Este año la Alianza Francesa cumple seis décadas de vida y lo celebra no sólo con eventos culturales, sino con un regalo permanente: un libro sobre su historia llamado Alianza Francesa de Torreón, 60 años. Presencia francesa en La Laguna cuya autora es Paulina del Moral González, comunicóloga y antropóloga social, que ha explorado anteriormente, entre otros trabajos, el mundo de los mascogos.
Aunque el propósito principal del libro es el de contar la historia de la institución así como rendir un homenaje a todas aquellas personas que trabajaron para promover el idioma francés y la cultura francesa en Torreón, también se incluyeron algunos capítulos sobre la llegada de los franceses a la Comarca Lagunera desde los últimos años del siglo XIX. Del Moral hace eco a preguntas que seguramente usted y yo nos hemos hecho en alguna ocasión con respecto a los extranjeros. ¿Por qué un grupo vino de tan lejos a establecerse en este inhóspito y agreste lugar? (Por cierto, un expedicionario francés, citado en el texto, describió el ambiente de la región de esta manera: “trombas de arena impalpable, formadas por el viento, remolinean por todas partes y de vez en cuando el majestuoso vuelo de un buitre anima esta naturaleza sombría…”). ¿Cuántos vinieron? ¿A qué se dedicaron? ¿Regresaron a Francia o permanecieron aquí?
De alguna manera, sabemos que indagar en los motivos por los cuales franceses, japoneses, españoles, chinos, libaneses y muchos grupos más, llegaron a nuestro país y se arraigaron, descubre algo de nuestro pasado. También es una manera de escudriñar cómo asumimos la “otredad”, lo distinto: ¿por qué aceptamos a un grupo étnico y rechazamos a otro? ¿Nos dejamos influenciar por lo diferente? ¿Qué tipo de cosmovisiones que traen los migrantes aceptamos como nuestras?
De esta manera, los tres primeros capítulos exploran la llegada de los descendientes de los galos a la Comarca Lagunera desde las últimas décadas del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX.
Del Moral registra con información encontrada en diversos archivos que, a diferencia de otros grupos restringidos a cierto tipo de actividades (por ejemplo los chinos con las lavanderías, los españoles en la agricultura, los libaneses en el comercio), los franceses entraron prácticamente a participar en todos los rubros de la economía: al campo de los servicios estableciendo hoteles, restaurantes, panaderías, reposterías; en el comercio, sobre todo en el de ropa y telas, los llamados “cajones de ropa” y a campos estratégicos de aquel entonces como el de hilados y tejidos, la industria del procesamiento del algodón y sus productos (jabones, aceites), la minería, los ferrocarriles, la banca, el caucho y los explosivos. También a otros de tradición francesa como el comercio de vinos y tiendas de ultramarinos.
El capítulo cuarto es necesario por dos razones: para identificar cómo la comunidad francesa y francófila organizó un comité pro liberación de Francia y cómo este comité fue un antecedente imprescindible para la formación de lo que sería la Alianza Francesa. Los años cuarenta fueron épocas duras para los extranjeros. El Gobierno mexicano los exhortó a inscribirse en un registro nacional y se prohibió a los comités de defensa civil realizar colectas o actividades para formación de fondos. Sin embargo, se las ingeniaron para efectuar diversos tipos de apoyo. En este periodo, en la Comarca Lagunera, destacan muchos francófilos como el doctor Enrique Sada Quiroga, quien realizó muchas obras de beneficio social para la comunidad. El 4 de mayo de 1945, con gran júbilo se publicó en este diario la rendición de las posiciones alemanas en Holanda, Alemania Noroccidental y Dinamarca. El resto de las Fuerzas alemanas lo haría el 7 de mayo, en Francia. El comité Pro Francia, una vez terminada la guerra, transformó su objetivo de resistencia en un proyecto cultural: la difusión de la lengua y la cultura francesas. Uno de los francófilos más importantes que alentó este proyecto fue otro médico, el doctor Samuel Silva.
Muchas veces, los grandes proyectos comienzan con pequeños formatos. Fue así que el 28 de noviembre de 1946 aparece una brevísima inserción en el periódico El Siglo de Torreón que mencionaba lo siguiente:
“El Comité Organizador de la Alianza Francesa, bajo la dirección del doctor Samuel Silva, se reunirá esta noche, a las 21 horas, en el despacho del director de la sucursal del Banco Nacional de México. Se discutirán los planes, clases, actos, personal y demás detalles concernientes a la organización del nuevo hogar cultural que se establecerá en Torreón”.
