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?La celda, el lugar más peligroso?

La condena es lo de menos cuando se convive con toda clase de maleantes que hacen más peligrosa la estancia donde se cumple el castigo.

EL UNIVERSAL

Segunda de dos partes

MÉXICO, DF.- Podrás tener una condena de más de 50 años, una pena de más de 600 meses o de más de 17 mil 250 días, pero el encierro es lo de menos cuando se compara con lo que te puede ocurrir en tan sólo 24 horas de cárcel... Tu presente podría anular, en cualquier momento, tu futuro carcelario. El infierno no está presente en lo largo de tu condena ?a la que te hiciste merecedor por tu delito? o en tu presunta culpa o inocencia, sino en los huecos de ésta.

Tu celda, estancia o dormitorio, incluso la percibes más peligrosa que en el lugar donde naciste o la colonia en que te tocó vivir. Entre muros convives con la delincuencia en todas sus variantes. En todo caso, el temor será tu mejor aliado o tu peor enemigo.

En Santa Martha Acatitla ?si le caíste mal a alguien? a las 7:30 de la mañana al abrirse los candados de las celdas, te caerá un ?cobijazo?. Te envolverán con una manta y te pondrán una golpiza y nunca te enterarás quién o quiénes te golpearon. En ese reclusorio también correrás el riesgo de que por sorpresa te caiga un ?toma todo?. Entonces, llegarán varias internas y saquearán tu celda. Te dejarán sin toallas femeninas, sin shampoo, sin papel del baño, como le ocurrió a Érika, una interna que desde una mesa de la sala de visitas de la cárcel femenil de Tepepan, hurgaba entre sus penas para extraer aquel recuerdo. ?Te dejan hasta sin calzones?, dijo.

En el escenario más trágico de una celda del Centro de Clasificación y Observación del Reclusorio Norte, El Mudo se dejará caer desde la litera y en su picada utilizará el codo como arma para golpearte en la cabeza. Así le sucedió a un niño indígena oaxaqueño ?acusado de un presunto robo? que murió a causa del golpe. Ni siquiera le tocaba ir a un penal para adultos, pero las autoridades del penal no creyeron que tenía la edad que dijo tener.

Cometiste un delito, ayudaste cometerlo o quizá, ni siquiera fuiste el culpable. Eres prisionero; sin embargo, tu castigo no es suficiente porque tus derechos humanos pueden ser pisoteados por tus propios compañeros, por las autoridades carcelarias y por las condiciones de algún penal mexicano. Aparte de intimidado, podrías ser extorsionado. Tu agonía, entonces, se situará más allá de los años de condena en la cárcel.

En Tepepan, Celia llegó ?recomendada? por ser la presunta asesina de un trabajador administrativo de la Procuraduría capitalina y cada día las internas que controlan el penal le quitan lo ropa que le lleva su familia o incluso, lo que lleva puesto y hasta las ?alhajitas? que le llevó su madre. Un día, por encontrarle una jarra de agua de jamaica que supuestamente quería convertir en pulque, fue ?apandada 15 días?... ?Es algo que no entiendo?.

Y una interna de Santa Martha Acatitla recuerda que en una estancia hecha para cuatro personas en varias ocasiones durmió con 30 reclusas. ?Sólo había un baño para todas?.

En las noches de diciembre y enero los internos se roban las cobijas unos a otros. Desaparecen los colchones. Días enteros en que los presos se quejan de dolores de espalda.

Noche de calor en los que los reos duermen hasta tres en un mismo colchón. Y si no te defiendes, entonces te tocará dormir en el baño. Pero si te cachan defendiéndote a golpes te harás acreedor a un área de castigo o al apando del reclusorio norte. Un infiernillo dentro del infierno que mide una brazada y media por lado. Al que entras únicamente con lo que llevas puesto. Entonces te tocará estar 15 días en un lugar en el que no entra ni un solo hilo de luz. ?Ahí mismo te bañas, ahí mismo lavas tu ropa. Por debajo de la puerta sacas tu plato para que te sirvan comida. Y si no aguantas y agredes verbalmente, haces escándalo, intentas ahorcarte o cortarte las venas, los días de sanción aumentan?, dice Carlita. ?Ante la falta de medidas de seguridad que te protejan, esto se convierte en la sobrevivencia por uno mismo?, añade Érika. El apando de Tepepan es diferente. Está en un sótano, al lado de la morgue. Ahí sólo a gritos se puede hablar con la otra u otras internas. No hay contacto visual. Una carta publicada por un diario nacional queda como testimonio. Un grupo de reos del ahora llamado Penal de Máxima Seguridad del Altiplano ?que por temor a represalias se negaron a dar sus nombres? denunciaron que 11 de sus compañeros se suicidaron por el trato inhumano que habían recibido. ?Nosotros tememos por nuestras vidas?, decía la misiva publicada el ocho de junio de 1996.

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