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La bandeja de plata

Gilberto Serna

El Consejo Nacional del Partido (de) Acción Nacional, casi por unanimidad, decide adelantar el relevo de su dirigente nacional, que estaba señalado para el año próximo, por lo que a fines de noviembre y principios de diciembre de este año se determinará quien de los aspirantes será el que sustituya a su actual líder Manuel Espino. El proceso de selección se hará entre los que, sin que hubiera convocatoria, declaraban a los cuatro vientos su deseo de jugársela. Hubo varios a los que las ganas les salían por todos los poros del cuerpo decidiéndose a hacer pública su pretensión. En estos días no hay duda alguna de que el presidente de la República tiene su corazón puesto en uno de los candidatos. Indudablemente se trata de Germán Martínez Cázares quien renunciando a la Secretaría de la Función Pública, en el Gabinete de Felipe Calderón Hinojosa, como se decía antes, se destapó solito. Su cercanía con el equipo de Calderón, en otros tiempos, lo hubiera convertido en el amarrado. En la actualidad no es así. Es más, su fama de favorito le perjudica. No están los tiempos como antaño en que era suficiente con que el candidato se registrara para que, sin mayores trámites, se considerara triunfador seguro.

Si no hemos perdido la memoria cuando se nombraba a quien sería el candidato por el PAN para la Presidencia de la República se mencionaba al entonces secretario de Gobernación Santiago Creel Mendoza, dando por sentado que había una fuerte corriente a su favor al simpatizarles a Vicente y Marta. Es ya historia que sería derrotado no obstante su currículum. Es ocioso decir aquí quién ganó la nominación, a pesar de que éste había sido corrido por Fox de la Secretaría de Energía que ocupaba en su Gabinete. Más adelante, Manuel Espino fue el vencedor de Carlos Medina Plascencia en la búsqueda por la presidencia del partido. Es, creo, algo que viste al PAN con una vaporosa túnica griega. Sus decisiones sorprenden a los que por primera vez ocupan cargos de altura en el Gobierno. Se considera que es fácil, con el poder político que otorga un cargo público, torcer los valores democráticos tan enraizados en esa casa que fundara Manuel Gómez Morín. Los jóvenes pierden pisada al subir las escaleras que conducen a la cúspide donde habitan los dioses. Hay una ignorancia que les ciega no dándose cuenta que en ese partido político nadie gana ni nadie pierde puesto que la competencia se decide entre correligionarios. No se puede utilizar al partido como un ariete para abrir camino a vergonzosas componendas.

En anteriores colaboraciones quise poner el dedo en la llaga al mencionar que un político como Manuel Espino, dado al berrinche y a las declaraciones impropias, no debería hacer cera y pabilo de los acontecimientos políticos como encargado a nivel nacional de un partido político con la tradición democrática de Acción Nacional. Luego aconteció la encerrona en que se celebraba una ceremonia de entrega a muchachos becados por Telmex de sus certificados, que impensadamente se utilizó como un acto en que se desató la perfidia de los grupos que militan en el partido representando el ala oficialista, surgiendo una cara desconocida en el PAN, de gresca, para disminuir la figura de su dirigente, logrando todo lo contrario. Si hasta ese momento, la calificación que se le daba como dirigente a Manuel Espino era de cinco, a partir de ese momento obtuvo un diez en la simpatía de los políticos. Lo hemos visto como una manifestación humana en que las masas suelen hacerse al lado de la víctima, al que consideran más débil. Aquí no se trata de si es buen o es mal dirigente, lo único que cuenta es que no se valen golpes bajos.

La pregunta que se hace quien ve los toros desde la barrera, es si Manuel Espino, con moretones y renqueando, desafiará una vez más a Felipe Calderón inscribiéndose como candidato a repetir como líder nacional del PAN. Se ha colgado la banda de mártir, a partir del injustificado abucheo organizado por gente dentro del Gabinete del actual presidente. En anterior colaboración dije que Calderón debería quitarse el lastre que le dejo Vicente. Ahora es tarde para hacerlo. Acaba Espino de proponer se adelantaran los comicios internos, lo que se aceptó casi por unanimidad, demostrando el consenso que ha venido consiguiendo. Si me piden mi parecer diré que no son tiempos para entregarle al presidente el partido en bandeja de plata. Eso resérvenlo a los priistas de antaño, que cada vez que podían dejaban en manos del presidente un poder absoluto. Basta que el PAN llegue a convertirse en una oficina más de la Presidencia y su líder en un secretario más del Gabinete. Lo peor, en una oficina que decida electoralmente quiénes serán o no los candidatos a puestos de elección popular. Se requiere que entre el partido y el Gobierno se mantenga una sana distancia. Que ni el PAN interfiera en acciones del Gobierno, ni el Gobierno interfiera en procesos internos del PAN. Se requiere en bien del país, hasta donde trascienden las medidas que tomen los partidos políticos nacionales, que se mejore y enriquezca la vida interna del PAN.

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