Del Moral consigna que, después de varios meses de preparación, la inauguración formal de la Alianza Francesa Lagunera se realizaría el 14 de julio de 1947. Y es a partir del quinto capítulo y hasta el 14, que la autora da cuenta de la actividad emprendida por sus directores, rescatando la aportación personal y la recuperación que cada uno realizó y los proyectos que fueron rescatando de sus predecesores, logrando un proyecto cultural que ha trascendido y se ha difundido a toda la comunidad lagunera. Resulta notorio que los directores siempre han contado con colaboradores que han hecho posible la permanencia de la institución: coordinadores administrativos que sacaban de apuro a la institución cuando todavía no alcanzaba una estabilidad, los profesores por cuyo prestigio son recordados después de décadas, los francófilos que facilitaban procesos, los cónsules honorarios y hasta ex alumnos que se convertían en asiduos constantes a La Alianza.
Quisiera hacer notar, en términos generales, algunas de las aportaciones principales de la Alianza Francesa que se desprenden de este libro.
Puede decirse sin lugar a dudas, que todos los directores han tenido el propósito de contribuir con la enseñanza de la lengua francesa al amor por la cultura universal, por la literatura, por las artes.
La enseñanza del francés ha sido una de las más receptivas al uso de los medios de comunicación para su aprendizaje. Desde los años cincuenta, los alumnos escuchaban canciones de los artistas de entonces: Charles Aznavour, Jacques Brel, Gilbert Becaud, cuyas voces servían para diferenciar los acentos de las distintas regiones de Francia; los profesores han contribuido de manera muy especial al aprecio del cine. Madame del Barrio acudía con sus alumnos a las salas de cine comerciales cuando había alguna película en el idioma; posteriormente los directores establecieron cine-clubs, cuyas películas, en 16 milímetros, se presentaban en la misma Alianza así como en el Teatro Mayrán. Los cine-clubs se profesionalizaron cada vez más. Recientemente organizan el tour de Cine Francés, esperado año con año.
El desarrollo de proyectos culturales de gran envergadura se ha manifestado sobre todo, a partir de los directores contratados por el Ministerio de Asuntos Extranjeros, es decir, directores profesionales. Ellos son quienes han llevado hasta sus últimas consecuencias, como bien lo menciona Paulina del Moral, el diálogo entre culturas, cuyo lenguaje abarca una gran diversidad artística: danza, cocina internacional, música, cine, conferencias de arte, teatro. Estos directores serán sobre todo, los que establecen vínculos con un buen número de universidades para introducir el francés como una lengua alternativa al inglés, que prácticamente había dominado la escena de los idiomas. Algunos de los proyectos originales más importantes que se han desatado para el diálogo son el proyecto Botellas a la tierra, es decir, una exposición plástica-lírica que consistió en la elaboración de botellas diseñadas por artistas mexicanos a partir de poemas escritos por creadores franceses y los Cantos de Piedra, texto poético integrado por poemas de once artistas mexicanos y once franceses.
Quizá uno de los aspectos más interesantes que ha realizado esta institución es el acercamiento, el diálogo con los artistas locales y nacionales: Gustavo Montes, Paco Aguirre. Salvador Botello, Ivonne Villarreal, Gerardo Suzán, la Camerata de Coahuila, José Valdez, Miguel Canseco y otros más que han establecido vínculos con la Alianza y contribuido a dotar de vida cultural a la región.
Una asunto a valorar es que La Alianza ha tomado nuestras preocupaciones o particularidades regionales y las ha devuelto en arte: ha rescatado los petroglifos de San Rafael mediante los Cantos de Piedra, la valoración de la naturaleza desértica con el festival “De palabras y cactáceas” y quizá una de las más importantes y recientes es el proyecto artístico interdisciplinario sobre el tema del agua, este último ya en la administración de Eric Lahille, quien también ha favorecido la realización de este libro.
Estoy segura que esta obra logrará que valoremos más esta Alianza que ya tenemos entre nosotros. Le deseamos larga vida.
lorellanatrinidad@yahoo.com.mx