?Que tuvimos un presidente mexicano dispuesto a invertir capital político en la relación con Estados Unidos y que no tenga nada que mostrar a cambio, deja a todo el mundo en una posición difícil en México?. Arturo Sarukhán
Arturo Sarukhán es uno de los embajadores mejor preparados que pudimos haber nombrado en Washington. Sopesado en el hablar y en la reflexión, el nuevo representante de nuestro país en Estados Unidos es miembro del servicio exterior de carrera. Licenciado en relaciones internacionales por el Colegio de México, cuenta con una maestría en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins de la ciudad de Washington. Ha vivido un largo tiempo en Estados Unidos, donde ha trabajado en la Embajada de nuestro país y ha sido también cónsul en Nueva York. Conoce por dentro las entrañas del sistema estadounidense.
Hijo de José Sarukhán, el ex rector de la UNAM, Sarukhán nació el 14 de septiembre de 1963. Tiene, pues, 43 años de edad: dista de ser el niño que algunos han pretendido ver en él. Ha trabajado con Jorge Montaño, con Fernando Solana y con Jorge Castañeda y ha mantenido lazos de amistad con Rosario Green y con Bernardo Sepúlveda. Ha vivido durante décadas en medio de las grandes discusiones de la diplomacia mexicana. Ésa fue una de las razones por las que Felipe Calderón le ofreció ser su coordinador de política exterior en la campaña electoral pese a no ser miembro del PAN; otra es su discreción y seriedad en el trabajo.
Los senadores del PAN y del PRI votaron ayer por ratificar al nuevo embajador. Ni siquiera los legisladores del PRD consideraron pertinente oponerse al nombramiento de un diplomático tan claramente calificado para el cargo, por lo que simplemente se abstuvieron en la votación. Si en algún momento ha sido cierto que el presidente ha elegido a la mejor persona disponible para un puesto, éste ha sido el caso de Sarukhán.
De hecho, la mayor objeción que en privado se le hacía a Sarukhán es si no estaría ?sobrecalificado? para la Embajada. Después de todo, con su preparación y su trabajo en la campaña, la enorme mayoría de los analistas lo consideraba como el más probable secretario de Relaciones Exteriores en la Presidencia de Calderón. El presidente optó por Patricia Espinosa, otra diplomática de carrera. Pero nuevamente Sarukhán ha hecho gala de diplomacia y de madurez al darle a la canciller su lugar y su respeto en todas las declaraciones públicas. Es claro, empero, que será un embajador con línea directa a Los Pinos.
El nuevo embajador tendrá que moverse con rapidez. Ayer, 20 de febrero, cerca de la medianoche, debe haber llegado a Washington. Hoy tendrá un día intenso en la Embajada antes de partir, el viernes, a una reunión trilateral norteamericana en Ottawa, Canadá. Al final del día regresará a Washington, pues tendrá sobre su escritorio una pila de asuntos pendientes que resolver el fin de semana. Sarukhán tendrá que presentar cartas credenciales en los próximos días para ser acreditado este mes y participar, con el status formal de embajador formal, en la visita del presidente estadounidense George W. Bush a Mérida el próximo mes de marzo.
Varias serán las prioridades de Sarukhán en los próximos meses. Una de ellas será reducir el énfasis que México ha puesto en el tema de la migración en la agenda pública bilateral con Estados Unidos sin por ello eliminarlo de la agenda real. La abierta presión del Gobierno de Vicente Fox para lograr que Estados Unidos hiciera una reforma migratoria que beneficiara a los mexicanos no sólo no logró medidas favorables sino que, por el contrario, generó un ambiente hostil a esa reforma. Esto no debe extrañarnos. Lo mismo ocurriría en México si el Gobierno estadounidense hiciera un cabildeo abierto a favor de una iniciativa que le conviniera.
Sarukhán debe buscar formas de reducir el roce público, pero mantener a nivel privado un trabajo de convencimiento entre legisladores, funcionarios públicos y empresarios de que la reforma migratoria no sólo es inevitable sino que, bien hecha, puede ser beneficiosa para los dos países. Tendrá que ser también paciente, porque los dos últimos años de Gobierno del presidente Bush no ofrecerán el mejor ambiente para una reforma que será muy cuestionada por muchos políticos que estarán buscando votos para llegar a la Casa Blanca.
El nuevo embajador tendrá que ser un verdadero diplomático para lograr éxito en este intento. Tendrá que tomar en cuenta que el objetivo no es salir muchas veces en los medios de comunicación, ni debatir públicamente con aquellos que se oponen a la migración, como el comentarista Lou Dobbs de la cadena de televisión CNN, sino impulsar por debajo del agua una reforma que, aunque no sea la ?enchilada completa?, logre el mayor beneficio posible para los mexicanos.
SILENCIO DE FOX
Yo no sé qué le haya dicho Vicente Fox al gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, sobre una posible detención de Napoleón Gómez Urrutia. La verdad es que nadie que no haya estado presente en la reunión lo debe saber a ciencia cierta. Pero el silencio que hasta el momento de terminar este artículo ha mantenido el ex presidente de la República no hace más que apoyar el dicho de Moreira. Fox ha ofrecido una lluvia de declaraciones inconvenientes a lo largo de los años. Pero cuando se requiere de su parte una aclaración sensata y responsable -si alguna puede hacer en realidad- prefiere guardar un incómodo silencio.