Ayer el Partido Acción Nacional (PAN) de Durango presentó sus recursos legales para impugnar las elecciones en diez municipios del estado, entre los que se incluyen Gómez Palacio y Lerdo, por la causal de nulidad abstracta. Los panistas aseguran que el gobernador Ismael Hernández Deras intervino abiertamente en el proceso electoral del 1 de julio a favor de los candidatos priistas. En caso de que el dictamen del Tribunal Estatal Electoral no les satisfaga, acudirán al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ya que no confían en la supuesta imparcialidad del organismo estatal.
Es innegable que los blanquiazules duranguenses están en todo su derecho de interponer los recursos que consideren convenientes ante las instancias correspondientes. Lo cuestionable aquí es la incongruencia. Cabe recordar que hace un año, el equipo del candidato a la Presidencia de la República del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador, acusó al entonces presidente Vicente Fox Quesada de intervenir en las elecciones a favor del candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, hoy primer mandatario de la nación y en uno de sus recursos de impugnación manejó la causal de nulidad abstracta, que no prosperó.
En aquellos días, la resistencia a reconocer el resultado de la cerrada elección por parte del perredista y sus simpatizantes, fue duramente criticada por los panistas al grado de considerarla como un atentado contra las instituciones democráticas del país, al cuestionar el desempeño del Instituto Federal Electoral. Hoy, quién lo fuera a creer, el PAN hace en las no tan cerradas elecciones de Durango lo mismo que el PRD a nivel nacional hizo en 2006.
No cabe duda que la política en México se ha convertido en un juego absurdo en el que el maniqueísmo, la conveniencia y el oportunismo pasan por encima de la congruencia, el compromiso y los principios democráticos.
