso desde que Bush anunció el paquete el lunes por mil 400 millones de dólares en tres años.
Bush dijo que el paquete pondría el marco apropiado para trabajar cooperativamente con México en temas de seguridad, drogas y crimen organizado, y pidió coincidentemente al Congreso un adelanto de 500 millones de dólares para el año fiscal en marcha.
El demócrata William Delahunt dijo que estaba "preocupado y decepcionado" no sólo por la forma en que Bush lo anunció sino por su pedido de que la asignación para México sea considerado en un paquete suplementario de gastos cuando el tema "vale una discusión más apropiada, por separado".
Delahunt consideró que el hecho de que el plan haya sido presentado de manera inconsulta con el Congreso no fue la manera más apropiada de hacerlo y sostuvo que ello podría incluso demorar su aprobación, pese al apoyo.
James Jones, ex embajador de Estados Unidos en México, señaló que la 'Iniciativa Mérida' no debe llamarse 'Plan México' porque no se contempla el uso de militares y el 'nivel de democracia real' en México es significativamente diferente al de Colombia.
Jones señaló si embargo que México enfrenta un fenómeno relativamente nuevo con el tráfico de drogas, incluido un aumento del consumo en territorio local. Jones coincidió con Engels en la necesidad de reducir el apetito a las drogas en Estados Unidos.
Henry Cuellar, demócrata por Texas y partidario de la ayuda a México, calificó el plan como un 'buen paso', señaló que podría ser objeto de 'ajustes' y destacó que México también hará su aporte.
En su turno, la directora de la Oficina de Washington para América Latina, Joy Olson, señaló que la Iniciativa debe ser una oportunidad para hacer una 'inversión de largo plazo para reducir la violencia y corrupción que son alimentadas por las drogas'.
Sin embargo, Olson advirtió que si Estados Unidos y México no son 'cuidadosos', el nuevo plan puede terminar arrojando dinero y dando poder 'a individuos corruptos y a instituciones que no rinden cuentas'.
La organización de defensa de los derechos humanos, Human Rights Watch, pidió al Congreso oponerse a la ayuda a menos que ésta incluya condicionamientos para terminar "los abusos" contra esos derechos de parte de la fuerzas mexicanas de seguridad.
Según la oficina de responsabilidad de gobierno del Congreso, conocida como GAO, virtualmente toda la cocaína que se produce en los países andinos, especialmente Colombia, estaba entrando a Estados Unidos a través de México.
Indicó que de 2000 a 2006, se produjo un incremento en el flujo de cocaína hacia Estados Unidos del 66 por ciento en 2000 a 77 por ciento en 2003 y 90 por ciento en 2006.
Pero, el volumen de cocaína confiscado por las autoridades mexicanas "no se incrementó proporcionalmente": 44 toneladas en 2000, 28 toneladas en 2003 y 44 toneladas en 2005.