“Soy evangélico y estoy a favor de una reforma continua de la Iglesia, que fue lo que afirmó el Concilio Vaticano II”. Hans Küng
Uno de los teólogos y pensadores éticos más importantes del mundo se encuentra en México. Se trata del suizo Hans Küng, profesor de teología comparada en la Universidad de Tubinga, en Alemania, quien está promoviendo el trabajo de la Fundación por una Ética Mundial que él creó y en la que participa activamente.
Küng acaba de cumplir 79 años el 19 de marzo. Pero la edad no ha disminuido su entusiasmo y sus deseos por transformar el mundo y la religión católica.
Ayer le concedió una entrevista a Carlos Loret de Mola para el programa “Primero noticias” de Televisa. Yo también hablé con él ante las cámaras y el programa de televisión se emitirá este jueves por la noche en “La Entrevista”. Miguel Ángel Granados Chapa le dedicó su columna de ayer y sin duda habrá otras entrevistas y reflexiones sobre su visita que se den a conocer en estos días. Y no es para menos. La influencia de Küng en el pensamiento teológico contemporáneo es crucial.
Para muchos católicos ortodoxos, la presencia de este teólogo suizo será sin duda incómoda. sacerdote desde joven, Küng fue nombrado perito en el Concilio Vaticano II que impulsó Juan XXIII. En esa responsabilidad promovió con entusiasmo las reformas en la liturgia católica que hoy nos parecen tan comunes -como el uso en la misa de lenguas vernáculas en vez del latín- pero que en su momento fueron consideradas como herejías por los grupos más conservadores de la Iglesia. Con el tiempo, sin embargo, el ánimo de reforma quedó descartado y Küng fue visto cada vez más como un radical sin un lugar en la comunidad católica.
Decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Tubinga, Küng invitó a esa casa de estudios en los sesenta a un joven teólogo alemán tímido y brillante a la vez: Joseph Ratzinger, hoy el Papa Benedicto XVI. Tras el movimiento estudiantil de 1968, Ratzinger se sintió incómodo en Tubinga y se mudó a la Universidad de Regensburgo, más tradicional.
Desde los años sesenta, Küng escribió una serie de libros y artículos que cuestionaban algunos de los dogmas de la Iglesia. Entre ellos se contaron La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica (1957), El Concilio: reforma y reunión (1960), La Iglesia (1967), ¿Infalible? (1970), ¿Existe Dios? (1978) y muchos más. En éstas y otras obras Küng cuestionó la estructura jerárquica de la Iglesia Católica, la infalibilidad del Papa, la divinidad de Jesús, el rechazo al control de la natalidad, el celibato de los sacerdotes y otras doctrinas y preceptos de la Iglesia Católica.
En 1979, cuando el Papa Juan Pablo II apenas acababa de empezar su Pontificado, Küng criticó lo que ya se percibía como un Papado conservador, especialmente en temas morales. Fue en ese entonces cuando la Congregación de la Doctrina de la Fe le retiró la autorización (missio canonica) para enseñar teología católica en Tubinga. La universidad decidió no destituir a su respetado maestro y optó por hacerlo profesor de teología comparada para lo cual no requería la autorización del Vaticano.
En los últimos años Küng ha dedicado la mayor parte de sus esfuerzos a promover una “ética mundial” que transciende nacionalidades y religiones. Esta se basa en buena medida en la regla de oro del sermón de la montaña, “No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti” (Mateo 7:12), regla que, como él mismo dice, ya había expresado Confucio 500 años antes de Cristo (El Libro de Analectas 15:24).
Muchos católicos ortodoxos se sienten sin duda incómodos ante un sacerdote católico que cuestiona la infalibilidad del Papa, la estructura de mando de la Iglesia, las enseñanzas en materia de sexualidad del Vaticano e incluso la divinidad de Jesús. Este hombre podría ser protestante, arriano o deísta, pero difícilmente católico. ¿Por qué insiste, pues, en mantenerse en el seno de la Iglesia Católica? Para llamar la atención, dicen los católicos conservadores. Porque hay muchas interpretaciones de la fe católica, responde él, que no necesariamente responden a la visión de la alta jerarquía.
Por lo pronto, si Küng fue mantenido en una especie de exilio espiritual a lo largo del Papado de Juan Pablo II, Benedicto XVI lo mandó llamar y se reunió con él en su residencia veraniega de Castelgandolfo el 24 de septiembre de 2005. Durante cuatro horas conversaron e incluso cenaron juntos. Küng afirma que, a instancias suyas, los dos optaron por dejar de lado aquellos temas en los que la distancia entre ambos era demasiado grande para buscar un acercamiento. Pero dedicaron mucho tiempo a la discusión de otros temas, como la ética mundial, en que hay mayores posibilidades de coincidencia. Küng dijo entonces que consideraba la reunión como “una señal de esperanza para muchos en la Iglesia que comparten mi visión”.
La visita de Küng a México es importante: no sólo por su esfuerzo por promover una ética mundial que a todos nos toca, sino por la importancia que su reflexión sobre temas teológicos y éticos ha tenido para toda la humanidad.
LÍNEAS AÉREAS AZTECA
En otros tiempos el Gobierno habría intervenido Líneas Aéreas Aztecas y mantenido sus operaciones con dinero de los contribuyentes. Hoy, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes simplemente ha suspendido sus vuelos. Es una diferencia enorme. El papel del Gobierno no es compensar las falencias de las empresas privadas sino establecer reglas justas para todas en un sistema de competencia.