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La Casa de Domi / UN CUENTO DE LA VIDA REAL

MVZ Miguel Dávila Dávila

(Segunda y última parte)

?la señora preguntó: ?¿Cómo es que mi perrita tiene hepatitis si ella tiene todas sus vacunas??. El médico contestó: ?La hepatitis también puede ocasionarla un golpe que haya recibido la perrita y lastimado su hígado?. La señora protestó: ?¡No es posible, en esta casa nunca hemos golpeado los animalitos, pero si en alguna ocasión la perrita salió a la calle, probablemente, alguien le pegó!?. La señora dijo: ?ella nunca ha salido sola a la calle, aunque ahora que me acuerdo, salió pero para ir a la casa de su novio y es posible que en esa casa alguien le pegó a la perrita?.

La señora lloró desconsoladamente, pues ella se creyó culpable por haber dejado a su ?chiquita? una semana en otra casa.

Durante la enfermedad de la mascota, la señora pasó días sin comer y noches sin dormir pues estaba muy triste y la cuidaba con indecible esmero y cariño, acariciándola con ternura y sentía, más que nunca que la ?chiquita? formaba parte de su familia.

Desde el primer día en que la familia adoptó a la mascotita, en la casa se acrecentaron los valores morales como el amor, el respeto hacia la vida animal; el esposo, aún tan gruñón, de ver cómo sufría su esposa se solidarizó con el pesar de ella y dejó de trabajar los días que fueron necesarios para estar al pendiente y ayudar en las atenciones. La señora no quiso ?dormir? a la perrita ese mismo día sin antes llevarla a un laboratorio para que le practicaran algunos análisis y corroborar el diagnóstico del veterinario.

La señora se aferraba a algo y esperaba que el médico estuviese equivocado y le dijo al doctor: ?Esperaremos hasta mañana a que tenga los resultados del laboratorio? y el esposo le dijo: ?Mira, la ?chiquita? está muy malita y sufre mucho, ella siempre ha sido muy linda y no debemos permitir que la enfermedad termine con ella, la ?chiquita? merece una muerte más digna?.

La señora, sin retroceder, dijo que mañana tomarían la decisión. Al día siguiente la perrita había perdido la vista, pero hasta la tarde tendrían los resultados; fueron a la clínica y el resultado es positivo: hepatitis. La señora comprendió, aunque le doliera el alma, que tendría que ?dormirla?. Al llegar a casa les comunicó a sus hijas la decisión, y todos rompieron a llorar. Mientras llegaba el médico, la señora fue al patio y con voz entrecortada por el llanto se sentó a un lado de la perrita que yacía echada en el piso, la perrita puso la cabecita en las piernas de su ama y ésta le dijo: ?chiquita?, en esta casa todos te amamos pero estás muy malita, en los días de tu enfermedad no ha salido de ti un solo quejido de dolor, te has portado tan valiente y has sabido llevar con dignidad tu enfermedad y así como estás, has sido fiel a la casa de tus amos, la cuidas con una fidelidad tan grande y ladras con tanta energía, que las personas que te oyen no creerán lo enferma que estás.

Muñequita, por el amor que te tengo, no puedo verte sufrir un minuto más es por eso que te vamos a ?dormir? para que no sufras más, siento que mi corazón está desecho y una parte de él se va contigo.

Le acarició su cabecita empezó a cantarle sus canciones de cuna; en eso tocaron la puerta y la perrita ladró con tanta fuerza, demostrando hasta en sus últimos minutos de vida, la fidelidad a la casa de sus amos. Por eso se dice que el mejor amigo del hombre es el perro noble y fiel.

La hija mayor aviso a su mamá la llegada del doctor y la mamá les dijo que esperaran un minuto para despedirse de su ?chiquita?: ?Gracias por los momentos de felicidad que me diste, cuando yo me sentía triste y sola acudí a ti y tú con tus juegos y cariños que me hacías al lamer mis pies, mis manos, mi cara, me consolabas, pues de alguna manera, tú percibías mi estado de ánimo, gracias por haber jugado con mi hijas.

Quiero decirte que te amo y que nunca, nunca te voy a olvidar, siempre vivirás en mi mente y en mi corazón?.

La hija mayor, sollozando, le dijo a su mamá que quería estar con la ?chiquita? cuando la ?durmieran? llorando, con tanta pena, ayudó al doctor hasta que la perrita se ?durmió? mientras sus hermanas y sus papás esperaban en el patio de atrás para enterrar a la ?chiquita?, pues la señora quiso que su mascota se quedara para siempre en la casa, y por eso tomo la decisión de enterrarla en su patio que era de tierra.

Eran como las 8:30 de la noche de un día de junio, toda la familia estaba en el patio inconsolable. El cielo estaba tachonado de estrellas que parecían diamantes y al poniente aún se podían ver los últimos reflejos del sol de ese día. No había ni una nube que indicara lluvia, la mamá pese a su dolor, pudo apreciar ese espectáculo tan maravilloso: ver al mismo tiempo la noche y el día; en eso llegó el veterinario; traía a la ?chiquita? en brazos y la puso en el piso. Antes de irse, les dio instrucciones: ?Cuando vayan a poner a la perrita en el hoyo, deben de poner una capa de cal, después a la perrita y encima otra capa de cal; la cal es para que no salgan malos olores?.

Cuando el señor puso a la perrita en el hoyo, sucedió un fenómeno inexplicable, un misterio que el razonamiento humano no ha podido descifrar: ?Inmediatamente, no sé de dónde ni cómo, apareció en el patio una parvada de golondrinas que lloraban, cantaban, revoloteaban y revoloteaban en el perímetro de nuestro patio, volaban tan bajo que lo hacían al ras de nuestras cabezas?.

El papá veía que sus hijas y su esposa lloraban y de alguna manera, quiso consolar a la más chica de sus hijas diciéndole: ?Cristina, ya no llores. Fíjate, pon atención a lo que está pasando aquí en tu patio. La ?chiquita? sufrió mucho con su enfermedad y ahora ya descansó.

Era tan linda que ¡mira!, hasta las golondrinas, que no sé de dónde salieron, vienen a llorar por ella. Yo creo que vienen a recoger su espíritu, ya no llores, mejor fíjate bien en este suceso tan inexplicable, no pierdas detalle y grábalo bien en tu mente, para que cuando tengas tus hijos y tus nietos, les cuentes este misterio que estamos viviendo?.

Cuando el papá puso la última pala de tierra, empezó a lloviznar y las golondrinas se fueron. El papá expresó: ?¡Hasta el cielo ha llorado por ella!?.

Desde ese día, ni antes ni después de la muerte de la ?chiquita?, se ha vuelto a ver una sola golondrina en el patio de esa casa.

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