EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Jaque mate| Ortiz Mena

Sergio Sarmiento

“Haz lo que puedas, con lo que tengas, donde estés”. Theodore Roosevelt

Muchas críticas he escuchado a lo largo de las décadas sobre el llamado “desarrollo estabilizador”, periodo de nuestra historia económica que está estrechamente relacionado con la persona de Antonio Ortiz Mena, el secretario de Hacienda de 1958 a 1970 que falleció este pasado lunes 12 de marzo.

Que si el desarrollo estabilizador no acabó con la pobreza, que si el surgimiento de una clase media urbana no ayudó a los campesinos, que si el modelo de sustitución de importaciones terminó por agotarse… Todas esas críticas tienen, por supuesto, algo de razón. Ni el desarrollo estabilizador ni ningún otro esfuerzo económico ha logrado acabar con la pobreza en nuestro país. Y sin duda, algunas de las características del esquema, como la protección a la industria local, mostraban ya síntomas de agotamiento al final del periodo.

Pero si vamos a juzgar a algún secretario de Hacienda estrictamente por las cifras que registró durante su gestión, el periodo en el que Ortiz Mena fue secretario de Hacienda y en el que Rodrigo Gómez lo acompañó en la dirección del Banco de México, ha sido claramente el mejor en toda la historia económica de nuestro país. Algo bueno debe haber hecho este par.

La tasa promedio de crecimiento económico del periodo de 1958 a 1970 fue de 6.3 por ciento al año. Al mismo tiempo, la inflación registró un promedio anual de 2.2 por ciento. En esos años, por otra parte, se llevó a cabo una transformación de fondo de la economía mexicana que se manifiesta en la composición de las exportaciones. En 1955 los productos agropecuarios representaban el 50.97 por ciento de las ventas al exterior del país; para 1970 esta cifra había bajado a 38.25 por ciento. En contraste, las manufacturas pasaron de 0.23 a 9.46 por ciento en el mismo periodo.

Muchos factores coyunturales facilitaron el trabajo de Ortiz Mena como secretario de Hacienda. Uno de ellos fue la devaluación del peso de 1954, que permitió que la economía mexicana hiciera los ajustes necesarios tras los excesos del Gobierno de Miguel Alemán antes de que comenzara la gestión de Ortiz Mena. Otro factor fue el favorable entorno externo. La economía de Estados Unidos y la de buena parte del mundo registraron en los 12 años de trabajo de Ortiz Mena una situación de alto crecimiento con baja inflación que duraría hasta la crisis petrolera de 1973.

Pero la verdad es que en otros momentos de la historia económica de México ha habido circunstancias similares sin que éstas se hayan traducido en periodos de alto crecimiento y baja inflación. Las devaluaciones de los años ochenta y de 1994, por ejemplo, no llevaron a tiempos de bonanza, mientras que el entorno económico favorable que tuvieron los gobiernos de Ernesto Zedillo, por el crecimiento en la economía de Estados Unidos y de Vicente Fox, por los altos precios del petróleo, tampoco llevaron a una era de alto crecimiento sin inflación como en los dos sexenios de Ortiz Mena al frente de la Secretaría de Hacienda.

Los críticos de izquierda del desarrollo estabilizador señalan que para 1970 México seguía siendo un país profundamente desigual, a pesar de tantos años de crecimiento acelerado. Ésta fue la razón ideológica que llevó a Luis Echeverría y a José López Portillo a tratar de forzar la máquina con un mayor gasto gubernamental, un creciente déficit de presupuesto y una mayor intervención del Estado en la economía. Al final lograron empujar la tasa de crecimiento del seis al siete por ciento, incluso en un momento, en la segunda mitad de los años setenta, en que la economía del mundo estaba en recesión. Pero el costo que pagó el país fue enorme: inflación, devaluaciones y, finalmente, una de las peores crisis económicas de la historia. Por muchas críticas que se hagan a las políticas económicas de los años cincuenta y sesenta, el hecho es que fueron las que permitieron un mayor avance de la sociedad mexicana –incluso de los pobres— en la historia.

En la derecha, los críticos del desarrollo estabilizador señalan que el proteccionismo elevaba los precios y bajaba la calidad de los productos disponibles para los consumidores. Y es verdad. Por otra parte, también es cierto que llegó un momento en que el esquema de sustitución de importaciones ya no garantizaba avances adicionales. Pero eso no significa que haya que borrar los logros del periodo ni entender que muchos otros países del mundo, especialmente los del sudeste de Asia, lograron su primer despegue industrial en un ambiente proteccionista.

La muerte de Antonio Ortiz Mena debería obligarnos a volver la vista al desarrollo estabilizador. Muchas cosas han cambiado en el mundo desde entonces. Pretender cerrar las puertas del país a las importaciones es ciertamente imposible en la actual economía globalizada. Pero hay sin duda medidas aplicadas en ese periodo sobre las que debemos reflexionar. Después de todo, se trata del lapso más exitoso de nuestra historia económica.

FRONTERA DE ACERCAMIENTO

“La frontera debe ser un punto de acercamiento, no de distanciamiento. La frontera debe unirnos y no separarnos”. Con estas palabras el presidente Calderón despidió al presidente Bush en la conferencia de prensa que se llevó a cabo ayer en Mérida. Y después de la partida de Bush y de su Ejército de seguridad, las calles de la ciudad blanca les fueron devueltas a los meridanos. Ojalá que no se les vuelva a ocurrir hacer de este lugar tranquilo el escenario de una reunión cumbre.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 265120

elsiglo.mx