?Amo demasiado a mi país para ser nacionalista?. Albert Camus
Una de las ideas que he escuchado con insistencia en estos últimos días, especialmente conforme el aumento en el precio de la tortilla y otros alimentos ha empezado a dominar la discusión política nacional, es que México ha perdido soberanía alimentaria. Un país, me dicen, no debe depender de la importación de alimentos porque esto significa que quedará a merced de los intereses de otras naciones. Especialmente en un producto tan importante como el maíz, tenemos que ser autosuficientes.
El argumento no carece de peso emotivo, pero difícilmente tiene sentido en una economía moderna. Precisamente uno de los principios económicos establecidos por Adam Smith en el siglo XVIII es que nadie puede pretender producir todo aquello que necesita para vivir. El camino a la prosperidad radica en la especialización económica. Si yo me dedico a hacer aquello en lo que destaco, con la venta de este producto especial podré comprar más fácilmente todas aquellas cosas que necesito para vivir. La autosuficiencia es un sueño de quienes no entienden cómo funciona la economía.
Pretender producir todo el maíz que consume México en aras de una mal entendida soberanía alimentaria no tiene sentido. Una de las razones es que, paradójicamente, a pesar de ser el nuestro uno de los países que dieron origen al maíz, no tenemos las condiciones naturales -ni políticas? para ser realmente autosuficientes.
El maíz, como otras gramíneas, se produce mejor en grandes planicies con acceso a importantes cantidades de agua que permiten el uso de equipo mecanizado y tecnología, lo cual disminuye la necesidad de mano de obra. La orografía nacional, en cambio, es abrupta en el sur, donde hay agua, y sólo plana en el norte, donde el líquido resulta escaso. En México tenemos, por otra parte, un gran exceso de mano de obra.
Esto es por el lado de la geografía. Del lado de la política, la fragmentación de la tierra producida por la reforma agraria ha impedido que se conjunten en nuestro país unidades de producción de maíz de un tamaño suficiente para competir. Nuestra parcela promedio es de ocho hectáreas y alcanza sólo tres en el sur del país. Las productivas granjas de maíz de Estados Unidos y Canadá que se extienden por miles hectáreas serían ilegales en México.
Si pudiéramos o quisiéramos ser autosuficientes en maíz, tendríamos que aceptar precios más altos a los que hoy tenemos no sólo en la tortilla sino también en el pollo, el huevo y la carne, que son productos en los que se utiliza el maíz amarillo como insumo. Debido al proteccionismo y a las limitaciones que nosotros mismos hemos establecido en la propiedad de la tierra, el maíz mexicano es más caro que el estadounidense: incluso después de los aumentos en la Unión Americana por la creciente producción de etanol.
Tanto la orografía de nuestro país como la legislación que impide que tengamos grandes unidades de producción agrícola favorecen más bien el cultivo de frutas y hortalizas. Éstas pueden producirse en campos relativamente pequeños. Debido a su mayor valor, permiten con mayor facilidad la introducción de riego. Requieren además de un intensivo uso de mano de obra, lo cual es importante en nuestro mercado.
Nuestra estrategia natural en el campo debe ser el cultivo y exportación de hortalizas. Los recursos que obtengamos de estos productos nos permitirán seguir manteniendo las importaciones de maíz, especialmente el amarillo, que nosotros casi no producimos. Vender a los estadounidenses productos caros como los tomates o los aguacates, a cambio de comprarles un commodity relativamente barato como el maíz, no debería avergonzarnos o atemorizarnos. Al contrario, ése es el camino para obtener ganancias en el juego del comercio internacional.
Nadie, en una economía moderna, puede tratar de ser autosuficiente. Si yo trato de cultivar mis propios alimentos, coserme mis ropas y fabricarme mis zapatos, estaré condenado a la pobreza. Pero si uso los ingresos que obtengo de mis artículos periodísticos para comprar alimentos, ropas y zapatos, seguramente tendré un mejor nivel de vida.
Los productores del campo en nuestro país no han actuado de manera insensata en los últimos tiempos al concentrar recursos en la producción y exportación de hortalizas, dejando la producción de maíz principalmente en los lugares de la República, como Sinaloa y Jalisco, donde ésta resulta más rentable. Los productores del campo están actuando con la racionalidad que previó Adam Smith en el siglo XVIII. El problema es que, con el aumento que estamos viendo en el precio del maíz y la tortilla, a algunos políticos se les ha ocurrido la idea de que debemos tener una soberanía alimentaria o autosuficiencia en el maíz y la tortilla, que simplemente nos empobrecería más a todos los mexicanos.
CALENTAMIENTO GLOBAL
Es una de esas noticias de enorme importancia que se pierde en las páginas interiores de los periódicos. Jabiluló Abdusamátov, director del Observatorio Astronómico de San Petersburgo, acaba de señalar, como lo registra un cable de la agencia EFE, que ?el calentamiento global es resultado de la elevada y prolongada actividad solar que tuvo lugar la mayor parte del pasado siglo y no se debe al efecto invernadero?. ¿Cierto o falso? No lo sé. Pero de lo que no me cabe duda es que ésta es una hipótesis demasiado importante para simplemente archivarla porque no se ajusta al consenso políticamente correcto de nuestros tiempos.