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Innovaciones fiscales

Julio Faesler

Dentro de las propuestas de campaña de Felipe Calderón más singulares figuró la de establecer un impuesto único a los ingresos. Con ello se sustituiría el complicado sistema de gravamen progresivo calculado en base a las utilidades declaradas que nos rige hasta la fecha. El ISR único conocido en otros países como “flat tax”, no es una fórmula nueva. Hace tiempo fue propuesto por fiscalistas europeos y norteamericanos convencidos de sus ventajas fiscales, administrativas y hasta sociales.

La tasa única ya opera en una buena cantidad de países entre los que destaca, entre otros: Rusia al 13%, Irlanda al 12.5% y los tres países Bálticos Latvia, Estonia y Lituania, con 24, 25 y 33% respectivamente.

El sistema tiene la fascinante virtud de simplificar al máximo las declaraciones de impuestos que el causante debe llenar ya que no le es necesario sumergirse en los complicados cálculos de sus ingresos y deducciones. A su vez, reduce drásticamente los costos de recaudación, eficientándose el rendimiento tributario neto.

La propuesta que la Secretaría de Hacienda acaba de presentar al Congreso para su análisis y eventual aprobación, contiene la figura de la Contribución Empresarial a Tasa Única, (CETU), aplicable a los ingresos de las empresas sean personas físicas como morales. Este impuesto será por ahora del 16% para llegar en dos años al 19%. Su retención se aplicará al impuesto anual sobre la renta que permanecerá a sus niveles actuales. Con esta nueva tasa se elimina el impuesto a los activos.

La creación de la CETU es sólo el inicio de un proceso que podría a la adopción definitiva del ISR a tasa uniforme cuya aceptación crece internacionalmente.

Por el momento constituye un mecanismo que aumentará los ingresos tributarios del Estado Mexicano, que como se advierte en la presentación, tienen que llegar a compensar la inevitable disminución del componente petrolero en la recaudación fiscal.

La sencillez del cálculo del CETU cierra el paso a los malabarismos que los profesionistas en evasión saben encontrar en la enredada maleza de artículos, incisos, subincisos y notas explicativas que conforman el Código Fiscal y la Ley del ISR cuyas normas han venido complicando al paso de los años.

El fisco mexicano percibe actualmente apenas el 15% del PIB y por lo mismo, se encuentra notoriamente débil frente a la necesidad de ampliar programas sociales, entre los que destaca la educación, obras de infraestructura y vivienda. Con las reformas fiscales que incluye la fijación del impuesto del 2% sobre los depósitos en efectivo hechos a los bancos, se espera aumentar la recaudación en 1.8% del PIB. a mediano plazo.

Una de las ventajas que se buscan en la reforma fiscal es ampliar la base de los contribuyentes atrayendo a los hasta ahora han sido remisos con las facilidades que el sistema ofrece.

Si la reforma fiscal que ahora se propone se entiende no como una sustitución total de esquemas, sino un paso importante en la dirección correcta para llegar a un sistema que responda a nuestra realidad económica y social, como parte de un proceso en constante ajuste, se verá que no son justificadas las exigencias de algunos sectores políticos y empresariales de un cambio espectacular.

El Ejecutivo ha dado un paso positivo que desde hace años se le pedía. Falta ahora saber si el Legislativo responde con la responsabilidad que los tiempos requieren.

Junio, 2007.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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