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Jaque Mate| Ley del ISSSTE

Sergio Sarmiento

“No les tenemos confianza. Se van a robar el dinero”. Javier González Garza

La reforma del sistema de pensiones de los trabajadores al servicio del Estado es una medida indispensable para permitir que el Gobierno de México pueda seguir cumpliendo con sus tareas en el futuro. Sin esta reforma, tarde o temprano todo el dinero que los gobernados pagamos en impuestos se utilizaría para cubrir las pensiones de los burócratas jubilados.

La reforma dista de ser perfecta. Inquieta en particular la decisión de darle a una institución, el Pensionissste, controlada por el Gobierno y por los sindicatos, un monopolio de cuando menos tres años sobre el manejo de las cuentas individuales con las que los trabajadores al servicio del Estado irán construyendo sus pensiones. No es poco el dinero con el que contará esta institución. Tan sólo de arranque tendrá 58 mil millones de pesos de una aportación gubernamental. Y la cantidad crecerá de manera muy importante con el tiempo.

Este monopolio, sin embargo, fue el pago que se tuvo que dar a los líderes sindicales a cambio de su respaldo a la reforma. Joel Ayala, secretario general de la FSTSE, el sindicato de los burócratas, y Elba Esther Gordillo, presidenta del SNTE, el sindicato de los maestros, pactaron con el Gobierno la reforma desde hace tiempo. Por eso está pasando por la Cámara de Diputados con la celeridad con que lo está haciendo.

Todo el mundo sabe que es indispensable hacer una reforma de fondo en el ISSSTE porque, de lo contrario, las pensiones de los burócratas terminarán por absorber todos los recursos del Estado mexicano. Ya el 58 por ciento del gasto de la institución se dedica a las pensiones. Los burócratas se están jubilando actualmente a un promedio de 56 años de edad, después de 28 años de trabajo, lo cual quiere decir que estarán jubilados más de 20 años. Pero ése no es el problema de fondo, sino el hecho de que nunca se crearon las reservas que hubieran permitido financiar de manera sana estas pensiones.

Las transferencias que el Gobierno debe hacer al ISSSTE por arriba de las cuotas normales para ayudar a pagar estas pensiones demuestran lo insostenible del actual esquema. De 10 mil millones de pesos en el 2000, el subsidio pasó a más de 40 mil millones de pesos en el 2006. Para fines de este sexenio habrá aumentado a 120 mil millones de pesos. Este monto equivale a todo el gasto discrecional del Gobierno Federal. Si no se toman medidas de inmediato, llegará un momento en que todo el gasto público se dedique a pagar pensiones sin que quede ningún dinero para proporcionar servicios a los contribuyentes. Y esto simplemente generará una revuelta entre los contribuyentes.

Yo en lo personal estoy a favor del sistema de cuentas individualizadas que se está proponiendo en esta reforma. El sistema de reparto, que consiste en recaudar dinero de todos para hacer un fondo del cual se reparten las pensiones, es injusto e ineficaz, en parte porque le quita a unos trabajadores para dar a otros, que no son los más necesitados sino los que mejor aprovechan el sistema. Por otra parte, los derechohabientes no pueden cuidar del rendimiento del dinero que se mantiene en un fondo común. El PRD y sus aliados en el Frente Amplio Progresista -el Partido del Trabajo y Convergencias- son los partidos que se han opuesto a las cuentas individuales.

Pero otras quejas del Frente Amplio Progresista son atendibles. Tienen razón sus miembros, por ejemplo, cuando señalan que se ha empujado la iniciativa con demasiada prisa por la Cámara de Diputados, cuando es una propuesta que merecía una discusión más profunda. Están en lo cierto también cuando señalan que el propio Gobierno y los sindicatos han sido los primeros en debilitar al ISSSTE, al permitir que se paguen sueldos bajos a los servidores públicos que después son compensados por sobresueldos y bonos por los que no se pagan aportaciones al ISSSTE. Inquieta también que el Pensionissste vaya a tener un monopolio de tres años y que en la junta de administración vaya a haber sólo representación del Gobierno y de los sindicatos. “No les tenemos confianza -me decía ayer Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD-. Se van a robar el dinero.”

Claramente el Gobierno de Felipe Calderón no ha querido arriesgar la aprobación de esta reforma en una discusión a fondo sobre sus méritos y sus problemas. Por eso las prisas. Quizá el mismo presidente sabe que la ley no es perfecta, pero el costo de no llevarla a cabo sería enorme. Por eso ha habido un acuerdo previo con Joel Ayala y Elba Esther Gordillo para garantizar la aprobación de la nueva Ley. El monopolio temporal del Pensionissste es parte de la factura.

EL EJEMPLO

Chile ha sido el mejor ejemplo de desarrollo económico de Latinoamérica en los últimos años. Es un país que ha demostrado los resultados que puede lograr una política sensata y progresista. Ningún otro país de la región ha tenido un crecimiento tan rápido. Hay quien cuestiona el modelo chileno porque afirma que la desigualdad en el ingreso ha aumentado. Pero más importante que la desigualdad es el hecho que Chile ha logrado disminuir de manera dramática la pobreza (sí, la pobreza y la desigualdad son dos fenómenos distintos). Michelle Bachelet, la actual presidenta, representa, como su predecesor Ricardo Lagos, la imagen del socialismo moderno y pragmático que tanto necesita una Latinoamérica en que los caudillos populistas han hecho una sorprendente reaparición.

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