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Jaque mate| Reforma fiscal

Sergio Sarmiento

?El que diseña una mejor ratonera en estos días se enfrenta a escasez de materias primas, juicios por violación de patentes, colusión de rivales, descuentos discriminatorios... e impuestos?. H.E. Martz

En los próximos días, si el compromiso de los coordinadores de los partidos políticos en el Congreso vale para algo, se iniciarán las discusiones de las que deberá salir la reforma fiscal de nuestro país. El hecho de que los precios internacionales del petróleo hayan descendido de manera tan dramática en los últimos meses le añade un sentido de urgencia a una reforma que desde hace mucho tiempo se ha visto como algo indispensable para México.

Preocupa, sin embargo, que los mismos políticos que tendrán que discutir esta reforma pierdan de vista la razón real por la cual la necesitamos. No es, como señalan algunos, simplemente para aumentar la recaudación. Tampoco el logro de una mayor equidad en el país debe ser su propósito. La razón por la cual necesitamos una reforma fiscal es para hacer más competitiva nuestra economía, lo cual en el largo plazo hará más próspero al país. También puede generar recaudación y mejorar la equidad, pero ése no debe ser el objetivo principal.

Si pensamos que el propósito de la reforma fiscal es simplemente aumentar la recaudación, podríamos caer en la trampa que hoy agobia a Brasil. Este país sudamericano se precia, en un continente con baja carga fiscal, de recaudar casi el 40 por ciento del Producto Interno Bruto. Los políticos mexicanos suspiran al escuchar esta cifra, ya que en México a duras penas logramos que los impuestos representen el 11 por ciento del PIB.

Pero en Brasil vemos también que no por recaudar más se resuelven los problemas económicos o sociales de un país. En 2006 la economía brasileña tuvo un crecimiento de tres por ciento, una de las cifras más bajas de Latinoamérica. La cifra resulta incluso inferior al 4.6 por ciento de México. Para 2007 la revista británica The Economist prevé una ligera aceleración para Brasil, lo cual llevaría a la economía a una expansión de 3.3 por ciento. Esta tasa, sin embargo, sigue siendo muy inferior a la que registra el resto de Latinoamérica.

Una golondrina no hace verano, por supuesto, pero el crecimiento brasileño ha sido consistentemente bajo en los últimos años. Las altas tasas de impuesto en Brasil son una de las razones de este lento ritmo de expansión. El Estado, más ineficiente como creador de riqueza que la iniciativa privada, simplemente está absorbiendo una proporción demasiado grande de los recursos que genera el país.

La alta recaudación y el gasto gubernamental tampoco han hecho que Brasil se convierta en un país más equitativo. Su concentración del ingreso es una de las más altas del continente. Brasil es, de hecho, un país más desigual que México, a pesar de nuestra deficiente recaudación fiscal. El Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, es cierto, ha logrado avances importantes ante la pobreza, los cuales hay que aplaudir, pero éstos resultan similares a los que ha conseguido México con una recaudación mucho menor.

Si México debe imitar a algún país en su reforma fiscal, éste no debería ser Brasil sino Irlanda. El caso irlandés ha sido ya muy discutido en el mundo, pero extrañamente muchos gobernantes se niegan a entender las lecciones surgidas de esta nación, que hace 30 años era una de las más pobres de Europa. Una reforma fiscal cuyo objetivo era claramente hacer más competitiva a la economía irlandesa -no recaudar más ni lograr un país más equitativo- redujo el Impuesto Sobre la Renta para las empresas de 40 a 12.5 por ciento, pero al mismo tiempo eliminó las deducciones y tratos preferenciales. Estas medidas aumentaron la recaudación, pero no porque ése fuera el propósito fundamental, sino porque convirtieron a Irlanda en la economía de más rápido crecimiento de toda Europa. Este crecimiento no se detuvo con el desarrollo. Incluso el año pasado, cuando los países de Europa tuvieron un crecimiento de 2.7 por ciento, Irlanda registró una expansión de 5.8 por ciento.

El crecimiento económico irlandés ha significado, por supuesto, una mayor creación de empleos. Los países que usan el euro registran un desempleo de 7.6 por ciento, en tanto que el de Irlanda es de 4.5 por ciento. Y estos empleos, por supuesto, han ayudado a combatir la pobreza que antes era endémica en el país.

Si nuestros políticos quieren hacer una reforma fiscal para recaudar más, o para promover una mayor equidad, lo más probable es que simplemente eleven las tasas fiscales, especialmente las corporativas o las de los contribuyentes de mayores ingresos. Pero si bien esto puede generar mayores recursos en el corto plazo, en un horizonte más largo impedirá que el país tenga mayor inversión, actividad económica y creación de empleos. Estaremos empobreciendo al país. Y ésa no es manera de dar a los mexicanos un mejor nivel de vida.

SUBSIDIO AL EMPLEO

Felipe Calderón cumplió ayer una promesa de campaña al echar a andar un programa que subsidiará, a un costo de tres mil millones de pesos al año, las cuotas del Seguro Social para los nuevos empleos que generen las empresas. Se entiende la lógica del programa, pero corremos el riesgo de crear un sistema con incentivos perversos, en el que se creen empleos de sólo un año, ya que las empresas encontrarán que tienen una ventaja si cambian a sus trabajadores una vez cumplido un año.

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